Por los viejos tiempos

Hay artistas que llegan en su mejor momento y otros que lo hacen cuando ya son m¨¢s pasado que presente O futuro, como en el caso de Baden Powell. Antes actuaron tres mujeres de negro en plan Supremes cariocas: el Tr¨ªo Esperan?a. Canciones de Brasil a capella, y hasta en japon¨¦s, escogidas de sus dos discos. Hace cinco anos que estas brasile?as, que ahora viven en Par¨ªs, se volvieron a reunir. En 1958 Regina y Eva eran dos ni?as que cantaban junto a su hermano mayor, hoy reemplazado por la m¨¢s joven de las hermanas. Con unos lacitos en la cabeza, ofrecieron muestras del repertorio que cantaban entonces en un gui?o a los pocos brasile?os presentes, sin demasiado inter¨¦s para el p¨²blico espa?ol. Preciosa, en cambio, su versi¨®n de A felicidade. M¨²sica agradable pero m¨¢s cerca de Paul Mauriat que de R¨ªo de Janeiro.A los casi 60 a?os, y pese a su aspecto envejecido, Baden Powell no ha perdido el vigor que le granje¨® la admiraci¨®n de j¨®venes guitarristas de todo el mundo. Cre¨® un estilo: pulsa y rasguea las cuerdas de nailon de tal forma que obtiene un sonido metalizado y en¨¦rgico. Tambi¨¦n lo suyo fue asunto de familia. Se trajo a sus dos hijos, el de 14, que sigue la tradici¨®n guitarr¨ªstica, y el de 17, que se ha decantado por el piano, y dijo sentirse muy emocionado porque acababa de encontrarse a un viejo amigo de juventud, Alfredo Bessa, que aport¨® sonidos de cuica y berimbau a la actuaci¨®n.

Tras Corcovado, Baden Powell cant¨® con un hilo de voz poco afinado la bell¨ªsima Samba triste y canciones como Berimbau o Canto de Ossanha, que escribi¨® con Vinicius de Moraes. Sobre el escenario estuvo una leyenda de la guitarra que mereci¨® el agradecimiento de la gente, a la que hizo pasar buenos momentos. Aunque fuese hace ya muchos a?os.