Las dos Bosnias
Pese al fin de la guerra, los acuerdos de paz y los 60.000 soldados de la ONU, imperan el miedo y la desconfianza
ENVIADO ESPECIALDecenas de autom¨®viles con matr¨ªculas alemanas, suizas o austriacas esperan al sol de julio durante horas que la polic¨ªa y los aduaneros croatas autoricen su subida al rudimentario transbordador que en cinco minutos cruza el r¨ªo Sava entre Zupanja, a mitad de la autopista entre Zagreb y Belgrado, y Orasje. Parece la habitual estampa veraniega de cualquier puesto fronterizo. La diferencia sustancial es que los expectantes conductores y sus familias son bosniomusulmanes que, por primera vez en cuatro a?os, tienen la oportunidad de visitar su pa¨ªs en condiciones relativamente seguras. Los agentes que les reciben en Orasje y les cobran unas incomprensibles tasas pertenecen a la Federaci¨®n de los musulmanes y croatas de Bosnia. Durante los siguientes kil¨®metros y ante los ojos estupefactos de los reci¨¦n llegados se suceder¨¢n las polic¨ªas de la Federaci¨®n, los vigilantes tanques estadounidenses, centenares de vendedores de tabaco y refrescos y la propia polic¨ªa serbobosnia, que controla la franja que enlaza las dos partes de su territorio.
La ruta de Arizona, como se la designa, es la principal v¨ªa de entrada al norte de Bosnia y en la pr¨¢ctica la ¨²nica asequible al tr¨¢fico civil. Impensable hace solamente unos meses, cuando los puestos de control de uno y otro bando ahora desmantelados por la OTAN se suced¨ªan por centenares, esta aparente imagen de normalidad se diluye r¨¢pidamente al adentrarse en una u otra de las dos mitades pol¨ªticas de Bosnia, la semidespoblada y rural de los serbios o la populosa y m¨¢s urbana de musulmanes y croatas. Pese a la presencia de 60.000 soldados bajo el paraguas de la Alianza Atl¨¢ntica, la libertad de movimientos proclamada en los acuerdos de paz de Dayton sigue siendo una entelequia. "Cada facci¨®n intenta imped¨ªrselo a las otras", admit¨ªa esta semana, a los siete meses de iniciado el despliegue de sus tropas, el comandante en jefe saliente de la OTAN en Bosnia, almirante Leighton Smith. Lo consiguen. El miedo y la desconfianza campean. La inseguridad y la intimidaci¨®n, tambi¨¦n.
El odio y el terror acumulados tras cien mil muertos y una guerra sin reglas de cuatro a?os pasan factura. No regresan ni los desplazados, m¨¢s de 600.000, ni los refugiados en otros pa¨ªses, m¨¢s de un mill¨®n. Su retorno es la espina dorsal de la normalizaci¨®n. La intolerancia es especialmente aguda contra los musulmanes. Cada vez que un grupo de ellos ha intentado regresar al lugar del que fueron expulsados por serbios o croatas les ha sido impedido por la fuerza. "Todos somos perdedores en esta guerra", se lamenta en Bijeljina el due?o de un bar de carretera.
El menosprecio por los dirigentes pol¨ªticos y la sectarizaci¨®n social que promueven crece en Bosnia a medida que los ecos de la guerra van apag¨¢ndose. Aparte las letan¨ªas para ser recitadas ante los extranjeros, hay un punto de encuentro entre mucha gente corriente, pertenezca a uno u otro campo. Ljljan, una profesional de Sarajevo que ha soportado con entereza el asedio de su ciudad y tiene trabajo por primera vez en cuatro a?os, asegura: "Vivo para el d¨ªa en que Alia, Franjo [Tudjman], Radovan [Karadzic], Milosevic, MIadic, Ganic( ... ) todos est¨¦n muertos. Quiero algo nuevo y mejor. Han hecho una guerra que ha convertido en mafiosa a gente normal, que ahora s¨®lo busca dinero f¨¢cil. El soborno y la purga pol¨ªtica est¨¢n a la orden del d¨ªa". En el cercano suburbio de Osijek, Sveto, un ex economista expulsado de su trabajo por ser serbio, abunda en lo mismo. Ha vivido aqu¨ª 25 a?os y lucha ahora con otras pocas familias para mantenerse en sus casas, pese al acoso y las amenazas de refugiados musulmanes que con la soterrada complicidad gubernamental quieren ocupar por completo este lugar abandonado en febrero por la mayor¨ªa de sus 2.500 habitantes, serbios. "No tenemos problemas con nuestros nuevos vecinos musulmanes. Mi madre toma caf¨¦ con ellos todos los d¨ªas. La intimidaci¨®n viene de algunos dirigidos para crear un clima de violencia. Si no cesa, tendremos que marcharnos". Entre los m¨¢s educados hay una extendida conciencia de manipulaci¨®n por la propaganda de uno y otro lado. Pero es frecuente escuchar entre los serbobosnios que la OTAN lanz¨® en septiembre bombas t¨¢cticas radiactivas para envenenar su territorio.
Cada bando puede contar impunemente a los suyos casi cualquier cosa. Por eso pocos creen que las pr¨®ximas elecciones vayan a cambiar algo. Incluso quienes abominan de los dirigentes elegidos en 1990 que condujeron a Yugoslavia al desastre se sienten de alguna manera prisioneros de la seguridad que les dar¨¢ un voto ¨¦tnico. "Ganar¨¢n los partidos nacionalistas, los que nos llevaron a la guerra", afirma Milos en el feudo serbobosnio de Pale. "Aqu¨ª, el partido de Karadzic [SDS]; en la parte musulmana, el de Izetbegovic [SDA]; y en la croata, el de Tudjman [HDZ]. ?Qu¨¦ se puede esperar de gente tan primitiva?", concluye, incluy¨¦ndose. A pesar del esquema idealista perfilado en los acuerdos de paz, es mucho m¨¢s lo que separa que lo que une a los tres bandos. Se supone que el di vidido pa¨ªs debe unificarse en un Estado multi¨¦tnico y democr¨¢tico despu¨¦s de las elecciones de septiembre.- Los com¨ªcios ser¨ªan el puente entre una situaci¨®n y la otra.
Pero, como se ha demostrado en Mostar el mes pasado, las elecciones acent¨²an las divisiones, no las cicatrizan. Si el objetivo final es reintegrar territorios que mantienen ej¨¦rcitos y monedas, separadas, los movimientos de unos y otros van en el sentido contrario. El kuna croata circula en Herzegovina y otras zonas bajo dominio croata. El marco es la moneda de cambio en las zonas musulmanas. El dinar yugoslavo sigue siendo la divisa de los serbobosnios. Incluso cuando se trata de comunicaciones, cada bando tiene su proyecto. La empresa estatal griega OTE ha aceptado reconstruir la red telef¨®nica serbobosnia y enlazarla. por cables de fibra ¨®ptica exclusivamente con Serbia, sin conexi¨®n con el resto de Bosnia. Pale permanece en el sistema telef¨®nico de Belgrado, los bosniocroatas en el de Zagreb y el resto de Bosnia tiene una red, separada. Tambi¨¦n en el aspecto militar, el m¨¢s estrechamente, vigilado, unos y otros intentan aprovechar cualquier resquicio. En menos de 10 d¨ªas, los aliados han sorprendido un despliegue serbio de armas pesadas en zona prohibida y descubierto armamento en un helic¨®ptero musulm¨¢n en un supuesto vuelo humanitario entre Zenica y el enclave de Gorazde. La OTAN mantiene ahora en equilibrio inestable este poli¨¦drico tinglado. Pero la fuerza internacional, percibida por los serbios como un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n y por los musulmanes como su salvaci¨®n, tiene sus meses contados. Al menos con su decisivo componente actual estadounidense, que es el que lleva la batuta.
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