Una perogrullada sobre el empleo
En estos ¨²ltimos d¨ªas ha tomado auge en nuestro pa¨ªs la pol¨¦mica de c¨®mo se deber¨ªa enfocar la apremiante soluci¨®n de la alt¨ªsima, injusta e inhumana tasa de desempleo, sin menoscabo de intereses leg¨ªtimos de una y otra parte, tan respetables ambos.Se comienza a hablar, de una manera menos discreta o m¨¢s descarada por parte de las llamadas "fuerzas econ¨®micas", de una "reforma" nueva de las leyes laborales que, seg¨²n ellos, "encorsetan" la contrataci¨®n y, sobre todo, el despido. En ¨ªntima relaci¨®n una cosa con la otra.
Con una sinceridad no exenta de renovada osad¨ªa, estas mismas fuerzas se han decidido a plantear de una manera concreta y directa la necesidad de "abaratar el despido" por medio de una f¨®rmula que parece de acepta ci¨®n muy generalizada entre ellos: la incorporaci¨®n al contrato laboral de una cl¨¢usula de despido discrecional, consistente en la m¨¢xima indemnizaci¨®n de 25 d¨ªas por a?o trabajado, hasta un m¨¢ximo de 15.
Ya se han producido las primeras reacciones contrarias por parte de los sindicatos mayoritarios, que no se muestran dispuestos a aceptar nuevas medidas que hagan a¨²n m¨¢s precario el empleo y que puedan desembocar en todo lo contrario de lo que se predica como contrapartida; es decir, una mayor disminuci¨®n de los contratos indefinidos, que, dicho sea de paso, son los ¨²nicos que garantizan una relaci¨®n humana y social de la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos: los trabajadores por cuenta ajena.
Pues bien, como simplista pero posible soluci¨®n, en contestaci¨®n a Joaquim Molins, que dec¨ªa hace pocos d¨ªas, en los Desayunos de Radio 1, hablando de este tema, que "aparte de la soluci¨®n propuesta (la ya citada), no conozco otra; no una mejor, sino simplemente otra". Yo, muy modestamente por supuesto, creyendo que es mejor, propongo esta:
1. Ya que todos -o la inmensa mayor¨ªa- aceptamos constituirnos en un Estado de derecho y bajo una Constituci¨®n democr¨¢tica, aceptemos consecuentemente que tambi¨¦n hemos de construir un Estado social. Y que para ello hemos de aceptar que lo primero es la persona y despu¨¦s todo lo dem¨¢s. No modificar las leyes laborales, sino suscribir un pacto de solidaridad, que, por medio de una moratoria -amparada en toda clase de cautelas-, derogue aqu¨¦llas de una manera excepcional, transitoria, parcial y condicional; es decir, s¨®lo para los nuevos contratos indefinidos; s¨®lo para un nuevo plazo fijo, ¨²nicamente prorrogable si, una vez concluido ¨¦ste, el ¨ªndice de paro se estableciese por debajo del 6%, por ejemplo, en una primera fase, y con vistas a su posible mejora. (Consensuando as¨ª una prueba para el "abaratamiento").
2. Reducci¨®n razonable y paulatina, pero continuada, de la jornada.
3. Mutua sinceridad, honradez y buena voluntad, con rec¨ªprocos sacrificios, podr¨ªan propiciar que, a medio plazo, se llegase a la soluci¨®n definitiva de flexibilidad a cambio de pleno empleo, mientras subsista.
Creo que es una soluci¨®n, al menos, razonable.-
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