La pena de muerte en Georgia
Mientras los atletas invocan en el estadio ol¨ªmpico el lema "m¨¢s alto, m¨¢s fuerte, m¨¢s lejos", 103 personas piden otro d¨ªa m¨¢s. Son los hombres muertos que caminan, los habitantes de los corredores de la muerte de las prisiones de Georgia, el Estado norteamericano en el que ya se est¨¢n celebrando, en Atlanta, los Juegos Ol¨ªmpicos."Como lugar de nacimiento del Movimiento de los Derechos Civiles, y para muchos la capital moderna de los Derechos Humanos, Atlanta refleja los altos ideales del olimpismo", rezaba la propagandacon la que las autoridadespresentaban la candidatura ol¨ªmpica. Sin embargo, un repaso a la aplicaci¨®n racista y arbitraria de la pena de muerte pone en entredicho tal afirmaci¨®n. As¨ª lo entendieron miles de personas, entre ellas casi 100.000 espa?oles, que han firmado un llamamiento organizado por Amnist¨ªa Internacional para pedir una moratoria en las ejecuciones y un debate sobre la pena capital. Entre los firmantes se encuentran el alcalde de la anterior ciudad ol¨ªmpica, Barcelona, Pascual Maragall, y otros 10 alcaldes de ciudades ol¨ªmpicas: Albertville, Amberes, M¨²nich, Lillehammer, Estocolmo, Amsterdam, Cortina d'Ampezzo, Grenoble, Chamonix y Atenas.
La aplicaci¨®n racista de la pena de muerte en Georgia ha provocado. varios debates cruciales en el Tribunal Supremo norteamericano, que provocaron incluso la paralizaci¨®n de las ejecuciones al inicio de los a?os setenta. A principios de este siglo, la aplicaci¨®n de la pena de muerte se relacion¨® estrechamente con la cuesti¨®n del linchamiento. Conforme los linchamientos se iban haciendo socialmente inaceptables, la exigencia p¨²blica de ejecutar a los presuntos culpables se satisfac¨ªa garantizando la aplicaci¨®n de la pena capital. En tre 1880 y 1930, en los Estados del sur de EE UU se linch¨® a 3.220 personas de raza negra, 460 de ellas en Georgia; esta cifra contrasta con las 723 personas de raza blanca linchadas en el mismo perio-do (49 de ellas en Georgia).
Entre 1924 y 1972,_ en Georgia se ejecut¨® (legalmente) a 337 negros y a 78 blancos. 66 hombres fueron ejecutados por violaci¨®n (ya no es un delito punible con la muerte), de los cuales 63 eran negros. Seg¨²n el censo de Georgia de 1990, las personas de raza negra constituyen el 27% de la poblaci¨®n. De los 20 reclusos ejecutados en Georgia desde 1983, 19 fueron condenados por asesinar a una persona blanca. Georgia es el quinto Estado de Estados Unidos en el que m¨¢s ejecuciones se han llevado a cabo desde el reinicio de las mismas en 1977. El m¨¦todo utilizado es la electrocuci¨®n. Los tres dict¨¢menes m¨¢s importantes del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre la pena de muerte han estado relacionados con causas del Estado de Georgia. En 1972, en Furman contra Georgia, el tribunal declar¨® inconstitucional la pena de muerte. En 1976, en el caso Gregg contra Georgia, se declararon contitucionales las leyes estatales revisadas sobre la pena de muerte, permitiendo, por tanto, la reanudaci¨®n de las ejecuciones.
. En una decisi¨®n clave tomada en 1987, el Tribunal Supremo rechaz¨® por cinco votos contra cuatro la apelaci¨®n del reo de muerte Warren McCIesky (McCIesky contra Kemp). McCIesky, de raza negra, declarado culpable del asesinato de un agente de polic¨ªa blanco, hab¨ªa argumentado que la pena de muerte en Georgia era inconstitucional porque se aplicaba de forma discriminatoria por motivos raciales. La afirmaci¨®n se basaba en un -exhaustivo estudio universitario de profesor David Baldus, de la Universidad del Estado de lowa. El estudio examinaba todas las declaraciones de culpabilidad por asesinato dictadas en Georgia entre 1973 y 1978 -m¨¢s de 600 casos-. Demostraba que los acusados negros y los acusados de matar a v¨ªctimas blancas ten¨ªan entre 4 y 11 veces m¨¢s posibilidades de ser condenados a muerte que otros acusados.
En una biograf¨ªa publicada en 1994, se pregunt¨® a Lewis Powell, ex juez del Tribunal Supremo que vot¨® en contra de la apelaci¨®n de McCIesky y el que redact¨® la opini¨®n de la mayor¨ªa, si hab¨ªa alguna causa en que desear¨ªa haber votado de otra forma. El juez Powell contest¨® "S¨ª, McCIesky contra Kemp". Reconoci¨® que no supo interpretar las conclusiones estad¨ªsticas del estudio de Baldus: "Mis conocimientos de an¨¢lisis estad¨ªstico son limitados o inexistentes". El juez Powell tambi¨¦n opin¨® que la pena de muerte deb¨ªa ser abolida y que, en caso de que siguiera formando parte del Tribunal Supremo, siempre- votar¨ªa en contra de esta pena.
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