La sangre del machete no se seca
Dos cooperantes espa?oles en Zaire y Ruanda relatan recientes experiencias de terror e incertidumbre
El pasado d¨ªa 1 Adolf F¨¤bregas, de 45 a?os, logista de la ONG Interm¨®n desde octubre de 1994 en el campo de refugiados ruandeses de Kibumba (Zaire), junto a Goma, compraba verduras en una casa. Eran las 10.30 de la ma?ana. Un soldado zaire?o de la ONU, borracho, le sac¨® a la calle. Adolf fue agredido por varios militares. La paliza sigui¨® en el cuartelillo y luego 35 kil¨®metros en coche, con botas pisote¨¢ndole. Total, unas tres horas. Adolf tiene rotas tres costillas y se recupera en Barcelona. Empieza a olvidar que le cerraron un ojo golpes, y las contusiones en nariz, mand¨ªbulas, dedos de los pies, y la sensaci¨®n de estar en el calabozo, atado y descalzo."Ojal¨¢ mi caso sirva de advertencia", dice Adolf. "La ONU paga en, Zaire, y bien, a unos militares que, como el jefe que me interrog¨®, pueden acusarte de dirigir ataques contra ellos, y decirte: 'No esperes que por ser blanco vas a salir bien; en Burundi mataron a blancos, y la reacci¨®n internacional fue nula'. Gente capaz de amenazar, en caso de otro ataque, con 'bajar a Goma', es decir pillaje puro. La ONU paga tambi¨¦n 780.000 pesetas a supervisores para controlar a sus soldados zaire?os, pero que ante casos como mi agresi¨®n se inhiben. E incluso paga a un alto mando, un estadounidense, que hasta las ocho de la tarde no, supo o no quiso liberarme".
F¨¤bregas insiste en que entre los refugiados que guardan memoria del machete estas cosas son cotidianas. "Saben inmediatamente todo hecho de san gre en Burundi, en Zaire, en Ruanda. Tienen un miedo atroz a volver a Ruanda. Y encima ahora hay violencia entre zaire?os: se quiere expulsar a todo zaire?o de expresi¨®n ruandesa. Ha llegado a haber 250.000 lugare?os huidos en la zona fronteriza a Ruanda. Es un polvor¨ªn: hutus contra tutsis, hunde contra hutus..."
La situaci¨®n sanitaria de los refugiados es "pasable", dice F¨¤bregas. "Interm¨®n ha realizado proyectos agr¨ªcolas, y ten¨ªamos uno de comida y apoyo a los ni?os de la calle, que tras un precipitado programa de inserci¨®n en familias pagado por Unicef se escapan y viven como pueden. Pero las tensiones pol¨ªticas pueden acabar estallando en toda la regi¨®n. Chirac no puede estrechar impunemente la mano de un Mobutu. Cuando un d¨ªa explote todo, nos llevaremos las manos a la cabeza. Me pregunto c¨®mo lo que todos sabemos que va a pasar no ha pasado a¨²n".
Ruanda tambi¨¦n est¨¢ caliente. "La administraci¨®n ha mejorado, pero sigue el miedo", dice I?aki Tirados, de 28 a?os, coordinador a?o y medio de Medicus Mundi. "Se ha superado la emergencia humanitaria de la ¨¦poca de las matanzas. Ahora trabajamos, con muchas trabas, en cinco centros de salud, un hospital y una escuela de enfermer¨ªa, y atendemos a unas 300.000 personas". En lo pol¨ªtico, se est¨¢ lejos de la estabilidad. "Las ¨²ltimas matanzas de Burundi o Zaire repercuten de inmediato", dice Tirados. "Nos consta que desaparecen presos, lo cual apunta al Gobierno; tambi¨¦n desaparecen testigos de las atrocidades que asolaron Ruanda, y ¨¦sos ser¨ªan cr¨ªmenes cometidos por infiltrados de los hutus duros que dominan los campos de refugiados en Zaire y hacen lo imposible para que la gente no vuelva a Ruanda". En el Gobierno del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s, oficialmente multi¨¦tnico, quienes cortan el baca lao, seg¨²n Tirados, son los tutsis liderados por Paul Kagam¨¦, que organizaron desde Uganda la resistencia antihutu. "Incluso los tutsis que se salvaron del genocidio hutu est¨¢n proscritos".
La saturaci¨®n en las grandes c¨¢rceles ha mejorado. "Pero hay cada vez m¨¢s presos en los centros comunales". Con todo, las c¨¢rceles se vac¨ªan de ni?os, porque por ley hay que liberar a los menores de 14 a?os. "Sigue habiendo una absoluta falta de jueces, la mayor¨ªa de los cuales era del anterior r¨¦gimen", afirma Tirados. "Pero la mayor parte del presupuesto se invierte en rehacer el tejido judicial".
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