La libertad y la muerte
Este a?o, la pastoral, representaci¨®n teatral que por rotaci¨®n organizan los peque?os pueblos de la comarca vasco-francesa de Zuberoa, ten¨ªa por tema la biograf¨ªa de Sabino Arana Goiri, el fundador del nacionalismo vasco. Como siempre, los vecinos de una peque?a localidad, en este caso Garindain, en las afueras de Maule¨®n, con 600 habitantes, hab¨ªan ensayado durante meses la sucesi¨®n de cuadros y cantos corales. Pero esta vez, bajo un sol de justicia, la muerte quiso intervenir en el estreno. En una de las escenas de contexto de la vida de Sabino, que presentaba la batalla entre carlistas vascos y militares espa?oles, uno de ¨¦stos se desplom¨® en el suelo. En principio no le extra?¨® el caso a nadie, porque el gui¨®n hablaba de heridos en el ficticio combate. Pero al concluir la obra el p¨²blico fue informado de que el improvisado actor, un veterano participante en las pastorales, al que tocara en ¨¦sta encarnar al general espa?ol, hab¨ªa muerto. Sobre el escenario pudo verse a las decenas de vecinos-actores destrozados por la noticia. Obviamente, no pudieron entonar el ¨²ltimo canto, donde el autor, el zuberotarra Allande Aguergaray, se hab¨ªa cuidado de introducir un mensaje de exaltaci¨®n de una Euskal Herria en paz.Tambi¨¦n se hab¨ªa preocupado con anterioridad de marcar las distancias respecto de los aspectos m¨¢s radicales de un Sabino ensalzado en cuanto fundador del nacionalismo vasco, de sus s¨ªmbolos y defensor del euskera. El personaje decisivo es aqu¨ª Ram¨®n de la Sota, qu¨¦ invita a Sabino a no ser del pasado y estar abierto a todos. Por eso el ep¨ªlogo advert¨ªa a los espectadores que si no compart¨ªan todas las ideas de Arana eran libres de hacerlo: lo importante era trabajar por Euskal Herria.
La advertencia es ¨²til cuando desde un nacionalismo radical nada tolerante se reivindica en estos d¨ªas airadamente la libertad de expresi¨®n, confundiendo la acci¨®n judicial con una persecuci¨®n contra la prensa independentista. Cuando basta asomarse a un n¨²mero cualquiera de sus diarios para comprobar c¨®mo no se limitan a exaltar mediante grandes titulares las acciones de ETA y a defender p¨¢gina a p¨¢gina todos los terrorismos nacionalistas (perd¨®n, "luchas armadas") que en el mundo son y han sido, sino que legitiman abiertamente la actual estrategia de ETA. Sirva por ejemplo el p¨¢rrafo admonitorio de la cr¨®nica semanal del lunes en Egin: "De superar situaciones injustas", escribe el cronista oficial, "se debe hablar al referirse al conflicto pol¨ªtico que enfrenta a los vascos con el Estado espa?ol, que en las ¨²ltimas fechas se ha manifestado, por parte vasca, con los ataques a cuarteles de la Guardia Civil y de la campa?a de bombas en zonas tur¨ªsticas de la costa mediterr¨¢nea". As¨ª que los vascos son ETA, y sus bombas el medio para "superar situaciones injustas". M¨¢s claro, imposible. Y una vez publicada tranquilamente tal justificaci¨®n del terrorismo, el diario se atreve a hablar de libertad amenazada.
M¨¢s bien los amenazados son los dem¨¢s. Y con especial incidencia en ese campo de la libertad de expresi¨®n, donde en muchos lugares de Euskadi cada cual habla, como ped¨ªa el cronista, sabiendo lo que se debe decir o callando. Fue muy significativo al respecto el debate que la televisi¨®n vasca hizo con motivo del 20? aniversario del secuestro y asesinato de Pertur, el poli-mili que defini¨® la deriva de ETA hacia la acci¨®n pol¨ªtica y desapareci¨® tras un corto viaje en coche con Apala y Pakito. Salvo una antrop¨®loga despistada, todos los participantes -y el propio moderador- parec¨ªan atados por un pacto de silencio. No hac¨ªa falta aqu¨ª que entrase en juego "la tarea represiva" del Estado. Volviendo al lenguaje de la pastoral, sigue el baile de los satanes.
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