A golpes

EL GOLPE de Estado ha hecho una vez m¨¢s su aparici¨®n en ?frica, en un m¨ªsero pa¨ªs como Burundi diezmado por la violencia que enfrenta a dos grandes tribus, los tutsis y los hutus, y que ha producido en los ¨²ltimos tres a?os decenas de miles de muertos. Pierre Buyoya, antiguo jefe del Estado, ha vuelto al frente de los tutsis, prometiendo paz y democracia. Dif¨ªcilmente podr¨¢ cumplir, aunque lo quiera, ninguno de esos buenos prop¨®sitos.El principal grupo guerrillero hutu -que cuenta con bases en Zaire- ha se?alado que proseguir¨¢ la lucha a pesar de los llamamientos de Buyoya. La crisis estaba anunciada. Burundi es de esos casos que se estudiaban como crisis anticipadas en las escuelas de diplomacia.

En un pa¨ªs en que los hutus son mayor¨ªa demogr¨¢fica mandaban los tutsis, que controlan el Ej¨¦rcito. Al menos desde 1993, en que fue asesinado el primer presidente hutu del pa¨ªs en un golpe fallido que gener¨® m¨¢s de 50.000 muertos, Burundi ha convivido con un elevado grado de violencia pol¨ªtico-¨¦tnica. Ante las recientes matanzas de centenares de tutsis huidos de Ruanda a campos de refugiados en Burundi, los tutsis han reaccionado con un golpe de Estado para quitar al presidente hutu Sylvestre Ntibantunganya, refugiado en la Embajada de EE UU ante el comprensible temor de ser asesinado. De esta forma se pone fin a una experiencia de poder compartido con un primer ministro tutsi.

Las reacciones internacionales no han tardado en llegar ante el temor de una Ruanda II, con una huida ,o expulsi¨®n masiva de hutus. La Comisi¨®n Europea ha anunciado que corta sus ayudas. EE UU anuncia que no reconocer¨¢ al nuevo r¨¦gimen. Pero m¨¢s all¨¢ de estos gestos, ?qu¨¦ puede hacer la comunidad internacional? La prevenci¨®n hubiera sido quiz¨¢ m¨¢s f¨¢cil que la curaci¨®n. Llegados a este punto, dif¨ªcil ser¨¢ que la comunidad internacional se imponga con firmeza para establecer la ley y el orden en un pa¨ªs que poco le importa. Cortar la ayuda internacional -pese a que en ocasiones se desv¨ªe hacia las oligarqu¨ªas locales penalizar¨¢ sobre todo a unas poblaciones ya de por s¨ª castigadas.

Las circunstancias reclamar¨ªan una intervenci¨®n internacional. Pero toda intervenci¨®n requiere que la mande un pa¨ªs, como se ha demostrado en los ¨²ltimos a?os ante las limitaciones que ha mostrado la ONU para ejercer funciones de mando. La Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA) estaba, con el concurso norteamericano, preparando con sumas dificultades una operaci¨®n de pacificaci¨®n que las dos partes enfrentadas rechazaban y que plantea la necesidad de una voluntad pol¨ªtica previa. El golpe de Buyoya probablemente la dificultar¨¢ a¨²n m¨¢s. La comunidad internacional, m¨¢s que aislar al pa¨ªs, deber¨ªa presionar para la b¨²squeda de soluciones pol¨ªticas que permitan la convivencia entre etnias o tribus condenadas a compartir territorio e incluso otros atributos de identificaci¨®n.