"?Yo exigente?"
Fabio Capello impone en el Real Madrid un duro r¨¦gimen interno
Cuando Benito Floro lleg¨® con sus normas al vestuario madridista, algunos comentaban ir¨®nicamente: "Parece que viene del Milan".Con Fabio Capello no hay duda en ning¨²n sentido. La dureza y frecuencia de sus entrenamientos, su rigidez con los horarios y la distancia que guarda en el trato con los jugadores han cambiado el d¨ªa a d¨ªa del equipo.La disciplina del entrenador italiano queda reflejada en cada entrenamiento. La sesi¨®n matinal comienza oficialmente a las diez, pero media hora antes todos los jugadores est¨¢n vestidos con la ropa de faena. Antes de que Capello salga al campo los futbolistas improvisan un rondo con bal¨®n, "y si no quieres salir del vestuario, te sacan", comenta un internacional con cara de cansado. Sobre el c¨¦sped todo es seriedad, hasta la vestimenta: el cuerpo t¨¦cnico lleva peto blanco, los utilleros peto naranja y los jugadores van uniformados de negro. Nadie puede romper la armon¨ªa. Capello ordena y dirige todo desde el centro del campo Nunca juega al f¨²tbol con sus hombres; si acaso lanza alg¨²n disparo a puerta al final de la sesi¨®n, antes de sus 20 minutos de carrera diarios.
A la hora de la comida es obligatoria la puntualidad. Los jugadores apenas tienen tiempo de atender a la prensa al llegar al hotel y pasan como centellas hacia el comedor. El r¨¦gimen alimenticio es controlado por el doctor Alfonso del Corral, aunque el entrenador tambi¨¦n ha dado sus directrices. Tras el almuerzo todos tienen que descansar en sus habitaciones. Capello se ajusta a la m¨¢xima de "cuando no se trabaja se descansa". El caf¨¦ de despu¨¦s de comer no existe.
Tampoco hay merienda. De la agradecida siesta se pasa sin dilaci¨®n al entrenamiento ves pertino. Aqu¨ª acuden bastantes curiosos y Capello ya ha dado muestras de que no le gustan mucho los aficionados cuando trabaja. En una ocasi¨®n se encar¨® a un joven que animaba con gritos desde la banda. "?Es que no puedes estarte callado?", le dijo en italiano.
Todo el mundo parece centrado en el trabajo. Los futbolistas apenas tienen tiempo libre y se dejan ver poco por las zonas comunes del hotel. A pesar de que Capello impone como hora l¨ªmite las 23.30 horas para subir a dormir, la gran mayor¨ªa pasa de la cena a la habitaci¨®n. Los jugadores est¨¢n cansados y s¨®lo los j¨®venes se aventuran a dar un paseo y jugar una partida en las m¨¢quinas de un cercano billar. Las mesas de juego del hotel est¨¢n desiertas, a Capello no le gusta ver jugar a las cartas a sus futb¨®listas. Las tertulias con la prensa tambi¨¦n han desaparecido. La confianza que otros t¨¦cnicos otorgan no le vaa Capello. Sus contactos con los periodistas son siempre canalizados a trav¨¦s del jefe de prensa del club.
Hace unos d¨ªas, en el vestuario del campo de entrenamiento el t¨¦cnico habl¨® con jugadores y ayudantes. Les pidi¨® respeto entre todos y que cada uno se centrara en su trabajo. Un tel¨¦fono m¨®vil que suena en el vestuario o en el comedor es una falta de respeto. Tambi¨¦n lo es molestar a un compa?ero con bromas mientras come o se entrena.
Los m¨¦todos de este italiano del norte, que aparenta menos de los 50 a?os que tiene, causaron inicialmente alg¨²n recelo. Jugadores y ayudantes siguen actuando con precauci¨®n, pero parece que lo van asimilando bien. Incluso algunos se atreven a afirmar que se est¨¢ consiguiendo crear un esp¨ªritu de gran equipo que parec¨ªa perdido. Hasta Capello parece m¨¢s relajado cuando dice:"?Yo exigente? Esto es normal para m¨ª, es una disciplina normal. No es una disciplina militar".
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