El error

Hablar de independencia de C¨®rcega es deliberadamente provocador. Despu¨¦s de todo, la isla es francesa, y jam¨¢s se ha visto que una mayor¨ªa de corsos haya decidido que debe ser de otra manera. ( ... ) Desde hace 20 a?os, los corsos juegan a meterse y meternos miedo. Enarbolan la independencia como una bandera, acentuando sobre todo lo que los diferencia de los continentales. En consecuencia, si en la actualidad los corsos no quieren separarse de Francia, muchos franceses se separar¨ªan de buen grado de C¨®rcega. (...) En los ¨²ltimos 20 a?os, la ef¨ªmera C¨®rcega independiente del siglo XVIII ha servido de modelo a una parte de la juventud insular. ( ... ) La isla vivi¨® momentos convulsos en los a?os setenta. Volvi¨® al pasado para mejor conjurar el porvenir. ( ... ) C¨®rcega so?¨® con otra C¨®rcega, y en sus sue?os se olvid¨® de la realidad. Fue el comienzo del gran resbal¨®n. ( ... ) Los corsos, como todos, han echado sus cuentas. Han calibrado la espantosa derivaci¨®n del nacionalismo insular. ( ... ) Ya no se matan unos a otros por razones pol¨ªticas, sino por el poder y por la pasta. La estrategia del asesinato y la corrupci¨®n es denunciada con gran energ¨ªa por muchos corsos. ( ... ) Ya no dicen que hay demasiado Estado en C¨®rcega, sino, por el contrario, que no hay suficiente. No comprenderlos ser¨ªa un error de graves consecuencias. Si los corsos deben saber lo que quieren, nosotros tambl¨¦n.

28 de julio