Medios y fines
La comparecencia el pasado lunes del ministro del Interior ante la comisi¨®n del Congreso para informar sobre la expulsi¨®n de 103 inmigrantes ilegales africanos, transportados en cinco aviones militares a Camer¨²n, Senegal, Mal¨ª y Guinea Bissau a finales. de junio, ha permitido conocer la versi¨®n oficial y las explicaciones gubernativas de esa penosa odisea. Los incidentes causados el pasado domingo en el aeropuerto madrile?o de Barajas por un grupo de 16 guineanos, renuentes a ser devueltos a su pa¨ªs de origen, muestran c¨®mo las restricciones fronterizas impuestas a Espa?a por la Uni¨®n Europea est¨¢n creando un conflicto end¨¦mico que pone demasiadas veces en riesgo el respeto por los derechos humanos de los inmigrantes ilegales.El ministro Mayor Oreja reconoci¨® anteayer que la deportaci¨®n de los 103 africanos llegados a Melilla sin papeles no fue una operaci¨®n mod¨¦lica y mantuvo un tono razonablemente autocr¨ªtico a lo largo del debate parlamentario. Queda vivo el recuerdo, sin embargo, de los desprop¨®sitos vertidos por otros altos cargos del Gobierno desde que la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR), Amnist¨ªa Internacional, el Defensor del Pueblo y un sindicato policial llamaron la atenci¨®n sobre el incumplimiento de algunos tr¨¢mites de la ley de Extranjer¨ªa en el procedimiento de expulsi¨®n, la sedaci¨®n a hurtadillas de los deportados, la falta de vacunaci¨®n de los polic¨ªas de escolta y el empleo de fondos reservados para abrir las puertas de algunos pa¨ªses africanos. Las exculpaciones iniciales disparadas a bote pronto por los dirigentes del PP para protegerse de esas primeras denuncias pertenecen al m¨¢s viejo repertorio ret¨®rico del poder. Aznar levant¨® el tel¨®n con una formulilla autoritaria ("hab¨ªa un problema y se ha solucionado") dirigida a justificar, no ya los malos medios por los buenos fines, sino el contenido de cualquier fin por la eficacia del medio utilizado para conseguirlo. En este despliegue argumental para silenciar las cr¨ªticas no pod¨ªa faltar la pretensi¨®n del Gobierno de fijar la agenda de las noticias que los medios deben publicar y los ciudadanos leer o escuchar; Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, se?al¨® que la deportaci¨®n de los 103 inmigrantes ilegales era un asunto menor abultado artificiosamente por el nerviosismo de los socialistas.Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, secretario de Estado de Comunicaci¨®n, calific¨® de "irresponsables" las informaciones del sindicato policial que hab¨ªa denunciado las irregularidades; sin temor a contradecirse al reconocer impl¨ªcitamente la veracidad de esa noticia, insinu¨® al mismo tiempo ("no se ha hecho nada especial que no se viniera haciendo antes: se ha hecho como se ha hecho siempre") que los m¨¦todos utilizados para expulsara los inmigrantes ilegales de Melilla eran id¨¦nticos a los procedimientos empleados por el Gobierno socialista en operaciones semejantes. Ignacio Gil L¨¢zaro, portavoz del PP en la Comisi¨®n de Interior, llev¨® el argumento hasta el final al afirmar que "el partido de los GAL no puede dar lecciones de derechos humanos" a los populares; las implicaciones de esa premisa son a la vez absurdas y aterradoras: si las denuncias contra el Gobierno Aznar fuesen deso¨ªdas o archivadas por el simple hecho de que el PSOE las formulase o las apoyara, el PP entrar¨ªa en un reino de completa impunidad.
Caso de prosperar esa extravagante doctrina, las cr¨ªticas de los populares a los socialistas durante la anterior legislatura por sus responsabilidades en casos de terrorismo de Estado y de corrupci¨®n quedar¨ªan despojadas retrospectivamente de autenticidad y de sentido. En cualquier caso, los errores o los delitos cometidos por los gobernantes del PSOE nunca justificar¨ªan a sus sucesores en el poder para perpetrar id¨¦nticos pecados; la suposici¨®n de que los precedentes del pasado pudieran servir al PP como un cheque en blanco para actuar a su antojo es democr¨¢ticamente aberrante y jur¨ªdicamente insostenible.
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