Los pa¨ªses vecinos imponen sanciones a Burundi tras el golpe de Estado
Desde la ciudad tanzana de Arusha, los l¨ªderes de la desgarrada regi¨®n de los Grandes Lagos enviaron ayer una ins¨®lita advertencia a Pierre Buyoya, el comandante que se hizo con el poder en la diminuta Rep¨²blica de Burundi el pasado 25 de julio. O se garantiza el retorno a la democracia contando con todas las fuerzas pol¨ªticas o, adem¨¢s del embargo econ¨®mico decidido ayer, los pa¨ªses vecinos impondr¨¢n nuevas sanciones a un pa¨ªs empobrecido por la guerra civil, desangrado por las matanzas y a merced de la ayuda internacional.
Uganda y Tanzania, que encabezan el grupo de naciones que pretenden tutelar el futuro de Burundi y evitar una repetici¨®n del genocidio que se abati¨® sobre Ruanda en 1994, volvieron a insistir en la necesidad de desplegar tropas para imponer la paz. Mientras tanto, en Bujumbura, Buyoya empez¨® a mostrar sus cartas, aparentemente ajeno a las condiciones de Arusha: Pascal Firmin Ndimira, un hutu moderado, experto en agronom¨ªa y consultor del Banco Mundial, fue elegido nuevo primer ministro.Buyoya intent¨® el martes, en un viaje rel¨¢mpago a Kampala, ganarse el respaldo de Yoweri Museveni, el presidente ugand¨¦s que tanto debe a los tutsis en su victoria frente al dictador Milton Obote, y del ex presidente tanzano Julius Nyerere, uno de los l¨ªderes hist¨®ricos africanos que no ha dilapidado su prestigio. Pero Buyoya tendr¨¢ que demostrar todav¨ªa mucha habilidad para lavar el pecado de origen de su poder (un golpe de Estado del mono¨¦tnico Ej¨¦rcito burund¨¦s, tutsi en un 95% pese a ser los tutsis s¨®lo el 14% de la poblaci¨®n).
Mientras que buena parte de la comunidad diplom¨¢tica europea salud¨® con un suspiro de alivio la llegada de Buyoya a la presidencia, los pa¨ªses de la regi¨®n de los Grandes Lagos se siguen mostrando reticentes a dar carta blanca a la estrategia del comandante Buyoya, que ya se hizo con el poder mediante un golpe incruento en 1987, aunque despu¨¦s cedi¨® el poder al hutu Melcior Ndadaye, que le gan¨® las primeras elecciones democr¨¢ticas en 1993. Claro que desde entonces -Ndadaye fue eliminado por un golpe militar cien d¨ªas despu¨¦s de llegar al poder-, Burundi ha vivido encharcada en sangre, y el Ej¨¦rcito y la impunidad no han sido ajenos a una situaci¨®n pol¨ªtica condenada, en la que las guerrillas hutus que atacan guarniciones y campos de refugiados desde Zaire encuentran argumentos en el control absoluto del poder que ha disfrutado siempre la minor¨ªa tutsi.
Veto a Buyoya en Arusha
Buyoya no fue invitado a la cumbre de ayer en Arusha, y s¨®lo pudo enviar una representaci¨®n de bajo nivel. Los pa¨ªses de la regi¨®n, con Tanzania a la cabeza, dictaron severas sanciones econ¨®micas contra Burundi por no respetar la democracia y tolerar las matanzas, y planean cortar tambi¨¦n el suministro de combustible y los enlaces ¨¢ereos. A trav¨¦s de Tanzania circula el grueso de las mercanc¨ªas que alimentan el comercio y el mercado interior de Burundi.Los pa¨ªses reunidos en Arusha volvieron a mostrar su determinaci¨®n de llevar adelante la resoluci¨®n de la ¨²ltima cumbre de la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA): desplegar 25.000 hombres en Burundi para poner fin a las matanzas. Una propuesta que desat¨® un gran debate en Burundi y que tiene pocos adeptos en el pa¨ªs.
Las diferencias entre el presidente Sylvestre Ntinbantunganya, hutu, todav¨ªa refugiado en la residencia del embajador de Estados Unidos en Bujumbura, y su primer ministro, Antoine Ndwayo, tutsi, ten¨ªan bloqueada la acci¨®n de Gobierno, y el env¨ªo de una fuerza de paz interafricana agrav¨® la enemistad pol¨ªtica. Buyoya esgrimi¨® la falta de iniciativas y el agarrotamiento gubernamental para detener las matanzas como una de las razones para su golpe.
El nombramiento de Pascal Firmin Ndimira, de 49 a?os, como nuevo primer ministro, fue recibido ayer con satisfacci¨®n por parte de la colonia extranjera, que considera a Ntinbantunganya como un cad¨¢ver pol¨ªtico.
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