Apoyo al cine
EL CINE espa?ol est¨¢ necesitado de cuidados y apoyos si no s¨®lo ha de sobrevivir, sino convertirse en una industria cultural pujante. Debe premiarse la calidad tanto como la producci¨®n. Las intenciones del Gobierno para regular la industria cinematogr¨¢fica en nuestro pa¨ªs, a pesar de ser en buena parte prolongaci¨®n de planes del anterior equipo socialista, generan preocupaciones. De hecho, lo que se pretende es un desarrollo por decreto -como estaba previsto- de la Ley de Protecci¨®n y Fomento de la Cinematograf¨ªa de 1994, que vac¨ªa el contenido del texto legislativo. Si la anterior no sirve ya, tales cambios en profundidad en una industria de esta naturaleza requerir¨ªan un debate parlamentario para aprobar una nueva ley.Las cuotas de pantalla constituyen un instrumento de gran importancia para favorecer al sector en Espa?a. Pero no han tenido los efectos deseados. El cine espa?ol no ha podido generar unas pel¨ªculas capaces de conectar con la demanda del p¨²blico. En la actualidad es obligatorio exhibir una pel¨ªcula europea (incluidas las espa?olas) por cada dos no europeas (l¨¦ase norteamericanas). Aligerar esta cuota -como anuncia el borrador de decreto- y pasar a una relaci¨®n de uno a tres puede facilitar esta coincidencia entre oferta y demanda espa?olas, siempre que se acompa?e de otras medidas. Pero ni el sector espa?ol ni el Gobierno parecen utilizar esta flexibilizaci¨®n para lograr a cambio que la industria norteamericana acompa?e a la espa?ola en una mayor penetraci¨®n del mercado de habla hispana en toda Am¨¦rica, mercado que puede tardar a¨²n a?os en constituirse en realidad.
El otro elemento de protecci¨®n del cine espa?ol, las licencias de doblaje en Espa?a para pel¨ªculas no europeas, resulta a estas alturas obsoleto y pertenece m¨¢s a un modelo de pasado que de futuro. A pesar de su af¨¢n liberalizador, el Gobierno no se propone eliminarlas, sino flexibilizarlas. Favorecen m¨¢s al cine en catal¨¢n -propio o europeo- que en castellano.
Adem¨¢s de instrumentos de pol¨ªtica defensiva, el cine espa?ol requiere de medidas activas, fundamentalmente en forma de ayudas p¨²blicas. De nuevo, en este terreno, el Gobierno ha expresado p¨²blicamente opiniones confusas y ha lanzado algunos globos sonda de diverso tenor. El cine espa?ol necesita ayudas p¨²blicas para sobrevivir. M¨¢s a¨²n cuando Televisi¨®n Espa?ola no parece dispuesta a continuar su pol¨ªtica de producci¨®n y promoci¨®n del cine espa?ol. Incluso las pel¨ªculas de ¨¦xito requieren ayudas para que sus productores puedan invertir en otros valores menos seguros.
A partir de ah¨ª, es discutible cu¨¢l es la f¨®rmula m¨¢s eficiente. Pasar a un sistema de subvenciones en funci¨®n del resultado -o con devoluci¨®n de las subvencionesa posteriori, es decir, en taquilla -como baraja el Gobierno-, plantea grandes problemas cuando tal recaudaci¨®n representa una parte minoritaria -en tomo al 10% de media- de lo que ingresa una pel¨ªcula. M¨¢s razonable parecer¨ªa partir de unas ayudas m¨ªnimas y autom¨¢ticas. Y nuevas medidas para favorecer la exportaci¨®n de productos cinematogr¨¢ficos espa?oles.
Parece poco razonable que las subvenciones a la industria cinematogr¨¢fica procedan de una tasa sobre las entradas, idea manejada desde el Gobierno, aunque niegue su autor¨ªa. Incrementar el precio de las entradas disuadir¨ªa a buen n¨²mero de espectadores y lograr¨ªa un efecto contrario al buscado. El cine espa?ol no pide un proteccionismo a ultranza, pero s¨ª una cierta protecci¨®n y ayuda para sobrevivir con dignidad en un mundo crecientemente dominado por la avasalladora capacidad, norteamericana de producci¨®n y distribuci¨®n. Y sobre todo pide respeto, y no desprecio, por parte de unos gobernantes que se supone deben mimarlo.
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