Mart¨ªn Fiz pag¨® con l¨¢grimas su error
El campe¨®n del mundo, cuarto, no respondi¨® a un temprano ataque de Thugwane y obtuvo "el puesto m¨¢s ingrato"
Iba algo m¨¢s de hora y media de carrera y Thugwane (Sur¨¢fica) se adelant¨® unos metros para- refrescarse. Mir¨® hacia atr¨¢s, vio que nadie ten¨ªa prisa y no esper¨® a que el grupo le cogiera. Lee (Corea) reaccion¨® enseguida y se fue hacia ¨¦l. Al rato, Wainaina (Kenia) hizo lo mismo. La carrera, repentinamente, se aceler¨® y qued¨® rota despu¨¦s de 31 kil¨®metros sin pasar nada. Mart¨ªn Fiz les dej¨® irse. Tras ¨¦l s¨®lo quedaban otros dos surafricanos, un mexicano y gente muy desperdigada atr¨¢s. El paso de los kil¨®metros hab¨ªa ido minando a la gran mayor¨ªa de los 122 participantes. Consider¨® que a¨²n era muy pronto para atacar. Los nueve kil¨®metros que faltaban se encargar¨ªan de castigarles su osad¨ªa.Tres cuartos de hora despu¨¦s, Mart¨ªn Fiz, abatido, sentado sobre un caj¨®n, a 15 metros de la meta, lanz¨® un pu?etazo contra su asiento, cogi¨® la toalla que le rodeaba el cuello y se tap¨® la cara con ella para ocultar las l¨¢grimas. Hab¨ªa cometido el error de su vida, el ¨²ltimo en unos Juegos Ol¨ªmpicos: "Desgraciadamente han sido los ¨²ltimos en los que he participado. Los de Sidney me pillar¨¢n muy lejos, con 37 a?os. He perdido m¨ª oportunidad".
Fiz dej¨® escaparse a los que luego ser¨ªan los tres primeros por un exceso de confianza, porque estim¨® que ¨¦sa no era la escapada buena, y de precauci¨®n, porque hasta el kil¨®metro 35 no quer¨ªa atacar. Al surafricano y al keniano apenas les conoc¨ªa. El primero, de un correr espantoso, con los brazos encogidos, no ten¨ªa m¨¢s palmar¨¦s que dos victorias. en maratones de escasa entidad: Honolol¨² y Ciudad del Cabo; el segundo hab¨ªa sido 18? en los Mundiales del a?o pasado, que gan¨® Cacho. El coreano ya era otra cosa, porque Fiz le gan¨® en marzo por un solo segundo, pero como fue en un marat¨®n disputado en su propio pa¨ªs, actu¨® sobremotivado y por encima de sus posibilidades.
Quedaba mucha distancia y los rivales. que vigilaba estaban por detr¨¢s. Durante un tiempo se limit¨® a mantener las distancias con el tr¨ªo de escapados. Dio por bueno concederles 100 metros. Lleg¨® un momento en que hab¨ªa que reaccionar. Nueve kil¨®metros hasta la meta eran muchos, pero los tres inmediatos pasaron r¨¢pido y la diferencia no mermaba. Fiz busc¨® alianza con Germ¨¢n Silva (M¨¦xico), a quien consideraba uno de los rivales m¨¢s peligrosos, m¨¢s que el propio Cer¨®n, tambi¨¦n mexicano, al que en los Mundiales le permiti¨® escaparse, pata atraparle despu¨¦s. Pero Silva no le ayud¨®, porque no pod¨ªa. Al poco tiempo se rezag¨®.
Qued¨® solo Mart¨ªn Fiz en una lucha contra tres. Faltaban cinco kil¨®metros y era necesario neutralizar 15 segundos. La empresa era colosal. ?I era capaz de correr a menos de tres minutos el kil¨®metro, pero no durante tanto tiempo. Suced¨ªa que, de lo contrario, no le iba a dar tiempo a alcanzarles.
No qued¨® m¨¢s que una esperanza: que la lucha entre los tres de cabeza dejara destrozado a alguno. Mas no hubo batalla hasta que tuvieron el estadio a la vista. Entre acelerones y acuerdos, Fiz, corriendo en solitario y contrarreloj, no pod¨ªa disminuir ni un metro la diferencia. La victoria, imposible; si acaso subir al podio, caso de que recogiera alg¨²n cad¨¢ver que dejara la lucha final.
Fueron unos kil¨®metros amargos, terribles, porque Fiz se iba acercando al puesto que ¨¦l mismo califica como "el m¨¢s ingrato". Ceder, nunca, porque entonces no quedar¨ªa ni cuarto; corr¨ªa hacia su destino todo lo deprisa que era capaz. Consum¨® su clasificaci¨®n en el estadio y permaneci¨® cuatro minutos, sentado, digiriendo la derrota. Hab¨ªa cumplido escrupulosamente con la estrategia trazada: no alarmarse de cuanto pasara hasta el kil¨®metro 35. Era el campe¨®n y ten¨ªa que mantenerse fr¨ªo ante cuantos ataques le lanzaran, porque los continuos toboganes del circuito pod¨ªan convertirse en una trampa.
Se equivoc¨®. No hay m¨¢s explicaciones. "La estrategia no ha funcionado", admiti¨®. Si no fuera el campe¨®n del mundo y de Europa, si no hubiera perseguido la triple corona, si hubiese corrido como un novato que no tuviera nada que perder, entonces s¨ª habr¨ªa seguido a los que se fugaron. Eso seguro, porque el ataque ni result¨® contundente, ni es que Fiz no hubiera podido responder. Simplemente, no quiso. "He reaccionado tarde", reconoci¨®. De no haber sido as¨ª, podr¨ªa haber sido igualmente cuarto o primero, pero al menos hubiera tenido opci¨®n a luchar por las medallas. Su pasividad en un momento clave se lo impidi¨®. El a?o pasado acert¨®, hace dos tambi¨¦n y en ¨¦ste err¨®.
La carrera de Alberto Juzdado, y Daniel Garc¨ªa fue otra cosa. No pudieron seguir nunca el ritmo de cabeza. La humedad y participar en la carrera m¨¢s- dura del mundo les hizo mella. Esta vez les toc¨® a todos perder. Pero hay. un futuro: el pr¨®ximo a?o hay Mundial y dentro de cuatro, Juegos en Sidney. Aunque Fiz diga que "el tren ol¨ªmpico s¨®lo pasa una vez cada cuatro a?os" y para entonces tendr¨¢ 37, Carlos Lopes (Portugal) gan¨® en Los ?ngeles con 38.
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