El Atl¨¦tico reinstaura la ley del bal¨®n parado

Andaba preocupado por el bal¨®n Milinko Pantic. Al serbio, el rey de las acciones a bal¨®n parado, no le acababa de convencer la pelota con la que debe jugarse el pr¨®ximo campeonato. Que si pesa poco, que si tiene un tacto diferente, que si no le coge el punto... El caso es que no le gustaba nada. Y el colchonerismo, claro, se hab¨ªa alarmado, no fuera a perder de pronto por la dichosa pelotita su mejor argumento de ataque. La cita de ayer vino a tranquilizar a los atl¨¦ticos: con el nuevo bal¨®n, Pantic sigue fino a bal¨®n parado.Lo demostr¨® primero con una rosca fabulosa en el saque de una falta directa. El bal¨®n no viaj¨® excesivamente fuerte, pero s¨ª muy colocado, y, tras golpear en una esquina del larguero, entr¨® en la porter¨ªa: el remate de Pantic estaba a salvo. ?Y sus centros precisos? Tambi¨¦n. 20 minutos despu¨¦s del primer gol, en un c¨®rner, el serbio descubri¨® a Caminero solo dentro del ¨¢rea peque?a y all¨¢ le mand¨® la pelota: 2-0. El Atl¨¦tico, como en los viejos tiempos, se pon¨ªa un partido de cara gracias a las acciones est¨¢ticas.

Porque esas dos acciones a bal¨®n parado rompieron un encuentro que naci¨® dividido, con ocasiones del lado atl¨¦tico (firmadas principalmente por Caminero, en noche inspirada) y del vallisoletano. El Valladolid se present¨® casi igual que como acab¨® la temporada pasada. Con el mismo sistema (un 5-3-2 defensivo) y casi los mismos mimbres (s¨®lo dos novedades: el colombiano Lozano, un medio centro de buen toque pero de recorrido lento, y V¨ªctor, un punta escurridizo). Y en esa fase inicial de la reuni¨®n, y a la contra, los de Cantatore pusieron en algunos aprietos al Atl¨¦tico, que experiment¨® con una defensa muy adelantada que buscaba con insistencia los fueras de juego. Los apuros quedaron clausurados con las dos apariciones de Pantic.

Alcanzada la primera hora de juego, con la llegada del cansancio y de la ruleta de cambios por ambos bandos -Esn¨¢ider se fue a los 57 minutos y dej¨® tras de s¨ª un deb¨² m¨¢s bien discreto-, el partido enloqueci¨®: lleg¨® el cabezazo de Fernando (m. 66), que, a modo de venganza, vino a bal¨®n parado; le sucedi¨® Juan Carlos (m.73), con un golazo, y todav¨ªa dio tiempo para otro tanto, el de Peternac (m. 78). Pero la suerte estaba echada desde mucho antes, desde el preciso instante en el que Pantic decidi¨® reconciliarse con el nuevo bal¨®n.