Manifiesto de El Escorial
A Su Majestad el Rey, al presidente del Gobierno, a las autoridades cient¨ªficas y acad¨¦micas de la naci¨®n y a la opini¨®n p¨²blica:Los cient¨ªficos abajo firmantes, participantes en las Conversaciones Cient¨ªficas celebradas en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial, considerando que:
1. Desde la Ilustraci¨®n del siglo XVIII, la ciencia y la tecnolog¨ªa est¨¢n ¨ªntimamente unidas a la buena fortuna de la empresa humana, pues la capacidad de entender y aplicar las leyes de la naturaleza es esencial para el progreso y la prosperidad de las naciones.
2. Pero en Espa?a no triunf¨® plenamente la Ilustraci¨®n, agrav¨¢ndose as¨ª una carencia cient¨ªfica ya existente, lo que condicion¨® de modo muy negativo nuestra vida econ¨®mica y pol¨ªtica durante el siglo XIX y gran parte del XX. Como resultado, hay una relaci¨®n de causalidad muy directa entre esa carencia cient¨ªfica y nuestra situaci¨®n desfavorable de riqueza relativa respecto a los pa¨ªses avanzados o en el seno de la Uni¨®n Europea. A ello se debe sin duda nuestra manifiesta incapacidad de corregir nuestras graves cifras de paro, ya que, para hacerlo, es necesario mejorar antes la eficacia y competitividad de las empresas en un mundo interdependiente que se basa cada vez m¨¢s en la innovaci¨®n tecnol¨®gica.
3. En los ¨²ltimos 25 a?os la ciencia espa?ola ha experimentado un desarrollo muy fuerte, de manera que hoy tenemos un buen nivel en la mayor¨ªa de los campos, y grupos y figuras destacadas con contribuciones importantes en muchos. Pero se dan dos caracter¨ªsticas que hay que conocer: 1) el n¨²mero de investigadores por habitante sigue siendo muy bajo, menos que la mitad del de la Uni¨®n Europea, por ejemplo, y 2) la relaci¨®n entre ciencia y tecnolog¨ªa, es decir, entre la ciencia y el mundo productivo es muy escasa.La ciencia b¨¢sica ha crecido mucho m¨¢s que sus aplicaciones pr¨¢cticas, empeorando as¨ª en t¨¦rminos relativos el desequilibrio que ya exist¨ªa.
4. Una consecuencia grave es el fuerte descenso en la clasificaci¨®n mundial de la competitividad que estamos sufriendo estos a?os. Pues, mientras en Espa?a no se establezca una relaci¨®n m¨¢s fluida entre ciencia y sus aplicaciones, las empresas espa?olas estar¨¢n en desventaja frente a sus competidores extranjeros. Aceptar, como soluci¨®n, que nuestra econom¨ªa se base sobre todo en los servicios significar¨ªa renunciar a que Espa?a sea un pa¨ªs creativo en el seno de las naciones avanzadas e implicar¨ªa relegamos, nosotros mismos, a un papel secundario y subalterno.
En 1975, el gran reto de Espa?a era acceder a las formas pol¨ªticas habituales en las naciones democr¨¢ticas; conseguimos hacerlo gracias a un esfuerzo colectivo lleno de ilusi¨®n. Pero, aunque necesarias, las formas pol¨ªticas no son suficientes para integramos plenamente en el grupo de las naciones avanzadas. Es necesario tambi¨¦n asegurar el futuro econ¨®mico e industrial mediante una relaci¨®n ciencia-tecnolog¨ªa que asegure la innovaci¨®n y la competitividad de las empresas. Esto es as¨ª porque en el mundo de hoy s¨®lo se puede competir o con salarios bajos o con capacidad de innovaci¨®n tecnol¨®gica y Espa?a est¨¢ obligada a seguir esta segunda v¨ªa si quiere evitar que su futuro corra un serio riesgo.
La situaci¨®n exige cambiar algunos h¨¢bitos y actitudes caracter¨ªsticos de la cultura espa?ola, lo que puede y debe hacerse manteniendo y potenciando el gran legado de nuestra tradici¨®n human¨ªstica. El desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico que proponemos no se basa en ning¨²n enfrentamiento entre lo que se llama las dos culturas, sino, muy al contrario, en una progresi¨®n conjunta que beneficie a las dos al hacer que se comprendan y complementen mejor. Pues creemos que insertar efectivamente la ciencia en nuestro mundo cultural, es una necesidad hist¨®rica que debe considerarse como el gran reto espa?ol del momento. Por todo ello,
Manifestamos:
1. El problema de la ciencia en Espa?a debe ser considerado como una cuesti¨®n de Estado. Tambi¨¦n como un grave problema cultural, ya que ni la opini¨®n p¨²blica ni muchos dirigentes pol¨ªticos o econ¨®micos son conscientes de esta ra¨ªz de muchos de nuestros males. Es preciso abrir un debate nacional en el que los medios de comunicaci¨®n deben jugar un papel muy importante.
2. Esa discusi¨®n debe incluir una comunicaci¨®n fluida entre las universidades y centros p¨²blicos de investigaci¨®n, por un lado, y las empresas por otro. ?stas tienen que comprende la necesidad de absorber investigadores, crear sus propios laboratorios o establecer acuerdos con aqu¨¦llos para desarrollar tecnolog¨ªas emergentes, con el fin de mejorar su productividad en un mundo cada vez m¨¢s competitivo. Todo ello exige un cambio de mentalidad, tanto de los investigadores como de los empresarios, que debe ser impulsado desde el Gobierno mediante todos los est¨ªmulos que sean necesarios, incluso los fiscales.
3. Al mismo tiempo, es necesario Potenciar el apoyo p¨²blico a la ciencia b¨¢sica en las universidades y centros de investigaci¨®n, incluyendo: a) el mantenimiento del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas como organismo estatal, aumentando de modo notable su n¨²mero de investigadores y t¨¦cnicos de' laboratorio; b) continuar con la pol¨ªtica interrumpida hace pocos a?os de creaci¨®n de centros de excelencia y potenciar la investigaci¨®n biom¨¦dica en los centros hospitalarios y dem¨¢s instituciones sanitarias, c) mantener el proceso de exigencia y control de la calidad investigadora que funciona desde hace algunos a?os, realizando de modo efectivo el seguimiento de los proyectos subvencionados, d) incrementar las relaciones entre las universidades y el CSIC, e) introducir las figuras de investigador y t¨¦cnico de laboratorio contratado en las universidades y el CSIC con criterios de excelencia, J) asegurar la reinserci¨®n de los cient¨ªficos formados en el extranjero, g) modificar el sistema actual de acceso a las plazas docentes e investigadoras para acabar con la endogamia.
Algunos se oponen a medidas como ¨¦stas porque las consideran costosas, sin preguntarse por las consecuencias de no tomarlas. Es cierto que la ciencia es cara, pero ?cu¨¢nto costar¨ªa prescindir de ella? Creemos que Espa?a pagar¨ªa un precio muy superior.
En San Lorenzo de El Escorial, a 2 de agosto de 1996
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