La crisis de las colonias jud¨ªas dinamita el proceso de paz en Palestina
Cuadrillas de trabajadores instalan faroles, pintan el asfalto y recogen escombros a la entrada del nuevo t¨²nel que dentro de poco unir¨¢ este asentamiento jud¨ªo de Cisjordania con los suburbios del sur de Jerusal¨¦n. El t¨²nel es s¨®lo un escal¨®n de los grandes proyectos israel¨ªes, pero su inauguraci¨®n, para la que se prev¨¦ la presencia del primer ministro israel¨ª, ser¨¢ altamente simb¨®lica: cuando Benjam¨ªn Netanyahu corte la cinta a la entrada del t¨²nel y a la carretera que pasar¨¢ por debajo del pueblo palestino de Beit Yala, circunvalando Bel¨¦n, Israel estar¨¢ abriendo una nueva v¨ªa de penetraci¨®n en Cisjordania para consolidar y ampliar las colonias jud¨ªas en tierra palestina.
"Ya era tiempo de que alguien se acordara de nosotros. Los gobiernos de Isaac Rabin y Sim¨®n Peres nos trataron como a parias. Gracias al nuevo Gobierno nos sentimos nuevamente parte de Israel", dice Eve Harow, una psiquiatra californiana de 33 a?os que en 1988 dej¨® Los ?ngeles para instalarse en la colonia de Efrat, donde hoy vive con su marido y sus seis hijos, y est¨¢ a punto de dar a luz a su s¨¦ptimo v¨¢stago.Como gran parte de los 145.000 colonos jud¨ªos esparcidos por Gaza y Cisjordania, se siente hoy reconfortada y reivindicada con la agresiva pol¨ªtica de asentamientos que Netanyahu. est¨¢ impulsando aparentemente sin temor a las reacciones de los 2,5 millones de palestinos. Y tiene fe en el futuro."El conflicto con los ¨¢rabes no va a desaparecer en nuestra generaci¨®n. Hay demasiado odio acumulado", dice. "Pero es posible que nuestros hijos vivan aqu¨ª tiempos mejores".
Al paso que van las cosas, resulta dif¨ªcil compartir ese optimismo. Cinco a?os despu¨¦s de la conferencia de paz de Madrid y tres desde la firma (le los acuerdos de Oslo, israel¨ªes y palestinos permanecen m¨¢s distantes que nunca, y quiz¨¢s el escenario menos pavoroso es el de un estancamiento indefinido de las negociaciones. La otra opci¨®n es la del retorno a la violencia.
Netanyahu, cuyo Gobierno acaba de anunciar un desembolso inicial de m¨¢s de 600 millones de pesetas para atender las necesidades m¨¢s apremiantes de las colonias jud¨ªas, dice que evitar¨¢ ambos desenlaces, pero su pol¨ªtica de intransigencia est¨¢ conduciendo al proceso de paz inexorablemente hacia un duradero desastre.
Radiograf¨ªa de un mapa
Para muchos analistas ¨¢rabes, Netanyahu, que se niega a hablar con Arafat, no es sino una "versi¨®n remozada" del ex primer ministro Isaac Shamir, el m¨¢s viejo de los halcones del Likud, que si bien acudi¨® a Madrid en 1991 reconoci¨® p¨²blicamente m¨¢s tarde que jam¨¢s tuvo intenci¨®n alguna de aceptar el principio de "territorios a cambio de paz", la f¨®rmula que supuestamente debe producir el establecimiento de un Estado palestino independiente.La quimera vive, pero incluso los complicados mapas de Cisjordania elaborados por cart¨®grafos del Gobierno de Yasir Arafat revelan cu¨¢n precaria es hoy su mera existencia. Con una amplia red de carreteras israel¨ªes, salpicado de asentamientos jud¨ªos y sombreado por las ¨¢reas aut¨®nomas y semiaut¨®nomas palestinas, el mapa de Cisjordania se asemeja a una radiograf¨ªa de un ri?¨®n pleno de venas, piedras y humores.
Los ¨¢nimos palestinos se est¨¢n caldeando. Primero fueron las expropiaciones de tierras palestinas para la construcci¨®n de las 28 carreteras a un costo de m¨¢s de 40.000 millones de pesetas. Luego fue el anuncio de que el temible superministro Ariel Sharon va a impulsar la construcci¨®n de otras dos v¨ªas (proyectadas durante el anterior Gobierno laborista).
Enseguida Vino la anulaci¨®n de los obst¨¢culos para la ampliaci¨®n de los asentamientos jud¨ªos en claro desaf¨ªo a los acuerdos de Oslo. Esto para no mencionar el cierre de Gaza y Cisjordania, el retraso de cinco meses en el repliegue militar de Hebr¨®n y la reciente declaraci¨®n de Netanyahu de que no habr¨¢ un Estado palestino.
La gota que parece destinada a colmar el vaso de la paciencia de los palestinos ha sido la decisi¨®n aprobada el lunes de enviar 298 casas m¨®viles a varios asentamientos de Gaza y Cisjordania. "?Es una violaci¨®n de lo que hab¨ªamos acordado y firmado!", fue la furiosa reacci¨®n de Arafat ayer en Gaza, donde su Gobierno debat¨ªa qu¨¦ hacer ahora que no queda duda de que Netanyahu quiere consolidar la presencia jud¨ªa en las mismas tierras en las que Arafat quiere erigir su Estado.
"Una peque?a Bosnia"
Ahmed Abdel-Rahm¨¢n, director general del Gabinete palestino, se pregunt¨®: "?C¨®mo creen los israel¨ªes que los palestinos vamos a aceptar una paz basada en la confiscaci¨®n de tierras para los asentamientos? Esto no es paz, es ocupaci¨®n". Saeb Erakat, ministro de Gobierno palestino, fue m¨¢s suscinto. Con sus acciones, Israel est¨¢ creando "una peque?a Bosnia" y asestando un golpe mortal al proceso de paz, dijo.Los islamistas de la oposici¨®n ya han anunciado una "guerra contra el monstruo de las colonias", pero Mahm¨²d Zahar, uno, de los l¨ªderes de Ham¨¢s, que ha sido apresado varias veces por los israel¨ªes y la polic¨ªa de Arafat, se ha apresurado a aclarar que ser¨¢ una "campa?a pac¨ªfica".
Netanyahu, entretanto, ha anunciado que Israel est¨¢ dispuesto a reanudar los contactos con el Gobierno palestino el pr¨®ximo fin de semana. La respuesta del Gobierno de Yasir Arafat todav¨ªa no se conoce, y fuentes palestinas aseguran que la presi¨®n para que los palestinos digan de una vez basta va en aumento. Hace tres d¨ªas, el venerable m¨¦dico y parlamentario de Gaza Haider Abdel-Shafi declar¨® que ha llegado la hora de extender el certificado de defunci¨®n al proceso de paz.
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