La noche imperfecta de La Uni¨®n

Los grandes del cante tambi¨¦n defraudan. Quiz¨¢ con demasiada frecuencia. Ocurri¨® esta noche en el festival del cante de las minas con la Paquera de Jerez y El Cabrero, en la gran gala flamenca.La jerezana lleva unos a?os que est¨¢ trabajando s¨®lo espor¨¢dicamente, y cuando lo hace tiene una tendencia preocupante a abreviar. Tres cantes de poca duraci¨®n y adi¨®s muy buenas. Los fandangos y las buler¨ªas son sus palos predilectos, y siempre los hace. A grito pelao, desmarc¨¢ndose de vez en cuando del micr¨®fono en un alarde de poder.

Lo tiene todav¨ªa, es indudable, y por supuesto entusiasma a sus incondicionales, que le son fieles y que seguir¨¢n, acudiendo a o¨ªrla siempre que puedan; aunque cante un cuarto de hora mal medido.

M¨¢s voluntad en lo suyo puso El Cabrero, pero tampoco redonde¨® una gran noche. Presentando cada uno de los temas que hizo con su peculiar filosof¨ªa de la vida -la misma que lleva a muchas de sus coplas- abord¨® g¨¦neros de gran dificultad, cantes a palo seco incluidos. Es hombre con ambici¨®n de responder siempre bien a las expectativas del p¨²blico, aunque en esta ocasi¨®n pec¨® de cierta monoton¨ªa.

Solvencia

Antes hab¨ªan actuado el cantaor cartagenero Antonio Ayala, El Rampa y la alicantina Susi. ?l es uno de los j¨®venes valores de esta tierra con m¨¢s proyecci¨®n, y ha alcanzado una notable madurez. Demostr¨® solvencia en malague?as, soleares y tarantas. Su voz es amplia, abierta, y le gusta ejercitarla en los cantes de generoso arco mel¨®dico.Ella, La Susi, es una excelente festera que a veces se desliza hacia un tono de cierta vulgaridad; pero gusta mucho a un determinado sector del p¨²blico, que la jalea fuertemente. Con una voz c¨¢lida y muy flamenca, en el cante m¨¢s serio no acaba de acertar.

El baile corri¨® a cargo de El Mistela, acompa?ado por los buenos cantaores Juan Jos¨¦ Amador y Enrique El Extreme?o. Es buen bailaor, muy apegado a los viejos modos de lo jondo, que tiene estampa y compone la figura con gran cuidado de la est¨¦tica formal. Quiz¨¢ en exceso, ya que nos dio la impresi¨®n de una cierta mec¨¢nica en ocasiones, y en otras de buscar soluciones demasiado complicadas. El taranto fue lo que hizo mejor, sabiendo pararse; templar y mandar.