Dilemas de la Uni¨®n
QUE LA Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) sea una realidad el 1 de enero de 1999 es una posibilidad que est¨¢ siendo cada vez m¨¢s cuestionada, tanto por los mercados -que aceptaron hace unos d¨ªas los rumores sobre un pacto secreto entre Francia y Alemania para retrasar esa fecha- como por los agentes econ¨®micos y sociales: seg¨²n una encuesta reciente, el 70% de los empresarios alemanes descarta que se cumpla el plazo previsto.Fundamentos para ese escepticismo no faltan: a 17 meses de la fecha en que se tomar¨¢n cuentas, ninguno de los 15 pa¨ªses comunitarios cumple todos los criterios -incluyendo el de estabilidad del tipo de cambio de la moneda nacional, que ya ni se toma en consideraci¨®n-, para poder acceder a la UEM. En ese momento, el n¨²mero de pa¨ªses que pueden iniciar la tercera fase no est¨¢ determinado. Es el Consejo Europeo quien, tras analizar los resultados econ¨®micos al cierre de 1997, decidir¨¢ antes de julio de 1998 qui¨¦nes entrar¨¢n en ese primer n¨²cleo y qui¨¦nes se quedan fuera.
Pero lo fundamental es que los dos pa¨ªses llamados a ser el pilar de la UEM, Francia y Alemania, incumplen el criterio b¨¢sico: su d¨¦ficit p¨²blico excede el 3% de su PIB respectivo, y pocos expertos piensan que les sea f¨¢cil remontar esa situaci¨®n en a?o y medio. Las dudas se centran especialmente en Francia, sumida en algo m¨¢s que un bache. Los economistas empiezan a hablar de deflaci¨®n (bajada de precios, lo que reflejar¨ªa una extrema debilidad de la actividad econ¨®mica) justo en medio de una oleada de malestar social promovido por los intentos de recorte del Estado de bienestar.. Alemania parece estar en mejor situaci¨®n, pero, en cualquier caso, el Bundesbank descarta que este a?o se alcance el objetivo de reducir el d¨¦ficit al, m¨ªtico 3%, fij¨¢ndolo en el 3,5%.
Sin Francia y Alemania, la UEM no tendr¨ªa sentido. Pero ?existe alguna posibilidad de que Francia quede fuera de ese nucleo inicial? Es muy dif¨ªcil de imaginar. Alemania ha venido ejerciendo una posici¨®n hegem¨®nica -acorde con su peso real en Europa, especialmente despu¨¦s de la reunificaci¨®n-, y aunque otros pa¨ªses sat¨¦lites del marco alem¨¢n, como Holanda, Dinamarca o Luxemburgo -los mejor situados para aprobar el examen de Maastricht-, cumpliesen los criterios de convergencia, es dif¨ªcil pensar que se aventurasen a marchar en solitario con la poderosa Alemania, sin el contrapeso franc¨¦s.
Por consiguiente, si Francia incumple alg¨²n criterio, es razonable pensar que se flexibilicen los criterios para permitir su ingreso en la primera velocidad de la UEM, a pesar de las indicaciones en contra del presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer. Algo de eso ha debido entrever el primer ministro italiano, Romano Prodi, cuando se lamentaba hace unos d¨ªas de que no se aplicase a Italia la misma generosa flexibilidad que se puede aplicar a Francia.
?Y Espa?a? Los expertos consideran que nuestro pa¨ªs necesitar¨ªa un tratamiento de caballo para cumplir los criterios de Maastricht, y ni as¨ª existe garant¨ªa de alcanzar el objetivo. Pero es cierto, como ha recordado reiteradamente el gobernador del Banco de Espa?a, que, aunque no existiera Maastricht, Espa?a deber¨ªa. realizar el mismo esfuerzo si quiere mantener un nivel de competitividad para el futuro. En ese sentido, no se entender¨ªa un planteamiento espa?ol basado en la apuesta por una flexibilizaci¨®n de las condiciones en el ¨²ltimo momento.
Otros sectores se plantean si no es mejor esperar a despu¨¦s de 1999 y entrar en una segunda repesca. El argumento es que el esfuerzo de adecuar nuestra econom¨ªa a Maastricht puede sumir a Espa?a en la recesi¨®n o al menos en el estancamiento. Dilatar el' periodo de adaptaci¨®n permitir¨ªa rebajar la dosis y evitar el colapso. Y frente al argumento de la falta de credibilidad ante los mercados internacionales de una Espa?a que siguiera al margen del n¨²cleo duro de la Uni¨®n, responden que se podr¨ªa contar con la posibilidad de jugar con los tipos de cambio, algo que se perder¨ªa dentro de la UEM (fijar¨¢ las paridades inalterables de cada moneda de los pa¨ªses integrantes respecto al euro). La posibilidad de hacer devaluaciones selectivas para compensar eventuales subidas de precios y no perder competitividad es posible fuera de la UEM, pero no dentro. As¨ª, el debate ya planteado en otros pa¨ªses se reproduce, como no pod¨ªa menos de ocurrir, en Espa?a.
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