Montju?c se estremece a ritmo de samba
El Bar?a golea al Atl¨¦tico en la Supercopa con el magisterio de Ronaldo y Giovanni
El f¨²tbol de verdad arranc¨® con un partido muy en serio. El Bar?a ilumin¨® Montju?c con cinco goles de dibujos animados. Pareci¨® por un momento que aquel a?orado Brasil de los setenta tocaba en el estadio ol¨ªmpico de Barcelona. Hubo quien confundi¨® a Ronaldo con Pel¨¦ y otros que creyeron ver en Giovanni a la reencarnaci¨®n de Gerson. Fue un juego m¨¢gico y revitalizador para el hincha cul¨¦.La expresividad del marcador convierte en accesoria la explicaci¨®n del juego. Hay que ver los goles, repasarlos y olvidarse del partido. Los goles auparon al Bar?a para el que el encuentro s¨®lo tuvo principio y final. El entretiempo fue para el Atl¨¦tico.
Tuvo presencia, juego de conjunto y hasta jerarqu¨ªa. No le sirvi¨® de nada. Hoy ya no vale vivir a expensas de los golpes francos. Le ayudaron a atajar la arrancada del Bar?a. Nada m¨¢s. El Atl¨¦tico tiene equipo y el Bar?a presume de futbolistas. Esa fue la diferencia. El campe¨®n carg¨® con cinco tantos que cuestionan su jerarqu¨ªa en el f¨²tbol espa?ol. Tiene ya una alternativa.
El partido respondi¨® a la carga que Robson le dio ya en la v¨ªspera. Quer¨ªa decidir en el choque de ida porque para la vuelta le faltar¨¢ medio equipo. Y el grupo tuvo una respuesta exacta a las previsiones. La diferencia la marcaron los elegidos. Giovanni despert¨® tal magnetismo que hasta hubo alg¨²n cruyffista que se acerc¨® a N¨²?ez para felicitarle por su ojo cl¨ªnico con el v¨ªdeo. Y Ronaldo entusiasm¨® tanto que hay socios dispuestos a ayudar a costear su fichaje renunciando a la ca?a de media tarde. Hoy ya no s¨®lo hay portero como ayer sino que vive el delantero centro y el medio capaz de unir al 1 con el 9. El equipo es otra historia.
No es a¨²n el Bar?a un equipo con cambio autom¨¢tico. Tiene el grupo dos velocidades. Una es la que impone Guardiola cuando el colectivo manda sobre la cancha. El grupo juega entonces, para bien o para mal, en campo ajeno. La otra es la marcha atr¨¢s. Hay cierta tendencia en el equipo a ir reculando, m¨¢s que a defender, y encomendarse a Vitor Ba¨ªa. El ritmo depende sobremanera de la complicidad, entre los dos medios centro.
La grandeza azulgrana radica en la capacidad de sus futbolistas para decidir sin atender a ning¨²n condicionante. El ejemplo por excelencia es Ronaldo. El brasile?o asumi¨® el protagonismo. La omnipresencia del ariete ayud¨® a futbolistas inteligentes como Giovanni y el Bar?a puso el partido de cara (2-0).
Los rojiblancos fueron reduciendo el campo hasta jugar en un cuadril¨¢tero: ritmo, presi¨®n y las cuerdas del ring como ¨²nica salida. Un terreno abonado para el golpe directo. El empate lleg¨® de acuerdo con el gui¨®n. Un gol de falta para reducir distancias y un penalti para igualar la contienda. As¨ª ha sido siempre el Atl¨¦tico. Para ¨¦l, los goles de estrategia tienen el mismo valor que un sombrero de Giovanni o una cuchara de Ronaldo.
El colectivo de Antic le dio tal vuelco a la contienda que nadie daba un duro por el Bar?a. Robson opt¨® entonces por recurrir a Iv¨¢n de la Pe?a y su calva alumbr¨® a Giovanni. El Atl¨¦tico se qued¨® bizco.
El tercer gol lleg¨® muy de golpe: naci¨® en una piller¨ªa de Lo Pelat, le dio forma Giovanni y lo firm¨® Pizzi. El cuarto, sin embargo, fue de museo. Giovanni tir¨® para Ronaldo y el brasile?o le present¨® una cuchara a Geli que le dej¨® tan tieso como cuando Romario desfigur¨® aquel d¨ªa a Alkorta con una cola de vaca: Iv¨¢n no fall¨®. Y, para cerrar la noche, Giovanni se meti¨® en la selva atl¨¦tica para ofrecerle el quinto -todas las fiestas azulgranas de verdad acaban en cinco- y bajar el tel¨®n. M¨¢gico.
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