El plan L¨¦bed
AUNQUE LAS espadas siguen bastante en alto, un boceto de acuerdo se perfila sobre Chechenia por obra del ex general Alexandr L¨¦bed, cuyos esfuerzos, no obstante, son vistos con alguna desconfianza por la c¨²pula de poder en el Kremlin. El negociador en jefe ruso se halla, por ello, en Mosc¨² de regreso de la rep¨²blica cauc¨¢sica, para obtener la aprobaci¨®n de los ¨²ltimos detalles del acuerdo. Y el contenido del mismo es ahora el problema' principal porque el alto el fuego parece mantenerse.El plan que L¨¦bed ha propuesto o aceptado pasar¨ªa porque las partes observaran un plazo de, vanos anos, quiz¨¢ cinco, durante el que se mantendr¨ªa la vinculaci¨®n de Chechenia a la Federaci¨®n de Rusia, para dar tiempo a resta?ar las heridas, restablecer alguna confianza, reconstruir el pa¨ªs, y acometer la soluci¨®n definitiva del problema. S¨®lo entonces se convocar¨ªa un refer¨¦ndum para determinar el futuro del territorio, aunque entre tanto se celebrar¨ªan, con toda seguridad, elecciones legislativas y un nuevo Gobierno checheno tendr¨ªa la oportunidad de dar m¨¢s de una indicaci¨®n de qu¨¦ pensaba sobre ese referendum.
Las dificultades nacen en torno a las eventuales. consecuencias de esa consulta. Si por parte de la guerrilla puede haber elementos radicales que consideren, no sin alguna raz¨®n, que un periodo de espera demasiado largo da a Rusia todas las posibilidades de maniobrar para que no haya refer¨¦ndum, en el Kremlin prevalece la idea de que la m¨¢xima independencia que cabe otorgar a Chechenia ser¨ªa aquella que siguiera vinculando el territorio a la federaci¨®n, probablemente a la manera de Tatarst¨¢n, que goza de total independencia interna pero ha negociado unas limitaciones a la misma, casi de poder a poder, con Rusia. Incluso, dado el car¨¢cter estrat¨¦gico de la naci¨®n cauc¨¢sica, esa modalidad de federaci¨®n con Rusia m¨¢s que estar federada dentro de Rusia, puede parecer excesivo al sector duro de Mosc¨².
Cualquiera que sea, sin embargo, la suerte del plan L¨¦bed y aunque, como podr¨ªa ser, el ex militar hubiera desbordado el marco de sus instrucciones negociadoras, s¨ª es evidente que el problema ruso-checheno no tiene ya una soluci¨®n puramente militar, as¨ª como que cualquier arreglo tendr¨¢ que tomar en consideraci¨®n la voluntad de los ciudadanos de Chechenia. En ese sentido, la iniciativa de L¨¦bed ha servido para clarear la atm¨®sfera y, posiblemente, tambi¨¦n, consolidar la idea de que Chechenia no puede volver a la situaci¨®n anterior de una cierta autonom¨ªa dentro de, la federaci¨®n, aunque fuera con mayores poderes internos. Hace falta un tratado en forma para estabilizar la situaci¨®n.
En favor de la continuaci¨®n de las negociaciones y de la firma de un documento satisfactorio para todos juega el cansancio de las partes. El de los soldados rusos porque es comprensible su escaso entusiasmo por morir por Chechenia, cuando se encuentran ante un adversario motivado que lo que quiere, antes que nada, es la salida de las tropas rusas, cuya presencia relaciona con la guerra y las privaciones de estos meses. Y el liderazgo en Mosc¨² no puede ser insensible a ese agotamiento y a la sangr¨ªa, tambi¨¦n econ¨®mica, que supondr¨ªa mantenerse en Chechenia a sangre y fuego. Pero cansancio tambi¨¦n lo hay de los guerrilleros, que piensan ahora que pueden alcanzar todo, o casi todo, lo que ambicionan sin necesidad de seguir combatiendo. La proximidad del ¨¦xito puede hacer gradualistas hasta a los m¨¢s radicales.
Una vez establecidas y resueltas todas estas cuestiones, lo que ser¨ªa prematuro dar por hecho, ser¨ªa bueno para Rusia, y no necesariamente malo para el pueblo cauc¨¢sico, conciliar independencia de hecho y vinculaci¨®n de Chechenia con o dentro de la Federaci¨®n Rusa, de forma que las fronteras exteriores de la sucesora de la Uni¨®n Sovi¨¦tica no fueran un coladero de geometr¨ªa variable. Tanto la Uni¨®n Europea como Estados Unidos han sido enormemente cuidadosos en su valoraci¨®n de los sucesos cauc¨¢sicos, aunque sin dejar de exhortar a Rusia a un comportamiento humanitario. Esto es as¨ª porque nadie tiene nada que ganar con la multiplicaci¨®n de problemas en el gran vecino del Este.
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