Todos somos 'bwanas
Haciendo planes con Miquel Barcel¨® para que Africa empiece en los Alpes
Hermosa como en ninguna pel¨ªcula, Emmanuelle B¨¦art, en las fotos que la muestran, solidaria y con el pelo sucio, los ojos sin maquillaje, pero tan despiertos, en la parisiense iglesia de Saint-Bemard, con un ni?o africano a cuestas, o en el momento en que la desalojan, conducida por una mujer polic¨ªa (voil¨¢ l'¨¦galit¨¦, en su versi¨®n m¨¢s repugnante). Pero Emmanuelle est¨¢ espl¨¦ndida y parece sincera. ?Ha servido de algo su gesto de encerrarse junto a los africanos?, le pregunto al pintor Miquel Barcel¨®, que vive agosto en su casa de Farrutx, al pie de una monta?a casi tan fuerte como su voluntad, junto a su familia -su hija Marcelle cumpli¨® ayer cuatro a?os- y en medio de una eclosi¨®n creativa que convierte su taller en un embrollo de materias. Barcel¨®, ciudadano voluntario de Mal¨ª que no usa all¨ª sus privilegios, uno m¨¢s entre sus amigos africanos, cabecea y responde: "S¨ª, para que no les peguen m¨¢s". Ya es algo.Aunque algo m¨¢s habr¨¢ que hacer para que el futuro no sea como lo pretenden los represores que ya est¨¢n en todas partes, los bwanas que han vuelto para convertir la antigua tr¨ªada -familia, municipio, sindicato- en un cuarteto siniestro en el que todo se ejecutar¨¢ limpiamente, modernamente, r¨¢pidamente, en nombre del cuarto sujeto: la Comunidad Europea. Nuestro bien, Barcel¨® conoce a fondo la situaci¨®n de neocolonialismo que vive ?frica ahora: el expolio sin contrapartidas. La codicia, pura y simple. Y aboga por un puente entre los africanos y nosotros, tendido por algo m¨¢s que buenas intenciones: con la ¨²nica intenci¨®n de no perdemos de nuevo en, el laberinto de lo que somos cada uno, la medida del cr¨¢neo de cada cual, el color de la piel, la tierra de nacimiento, las costumbres. Un puente para salvamos de este est¨²pido infierno llamado Occidente.
Leo un libro, estos d¨ªas, que es un interesante relato de intriga, a la par que un simp¨¢tico manual de filosof¨ªa: Una investigaci¨®n filos¨®fica, de Philip Kerr (Anagrama). Aparte de todos sus m¨¦ritos, lo que m¨¢s me impresiona es que la acci¨®n, situada en el a?o 2013, recoge con absoluta crudeza -y me temo que aproximaci¨®n- lo que seremos. No es ciencia ficci¨®n de maquinitas y robocops lo que anticipa, sino un mundo a cuyas orillas arriban las barcazas de inmigrantes procedentes. de Hong Kong, y en donde los trabajadores ilegales habitan en barcazas, en el T¨¢mesis, en los Docklands que alguna vez fueron el sue?o de los yuppies. Y ligo esto con la gran pel¨ªcula de Imanol Uribe que participar¨¢ en el pr¨®ximo festival de San Sebasti¨¢n, Bwana, que unos cuantos ya hemos tenido ocasi¨®n de ver y que habla, en clave de comedia, cada vez m¨¢s amarga conforme avanza la acci¨®n -gran Mar¨ªa Barranco, est¨¢ espl¨¦ndida-, de nuestra propia actitud hacia lo que est¨¢ ocurriendo.
De modo que el futuro ya est¨¢ aqu¨ª, en la iglesia de Saint-Bemard tanto, como en las decisiones de nuestro caballeresco ministro del Interior -d¨¦bil con las espuelas, fuerte con las espigas-, como en esa mano suelta que los neonazis creen poder utilizar ahora que la tortilla ha dado una vez m¨¢s la media vuelta (porque nunca dimos la vuelta entera, que yo sepa, salvo para lo peor). Y as¨ª como ellos, los represores, conocen muy bien su tarea, las personas de buena voluntad andamos descarriados y anticuados, y, por mucho que el gesto de B¨¦art sea hermoso como ella, y tal vez el ¨²nico posible, de momento, habr¨¢ que ir pensando en nuevas estrategias, en pasar por encima de los partidos durmientes y los partidos ut¨®picos y que vuelva la imaginaci¨®n, si no al poder, s¨ª a los muros de la calle de todos.
Sin llegar a los l¨ªmites del asesino en serie de Una investigaci¨®n filos¨®fica, aunque, quiz¨¢s, quien sabe. Yo les pido perd¨®n por este art¨ªculo que me ha salido pel¨ªn trascendental, pero estoy indignada porque, ayer mismo, dos miserables trataron de linchar a un camarero negro, aqu¨ª cerca, en El Arenal, y lo tuvieron diez minutos colgado de los pies desde una cuarta planta.
Mas no se preocupen, que me voy a una fiesta. Nada me coloca m¨¢s que un sarao a favor de la lucha contra la droga.
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