Ensayo navarro
LOS SOCIALISTAS se est¨¢n jugando en Navarra algo m¨¢s que su futuro inmediato en esa comunidad. En junio, tras la revelaci¨®n de que el presidente socialista del Gobierno aut¨®nomo, Javier Otano, ten¨ªa una Cuenta secreta en Suiza, la direcci¨®n nacional nombr¨® una comisi¨®n gestora encargada de dirigir el partido hasta la celebraci¨®n de un congreso. La primera decisi¨®n de esa comisi¨®n fue, de acuerdo con el Comit¨¦ Federal, anunciar su renuncia. a intentar seguir gobernando: pasaban a la oposici¨®n. El Comit¨¦ Regional acaba de desautorizar esta decisi¨®n por escaso margen. Pero con ello desautoriza tambi¨¦n a la direcci¨®n nacional, puesto que fue ella quien pidi¨® el pase a la oposici¨®n. El secretario, de organizaci¨®n, Cipri¨¢ Ciscar, viaja ma?ana a Pamplona para buscar una salida., El conflicto, que se produce en una de las organizaciones socialistas m¨¢s afectadas por la corrupci¨®n, servir¨¢ sin duda para medir las posibilidades de autorregeneraci¨®n del PSOE.En las auton¨®micas de 1995 la Uni¨®n del Pueblo Navarro (UPN), partido de corte regionalista federado con el PP, fue la fuerza m¨¢s votada: 93.000 votos (3 1%). El PSOE obtuvo el 20% y Convergencia de Dem¨®cratas Navarros (escisi¨®n de UPN presidida por Juan Cruz Alli), el 18%. Estos dos partidos, con el refuerzo de Eusko Alkartasuna (4%), conformaron una mayor¨ªa que dio la presidencia a Otano.Tras descubrirse la cuenta suiza de ¨¦ste casi todo el mundo consider¨® normal la renuncia socialista a seguir en el Gobierno y entendi¨® q ue la alternativa m¨¢s obvia era una alianza entre UPN y CDN, que sumaban 27 de los 50 esca?os del Parlamento Foral. Pero esta posibilidad se vino acabo cuando UPN plante¨® la conveniencia de que All¨ª, que hab¨ªa sido presidente entre 1991 y 1995 y vicepresidente luego con Otano, no entrara en el nuevo gabinete. Fue sobre todo Alli quien maniobr¨® para intentar de nuevo la alianza tripartita y encontr¨® terreno abonado en algunos sectores del PSOE que se resist¨ªan a abandonar el poder.
La gestora defendi¨® el pase a la oposici¨®n fundamentalmente por motivos de decencia pol¨ªtica: un partido que se hab¨ªa presentado a las elecciones bajo la bandera de la regeneraci¨®n democr¨¢tica no puede seguir gobernando tras averiguarse que su candidato, y luego presidente de la Comunidad, ten¨ªa una cuenta secreta en Suiza que prolongaba la retah¨ªla de las de Urralburu, Arag¨®n y Rold¨¢n. Especialmente cuando entre los antecedentes exist¨ªa uno especialmente demoledor: el intento del ex director de la Guardia Civil por convencer al l¨ªder local de HB de que apoya se la continuidad de Urralburu -ahora sabemos por qu¨¦- a cambio de la apertura de unas negociaciones con ETA como las de Argel. Tal cosa ocurri¨® en septiembre de 1991, tras la victoria de UPN en las elecciones de aquel a?o. Por otra parte, es razonable pensar que el pase a la oposici¨®n es tambi¨¦n una forma de intentar recobrar credibilidad desde el ¨²nico lugar en que ello es posible.
El sector que se resiste a dejar el poder no refuta, al menos en p¨²blico, tales argumentos, limit¨¢ndose a exponer la posibilidad de repetir el pacto con Alli y Eusko Alkartasuna. Pero en ninguna parte est¨¢ escrito que la continuidad de los socialistas en el Gobierno navarro sea una necesidad vital para ese territorio, o que ¨¦se fuera el mandato de las urnas: no ganaron las elecciones. Mientras esa voluntad de regeneraci¨®n no se traduzca en iniciativas como la renuncia a trasladar su propia divisi¨®n y falta de credibilidad a las instituciones, cualquier invocaci¨®n a "cerrar el paso a la derecha" ser¨¢ un sarcasmo. De ah¨ª el inter¨¦s del caso como ensayo de recuperaci¨®n de credibilidad aplicable al conjunto del PSOE.
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