En investigaci¨®n hay que fiarse del olfato"
El 18 de septiembre de 1974, el joven f¨ªsico Russell Hulse escrib¨ªa a su jefe, Joseph Taylor, desde el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico: "He estado observando el p¨²lsar estos d¨ªas, y estoy casi seguro ( ...) de que se trata de un sistema binario". La sorprendente observaci¨®n llev¨® a Hulse y Taylor a confirmar una crucial predicci¨®n de la teor¨ªa de la relatividad de Einstein, a demostrar la existencia de ondas gravitacionales y a compartir el Premio Nobel de F¨ªsica en 1093: tres cosas que, en realidad, ni se les hab¨ªan pasado por la cabeza hasta ese momento."La historia del p¨²lsar binario muestra a la perfecci¨®n que hay que fiarse del olfato cuando uno huele algo interesante", comenta Joseph Taylor, que asisti¨® la pasada semana a un seminario sobre astrofisica en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. "Hay que estar preparado para cambiar la direcci¨®n que uno se marca inicialmente en una investigaci¨®n, y ¨¦ste es un buen argumento para que los estudiantes reciban una educaci¨®n muy amplia, no excesivamente especializada".
En 1974, los dos f¨ªsicos buscaban p¨²lsares en general, unas estrellas peque?as y de enorme densidad que emiten al girar haces pulsantes (de ah¨ª su nombre) de radiose?ales. "Los p¨²lsares son los mejores relojes que existen en la naturaleza", dice Taylor. Sus haces marcan el tiempo con una desviaci¨®n menor que una millon¨¦sima de segundo cada varios a?os.
"Lo,que quer¨ªamos", recuerda el f¨ªsico, "era encontrar muchos de esos cuerpos par comprender c¨®mo encajaban en el esquema general de la evoluci¨®n de las estrellas y galaxias". Pero con lo que dieron fue con algo extraordinario. Un p¨²lsar en la constelaci¨®n del Aguila presentaba ligeras alteraciones en la frecuencia de sus emisiones, algo ins¨®lito en esos relojes infalibles. Para cuando Hulse escribi¨® a su profesor -Taylor ha encontrado la carta recientemente entre sus papeles-, estaba ya persuadido de que el ritmo de las alteraciones revelaba un sistema binario: el p¨²lsar giraba en torno a otra estrella, dando una vuelta cada ocho horas.Ni idea
El estudiante comentaba en la carta: "A¨²n no s¨¦ lo suficiente
[sobre sistemas binarios] como para determinar todos los par¨¢metros". Taylor comenta: "Eso fue una forma suave de expresarlo, porque la pura realidad es que Hulse no ten¨ªa ni idea sobre esa materia, y yo tampoco". Los dos f¨ªsicos tuvieron que ponerse a estudiar pilas de libros sobre gravitaci¨®n y relatividad.
"En pocos d¨ªas", recuerda Taylor sin embargo, "se nos hizo evidente que hab¨ªamos encontrado un exquisito laboratorio relativ¨ªstico". La teor¨ªa de la relatividad general de Einstein requiere que dos estrellas que giran una sobre otra pierdan energ¨ªa en forma de ondas gravitacionales, aproxim¨¢ndose una a la otra cerca de un mil¨ªmetro en cada vuelta. La enorme precisi¨®n del reloj del p¨²lsar permiti¨® a Hulse y Taylor confirmar ese acercamiento entre los dos cuerpos.
El experimento, en realidad, sigue en marcha. Tras m¨¢s de veinte a?os de mediciones, los datos se ajustan a la predicci¨®n de Einstein con un error no mayor de un 0,3%, una precisi¨®n "fascinante", seg¨²n reconoce Taylor. Hoy, tras haber analizado otra cincuentena de p¨²lsares binarios, Taylor es m¨¢s consciente que nunca del golpe de suerte que tuvieron en 1974.
"La correlaci¨®n con la teor¨ªa de la relatividad general no es tan buena en los otros p¨²lsares binarios", reconoce el f¨ªsico. Aunque ello es debido en parte a que casi todos estos registros llevan menos de cinco a?os en funcionamiento, resulta tambi¨¦n que "los mejores p¨²lsares binarios para poner a prueba la teor¨ªa son los de ¨®rbitas m¨¢s peque?as, y el primero que vimos result¨® ser el m¨¢s peque?o de todos".
Durante los ¨²ltimos 20 a?os Taylor ha seguido esencialmente la misma l¨ªnea de investigaci¨®n. "Queremos entender el complicado comportamiento de los campos magn¨¦ticos y el¨¦ctricos asociados a los p¨²lsares. Llevamos mucho tiempo trabajando en ello y, la verdad", a?ade con humildad, "sin mucho ¨¦xito".
El gran problema actual, explica el f¨ªsico, es que la relatividad no es compatible con la teor¨ªa cu¨¢ntica. "Es posible que la gravedad, que para Einstein consiste en una curvatura del espaciotiempo, sea una fuerza de naturaleza esencialmente distinta a las otras. Es lo que nos gustar¨ªa saber. Los p¨²lsares binarios son sistemas muy cl¨¢sicos y no es probable que puedan arrojar luz sobre ese gran enigma cu¨¢ntico".
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