'?pica y-l¨ªrica del f¨²tbol '
As¨ª ha titulado el periodista Juli¨¢n Garc¨ªa Canda¨² su libro sobre el f¨²tbol (Alianza Editorial), donde combina el an¨¢lisis de diferentes aspectos del deporte con una antolog¨ªa exhaustiva de textos literarios en tomo al tema futbol¨ªstico. Libro ¨²til, ameno, divertido y sugestivo, escrito a la vez con distanciamiento y conocimiento, es, a despecho de algunas vagas referencias de autores cl¨¢sicos (Rabelais, Shakespeare, incluso Antonio Machado), decepcionante en cuanto al material antol¨®gico recopilado. Resulta que de verdad, de verdad, s¨®lo hay un gran poema en todo el abundante conjunto, la Oda a Platko, de Rafael Alberti, que es la composici¨®n pind¨¢rica por excelencia del siglo XX espa?ol. Casi todo lo dem¨¢s o es in¨²til mente voluntarioso o no trasciende el pintoresquismo del deporte. La l¨ªrica y la ¨¦pica del f¨²tbol son pobres. Es cierto que Albert Camus dijo que todo lo que hab¨ªa aprendido en la vida al f¨²tbol lo deb¨ªa (aunque tambi¨¦n dijo que hab¨ªa aprendido la libertad en la miseria, y eso se cita menos), y que Brecht se?alaba el f¨²tbol como un modelo que, por su atractivo para las grandes masas, deb¨ªa ser tenido en cuenta por los escritores, que hab¨ªan de reflexionar sobre los medios que el f¨²tbol pon¨ªa para conseguir ese atractivo. Todo eso es verdad, pero el hecho es que, a la hora de escribir poes¨ªa, la materia deportiva no da para mucho. A lo mejor ocurre que el juego es tan poderoso, tan fuerte, que se basta a s¨ª mismo. ?C¨®mo cantar un juego que da para que un injusto penalti pitado al Barcelona y a favor del Real Madrid provoque al comentarista de turno la conclusi¨®n de que "desde la entrada de las tropas de Felipe V en Catalu?a no se hab¨ªa producido un expolio semejante"? (p¨¢gina 75 de la obra). Mucho m¨¢s recientes son las consideraciones de alg¨²n escritor renonbrado que vio en la expulsi¨®n de Maradona de los ¨²ltimos campeonatos del mundo una maniobra contra sus simpat¨ªas castristas.
En estas condiciones, poco o nada puede decir un escritor, aunque los haya forofos, y Garc¨ªa Candau cita una larga relaci¨®n. El f¨²tbol no tiene, por lo dem¨¢s, esas oscuras vetas de sufrimiento y marginaci¨®n que posee (o pose¨ªa, pues ha pasado a ser pol¨ªticamente incorrecto) el boxeo, y que explica relatos tan memorables como Cincuenta de a mil o El luchador, de Hemingway, y, en Espa?a, una obra tan desconocida como fascinante, el Neutral corner, de Ignacio- Aldecoa, cuya reedici¨®n es inminente. No sabemos -o no lo s¨¦ yo- qu¨¦ dar¨¢ de s¨ª esa novela negra relacionada con el f¨²tbol de la que habla Garc¨ªa Candau.
El hecho es que que existe un notable desnivel entre la emoci¨®n que suscita el balompi¨¦ -le har¨¦ honor al pobre de Mariano de Ca via, que tanto pugn¨® por consagrar esta palabra- y lo que da de s¨ª po¨¦ticamente. En este aspecio estamos en la coplilla que recogi¨® hace ya muchos a?os V¨¢zquez Montalb¨¢n en su Cr¨®nica sentimental de Espa?a: "F¨²tbol, f¨²tbol, f¨²tbol, / en los estadios ruge / enardecida la afici¨®n. / F¨²tbol, f¨²tbol, f¨²tbol, / hoy todo el mundo / est¨¢ pendiente del bal¨®n". Ahora todo el mundo va a rugir la semana entera, menos los viernes, aunque para ese d¨ªa se me ocurre que podr¨ªa estar, bien una sesi¨®n de f¨²tbol femenino.
A?os atacando al general Franco por su manipulaci¨®n pol¨ªtica del f¨²tbol y ahora resulta que aquello se quedaba. en pa?ales en comparaci¨®n con la apoteosis balomp¨¦dica-televisiva que se nos viene encima. Debi¨¦ramos miramos al espejo y ver qu¨¦ democracia hemos producido, qu¨¦ poco se ha elevado el nivel cultural de la ciudadan¨ªa, para alcanzar este delirio cotidiano de balones, televisiones y millones, que relegan al olvido el primitivo juego que hace algo m¨¢s de un siglo vino de las islas Brit¨¢nicas, aquel que Rafael Alberti hizo perdurable en su oda al rubio Platko de Hungr¨ªa.
Volviendo al excelente libro de Garc¨ªa Candau: todo parece indicar que nuestra poes¨ªa no ha encontrado en el f¨²tbol un venero especialmente digno de explotaci¨®n. Quiz¨¢s les ha cedido el turno a los cronistas deportivos que celebran d¨ªa a d¨ªa las haza?as de los h¨¦roes. Haza?as que, como recordaba el dominical de este peri¨®dico, cuestan tales cantidades de dinero que llegan a herir, aunque lo verdaderamente grave sea la, teor¨ªa de obscenos directivos que rigen ad n¨¢useam el f¨²tbol espa?ol. Pero todo sea por el mercado. Todo hasta el lunes de Pascua, perd¨®n, de Televisi¨®n CF. Con perd¨®n del homo ludens, tan necesario, tan imprescindible, tan esencial. Quede claro,
Babelia
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