La gran prueba

EL GOBIERNO se ha encontrado a la vuelta de las vacaciones con que se le revuelven muchos de los suyos y no acaba de entender. por qu¨¦. En realidad le est¨¢n reclamando las facturas que firm¨® en su camino hacia el poder. Los sectores que atizaron entonces la crispaci¨®n pol¨ªtica entienden que Aznar no ha satisfecho las deudas pol¨ªticas contra¨ªdas, muy especialmente en el asunto de los GAL y los documentos secretos del Cesid. Pero m¨¢s all¨¢ de estas querellas casi dom¨¦sticas, el Gobierno de Aznar ha dado en cuatro meses un llamativo espect¨¢culo de rectificaciones que en alg¨²n caso ha podido explicar en raz¨®n de los pactos alcanzados con CiU, pero que a menudo s¨®lo ha sido fruto de su confusi¨®n pol¨ªtica.La opini¨®n p¨²blica aceptar¨ªa mejor tanta revisi¨®n (respecto a los nacionalismos, los impuestos, los secretos oficiales o el papel de la televisi¨®n p¨²blica) si fuera acompa?ada del reconocimiento de que su furia anterior fue incorrecta o exagerada. Ese pasado de rompe y rasga est¨¢ demasiado cercano como para que la gente se conforme con leves excusas que ellos no admitieron a sus rivales. Adem¨¢s,, el exceso, de quejas de los pol¨ªticos sobre la herencia del pasado o las ingentes dificultades del presente tiende a interpretarse como prueba de que sus cargos les vienen grandes.

Y. sin embargo, es verdad que las dificultades son considerables. Todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea se enfrentan al dilema de c¨®mo reducir el d¨¦ficit una vez que la lentitud del crecimiento impide aumentar significativamente los ingresos sin subir - impuestos. Cualquier soluci¨®n produce damnificados en todas las capas sociales, de manera que la diferencia entre las distintas opciones se reduce m¨¢s bien a una cuesti¨®n de proporci¨®n: si castigar m¨¢s a los jubilados o a los activos, a los bebedores o a los fumadores, a Farmaindustria o a los farmac¨¦uticos. En todo caso, la gran prueba de este Gobierno est¨¢ en puertas: c¨®mo cuadrar un presupuesto que cumpla las condiciones de Maastricht sin que los m¨¢s damnificados se echen a la calle. Esto es, c¨®mo convencer ¨¢ los ciudadanos de que el ajuste es no s¨®lo inevitable, sino conveniente. Un objetivo inalcanzable si sigue empleando el burdo m¨¦todo de los globos sonda, que no ha hecho sino crear desconcierto entre los ciudadanos.., . La impresi¨®n es que ten¨ªan las cosas menos pensadas de lo que la rotundidad de sus afirmaciones (y descalificaciones) daba a entender. 0 tal vez se creyeron de verdad que bastar¨ªa su sola presencia en el Gobierno para suscitar tal corriente de confianza, interna y externa, que la econom¨ªa entrar¨ªa en una senda de crecimiento sostenido que resolver¨ªa todos los problemas. La promesa de rebajar la presi¨®n fiscal para estimular la inversi¨®n y el consumo ha dejado paso a la creaci¨®n de nuevas tasas y la subida de los impuestos indirectos, con seno riesgo para la inflaci¨®n, que es otra de las condiciones de Maastricht y cuyo repunte dificultar¨ªa rebajas adicionales de los- tipos de inter¨¦s.

La decisi¨®n. de no desclasificar los papeles del Cesid ha sido la m¨¢s pol¨¦mica de las adoptadas en el terreno pol¨ªtico. M¨¢s que argumentos en contra se han o¨ªdo desgarraduras de t¨²nicas. En algunos casos, sangrando por la herida: los mismos que publicaron los papeles robados por Perote, cooperando al intento de chantaje de un presunto estafador contra el Gobierno, afirman ahora que puesto que esos papeles "ya son de conocimiento p¨²blico" no hay riesgo alguno en su desclasificaci¨®n. Olvidando que ello supondr¨ªa convalidar desde el actual Gobierno aquel intento de chantaje contra el anterior. A la vista de los efectos de la no desclasificaci¨®n puede, sin embargo, hacerse una objeci¨®n: la decisi¨®n debi¨® haber sido consultada con los aliados nacionalistas vascos. Es cierto que la actitud de- ¨¦stos ha sido desaforada, pero eso, era algo con lo que hab¨ªa que contar.

En todo caso es posible que el efecto hubiera sido menor si la decisi¨®n se hubiera acompa?ado con un borrador de Ley de Secretos Oficiales que limitase la discrecionalidad del Ejecutivo como ¨²nico juez y parte en todos los casos. Lejos de eso, el texto refuerza esa unilateralidad, especialmente en materia de prensa. El talante autoritario que revela su articulado no desaparece porque Aznar se escandalice s¨®lo porque alguien le atribuya pretensiones censoras. En eso recuerda a sus antecesores socialistas, que cuando llegaron al poder para inaugurar -tambi¨¦n ellos- el mundo se sent¨ªan humillados ante una simple sospecha de corrupci¨®n en sus filas. Lo ¨²nico bueno de este texto es que d¨¦ paso a uno nuevo y que el rechazo un¨¢nime haya llevado al Gobierno a repensar tambi¨¦n la ley sobre el Cesid que anunci¨® Aznar para el oto?o. A estas alturas ya hay quien recuerda aquello de que "s¨®lo aciertan cuando rectifican".