Un serial de marca
Siguiendo una tradici¨®n algo olvidada por nuestras televisiones, Tele 5 estren¨® el viernes, en prime time, el episodio piloto de El S¨²per, serial que se incorpora hoy a la programaci¨®n de tarde, de lunes a viernes, en una clara intenci¨®n de robar p¨²blico a los magacines amarillo-rosado-discursivos de n¨ªtida vocaci¨®n marujil.Para ello, El S¨²per conecta con un estilo propio del culebr¨®n latino combinado con la trascendencia social del serial a la catalana (del que Poble Nou es, todav¨ªa, modelo ejemplar).
El resultado es correcto: anodino y algo cutre para quienes posean una cultura audiovisual cincelada a golpe de zapeo en la MTV, pero eficaz para una audiencia deseosa de ver reflejadas, sin efectismos ni derroches de planificaci¨®n, las emociones y sentimientos de "gentes corrientes".
El universo de El S¨²per es reducido: por un supermercado y un pueblo amenazado por una presa pululan la cajera guapa e inteligente, el representante casado y baboso con tendencia a la infidelidad, el l¨ªder ecologista que debe mudarse a la ciudad, la burguesa que ahoga en alcohol las penas y el aburrimiento, el directivo ambicioso que ve su carrera bajo el yugo de su suegro... todos y cada uno de ellos han dejado pinceladas de lo que ser¨¢ el germen de unas vidas cruzadas por el enga?o, la envidia, el rencor, el amor, la ambici¨®n, el dolor, la alegr¨ªa, el miedo y el share.
Plana y en apariencia sin una personalidad definida en su tono, con un reparto cuya labor linda con el histrionismo (la sombra del t¨®pico y la caricatura siempre es un peligro en este tipo de argumentos), El S¨²per es, sobre todo, un ¨¦xito del product management, con 52 compa?¨ªas comerciales exhibiendo sus logotipos y productos en un serial de marca.
Prueba de ello es que, para su promoci¨®n, Tele 5 ha vuelto a recurrir a las t¨¦cnicas de incorporar la publicidad de la serie en la programaci¨®n cinematogr¨¢fica (el s¨¢bado, sin ir m¨¢s lejos, sobreimpresionando el anuncio de El S¨²per durante la emisi¨®n de El cielo puede. esperar). El cielo podr¨¢ esperar, la publicidad no.
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