M¨ªnimas gotas, pero milaqrosas

Hemos corrido la etapa todos los ciclistas con alerta y precauci¨®n por el viento. Sobre todo, aqu¨¦llos a los que les pill¨® el corte del d¨ªa anterior. Desde el kil¨®metro cero todo el pelot¨®n ha ido con atenci¨®n por ver qui¨¦n atacaba o intentaba abanicos si el viento soplaba con fuerza. Pero con el paso de los kil¨®metros nos hemos dado cuenta de que est¨¢bamos un poco cansados de la paliza del d¨ªa anterior y de que todos quer¨ªamos tregua.Hemos rodado por las carreteras murcianas con menos miedo de lo que esper¨¢bamos en un principio: la carrera estaba perfectamente controlada por los equipos de los sprinters, sobre todo por la Gewiss, que saben que s¨®lo les quedan cinco d¨ªas para lograr algo esta Vuelta.Cuando entr¨¢bamos por los barrios perif¨¦ricos de Murcia se puso a llover, pero muy suavemente, con esas gotas m¨ªnimas pero muy peligrosas, pues ponen el asfalto como una pista de patinaje. Y a dos kil¨®metros de meta se ha producido una ca¨ªda, pero no tanto por la peligrosidad de la llegada, sino por el estado de la carretera y la imprudencia de los ciclistas.

Hay una serie de corredores que no deber¨ªan estar incordiando el trabajo de los sprinters. Con lo resbaladizo del firme y esa gente que aprovecha la menor para meterse en cualquier hueco, se ha producido una ca¨ªda que est¨¢bamos viendo desde los ¨²ltimos 10 kil¨®metros. Al final, a causa de la montonera, ha habido un corte en el que mi compa?ero Miguel ha perdido un tiempo que en su d¨ªa puede ser decisivo.

Pienso que cuando se produce una ca¨ªda cerca de la meta ten¨ªan que dar el mismo tiempo a todos. Hoy son unos los perjudicados; ma?ana pueden ser otros. Es una pena que despu¨¦s de tantos kil¨®metros con tu l¨ªder, en cabeza atento a abanicos y cortes, te piquen unos segundos por una montonera.