El oso y el bosque sagrado
Una arque¨®loga descubre un 'arbolado m¨¢gico' en Cenicientos gracias a la 'huella' de un plant¨ªgrado
El denominado "enigma de la piedra escrita de Cenicientos" (1.900 habitantes) se disuelve poco a poco. Alicia Canto, la profesora titular de Arqueolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma, que desentra?¨® en diciembre del a?o pasado el mister¨ªo que encerraba este megalito p¨¦treo de siete metros de altura y nueve de per¨ªmetro, ha hecho nuevos descubrimientos: una gigantesca garra de oso fue grabada en el siglo II en la parte posterior de la piedra como s¨ªmbolo de la proximidad de un bosque sagrado. Seg¨²n Canto, es la primera vez que se reconoce uno de estos s¨ªmbolos en los monumentos romanos espa?oles.El principio del fin del enigma comenz¨® en octubre de 1995, cuando el alcalde, Jes¨²s Ampuero, del PP, pidi¨® ayuda oficial para resolverlo. Hasta entonces todos los expertos hab¨ªan fracasado en sus pesquisas.
La piedra escrita es un monolito de m¨¢s de 20 toneladas que se levanta en mitad de un vi?edo privado de Cenicientos. Tiene grabados en su centro una inscripci¨®n ilegible, tres figuras togadas y dos animales. En s¨ªntesis, el misterio consist¨ªa en revelar el significado de las tres figuras y de la inscripci¨®n. Se barajaron diferentes hip¨®tesis sobre el monumento: unos lo consideraban un altar; otros, un templo, un ara de sacrificios o un hito divisiorio de los partidos judiciales. La inscripci¨®n tampoco pod¨ªa ser le¨ªda: se lleg¨® a hablar de signos celtas intraducibles.
Al final, Canto -especialista en epigraf¨ªa (ciencia que estudia las inscripciones)-descubri¨® que, se trataba de una capilla romana levantada en alabanza de la diosa Diana. Tradujo la hasta entonces ilegible inscripci¨®n: un tal Sisquinio hab¨ªa dedicado el oratorio rupestre para dar las gracias a la divinidad por alg¨²n favor concedido a su esposa.
Pero a¨²n quedaba algo oculto: la parte posterior de la piedra, donde destacaba un abultado relieve (unos dos metros) y cinco oquedades peque?as sobre ¨¦l. Canto vio en ellas el perfil de la garra de un gigantesco oso. La confirmaci¨®n la encontr¨® en un texto del agrimensor romano Latinus Togatus (siglo III). "Si en un hito divisorio o sobre una piedra natural se representara la garra de un oso, significa que comienza un bosque [sagrado]". Seg¨²n Canto, "esto refuerza la idea del doble valor de la piedra: como exvoto religioso a Diana y como hito divisorio de las provincias de Lusitania y Tarraconense". El bosque sagrado de Cenicientos, lo que ahora son las sierras de Higuera y San Vicente, estaba bajo la protecci¨®n de la divinidad. Diana -cre¨ªan los romanos- se paseaba por all¨ª y proteg¨ªa la caza. Pero hab¨ªa un problema: por la noche estaba prohibido pasar. Los arque¨®logos conocen de la existencia de varios bosques sagrados en Espa?a, los que los romanos denominaban lucus. Lugo (Lucus Augusti) fue uno de ellos.
La Consejer¨ªa de Cultura se comprometi¨® el pasado junio a proteger el monumento romano. El consejero, Gustavo Villapalos, anunci¨® en la Asamblea el destino de una partida presupuestaria para tal fin.
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