El catalanismo econ¨®mico
Fomento, que propuls¨® la fundaci¨®n de la CEOE, celebra su 225? aniversario
La celebraci¨®n, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, del 225? aniversario de Fomento del Trabajo, la gran patronal catalana, coincide con un clima ciudadano de debate sobre el pasado y el futuro de la instituci¨®n. Los empresarios se hacen diversas preguntas: ?La refundaci¨®n democr¨¢tica de Fomento ha servido para orientar bajo un mismo programa a los grupos industriales? ?Los empresarios de Fomento, de bajo aliento autonomista, reconocen ahora el poder del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y lo cortejan para influir en Madrid? Estas y otras cuestiones siempre pendientes marcan un aniversario con fondo de austeridad presupuestaria e incertidumbres econ¨®micas.La transformaci¨®n democr¨¢tica de Fomento del Trabajo se ha expresado en una doble direcci¨®n. Por un lado, la hegemon¨ªa de las corrientes liberales entre los industriales en apogeo -qu¨ªmicos, farmac¨¦uticos, inform¨¢ticos etc¨¦tera- hacen irreconocible el viejo proteccionismo textil y desplazan adem¨¢s el inter¨¦s del debate -exportadores frente a dom¨¦sticos- sobre la moderna evoluci¨®n del tipo de cambio de la peseta.
La segunda v¨ªa en la transformaci¨®n de Fomento ha tenido un peso decisivo a partir de la vertebraci¨®n disciplinada de los catalanes en la c¨²pula confederal. Este proceso ha convertido a la CEOE en el aut¨¦ntico grupo de presi¨®n del pa¨ªs. Bajo la presidencia del antiguo sindicalista vertical Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas, la CEOE ha representado, a lo largo de la reciente etapa socialista, la fusi¨®n de los intereses de la derecha econ¨®mica. Adem¨¢s, en momentos cruciales, la patronal espa?ola encabez¨® sin complejos la agitaci¨®n pol¨ªtica de los conservadores. Pero ahora, con el PP en el poder, la c¨²pula empresarial se est¨¢ despolitizando y busca redefinir sus estrategias de contrapeso. En el caso de Fomento -aunque su presidente actual, Juan Rosell, tiene una clara afinidad con el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar-, este proceso de despolitizaci¨®n es m¨¢s bien un trasvase: los empresarios catalanes han descubierto la puerta de acceso a La Moncloa que pasa por la Generalitat de Jordi Pujol, cada vez m¨¢s cargada de competencias y con m¨¢s influencia en la pol¨ªtica espa?ola. En la sede barcelonesa de Fomento, el autonomismo de los empresarios no es una cuesti¨®n de sensibilidad, sino de pragmatismo. Precisamente a medio camino entre lo uno y lo otro, as¨ª lo define Carles Ferrer Salat: "Fomento es catalanista, pero no es nacionalista".
Desde la primera asamblea democr¨¢tica de empresarios en 1976, en torno al entonces secretario de la entidad, Josep Maria Berini, la patronal catalana ha ido de m¨¢s a menos en cuanto a aislamiento institucional. Pese a esta lenta evoluci¨®n positiva, el Fomento de hoy, con una indiscutible representatividad -el 90% de la industria y los servicios-, no ha podido romper totalmente este aislamiento. Esta situaci¨®n refuerza la necesidad de un entendimiento con Pujol y el apoyo del l¨ªder nacionalista resulta crucial para que sea o¨ªda la voz de los empresarios.
En la patronal, el lastre del pasado imprime car¨¢cter. "Ha sido duro contribuir al consenso desde el trono del antiguo sindicato vertical". La frase es del expresidente de Fomento, Alfredo Molinas i Bellido, hist¨®rico en la estructura empresarial, operador aduanero, defensor de la unidad de las c¨¢maras de Comercio e Industria de Barcelona -en la etapa de Andreu Ribera Rovira- y remoto militante carlista en la Comuni¨®n Tradicionalista de inspiraci¨®n cat¨®lica y conservadora. Molinas, atrincherado durante d¨¦cadas en el claroscuro del continuismo, reclama ahora su relieve. A la postre, este dirigente empresarial ha sido el inductor de un cambio de estilo que acaba en parte con la entre los "retardados" -seg¨²n un apelativo utilizado por Salvador P¨¢niker para designar a los porciolistas emergentes de los sesenta, hoy reducidos en la agrupaci¨®n metal¨²rgica de Guillermo Bueno Henke- y los ideol¨®gicamente liberales. Pero, sobre todo, la gesti¨®n de Molinas, en opini¨®n de algunos empresarios, sent¨® las bases para el cambio de m¨¦todos que emergen ahora con Rosell. B¨¢sicamente, en tres frentes: el Fomento hiperconservador, de 1980 alienta ahora la neutralidad partidista; el Fomento centralista de antes se proclama hoy partidario de mejorar las cuotas de autogobierno de la Generalitat; el Fomento secularmente contrario a una concertaci¨®n social catalana y defensor a machamartillo de la unidad del mercado espa?ol, ha acabado impulsando recientemente elementos diferenciadores como el Tribunal de Mediaci¨®n y Arbitraje y el Consejo Econ¨®mico y Social de Catalu?a.
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