La realidad virtual
?Viajes, aventuras, sexo sin tasa, a trav¨¦s de la realidad virtual (RV-)?Lo que la realidad a a secas no procura se obtiene durante las postrimer¨ªas del siglo en el fluido espacio de la RV. Dentro del ciberespacio no se corre o se discurre, sino que se flota o se navega como en un so?ado para¨ªso a voluntad. Ese ¨¢mbito intangible es como un doble de lo real con la ventaja de que all¨ª puede hacerse realidad aun lo imposible.
Las pruebas con la RV, utilizada inicialmente por los pilotos a¨¦reos comenzaron en Harvard en 1968 y s¨®lo les val¨ªan entonces para practicar simulacros de guerra. En agosto de hace dos a?os ya serv¨ªan . para hacer el amor. M¨®nica Liston, una ejecutiva de una empresa inf¨®rm¨¢tica, y Hugh Jo celebraron su ciberboda en California pudiendo elegir entre una pagoda o la iglesia de San Pedro. Los inconvenientes, no obstante, que debieron afrontar fueron de dos clases. Uno, de orden econ¨®mico, consisti¨® en la factura fastidiosamente real que ascendi¨® a m¨¢s de 100.000 d¨®lares. El otro, de car¨¢cter tecnol¨®gico, fue la deficiencia, a¨²n sin resolver, que les obligaba a mantener entre s¨ª una distancia m¨ªnima de tres metros para que las im¨¢genes no se interfirieran. El ritual del beso nupcial, por ejemplo, habr¨ªa resultado, por causa de este defecto, un enorme barullo ic¨®nico.
En cuanto a la luna de miel, las experiencias conocidas de sexo virtual (antisida) con ortopedia electr¨®nica sobre ocho puntos er¨®genos del cuerpo -pero sin calor, olor, ni sabor- no es para sentirse plenamente complacidos.
Rom¨¢n Gubern. acaba de publicar un libro titulado Del bisonte a la realidad virtual (Anagrama), donde se constata el intento de los seres humanos, desde Altamira al Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts, por crear un mundo paralelo a este mundo. Im¨¢genes en la pintura, en el teatro, en los hologramas o en el cine que abren ventanas a una trasrealidad manipulada a gusto del artista sea como remedo de lo preexistente o bien como una desfiguraci¨®n de lo conocido. Las drogas alucin¨®genas y los bebedizos de todos los tiempos ser¨ªa el complemento a este mismo deseo de habitar otros universos alternativos.
La obsesi¨®n por la creaci¨®n de una sucesiva realidad cruza desde las primeras pinturas en la roca hasta el descubrimiento de la perspectiva y desemboca en las orillas del Cinemascope, el Kinopanorama, el Odorama, el Sensurround, el Dolby Stero o el Omnimax de 360?. El trampojo de sus ficciones convertidas en creaciones m¨ªticas como el cuadro de Las Meninas o en productos de culto popular como Blade Runner o Desafio Total se emparentan con las incursiones on¨ªricas de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas y Alicia a trav¨¦s del espejo.
Pero la Realidad Virtual es otra cosa m¨¢s decisiva que todas estas ficciones. Los cuadros, los espect¨¢culos sobre la pantalla, la literatura dejan alguna holgura entre el sujeto y el objeto, entre el contemplador o lector, y la fantas¨ªa propuesta. La RV, sin embargo, incluye de cuerpo entero al receptor en el recept¨¢culo, cotillea e interact¨²a con ¨¦l.
La meta de la RV podr¨ªa ser el paseo por una ciudad virtual que permitiera entrar en sus edificios y sus alcobas, examinar los programas de televisi¨®n que ven sus habitantes y escuchar sus programas de radio, visitar sus cajones y leer los libros de sus bibliotecas. En el extremo, la c¨®pula culminante, el "desaf¨ªo total", ser¨ªa introducirse en la realidad virtual de los otros seres, acceder a un grado de intimidad equivalente a bucear por los entresijos de sus sue?os y producir otros nuevos y acaso compartidos.
Rom¨¢n Gubern se pregunta ante este gran enredo si nos encontraremos a las puertas de un nuevo arte dentro de la simulaci¨®n o, incluso, cuando las copias lleguen a ser demasiado perfectas, en el umbral de una nueva psicosis. Algo gordo, sin duda, tiene que pasar. La mera lectura del libro trasmite el v¨¦rtigo de lo que se viene encima.
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