Pilar M¨ªr¨® sostiene con un alarde de gran oficio el lastre de un gui¨®n en exceso literario
'Tu nombre envenena mis sue?os' da pie a una extraordinaria creaci¨®n de Emma Su¨¢rez
Dos mujeres -Pilar Mir¨® detr¨¢s de la c¨¢mara y Emma Su¨¢rez delante de ella- sostienen en Tu nombre envenena mis sue?os un gui¨®n excesivamente dependiente de la novela de Joaqu¨ªn Leguina en que la pel¨ªcula se basa. El gran oficio de ambas, en sus respectivas parcelas de trabajo, desemboca en instantes de gran brillantez en la mec¨¢nica de rodaje, en la filmaci¨®n, y tambi¨¦n en la construcci¨®n de la mujer protagonista, que esta excepcional actriz logra dar, pese a la dificultad de una tarea que roza lo imposible. El resto es ilustraci¨®n de una trama novelesca que no sobrepasa el estadio libresco.
Pilar Mir¨® sintetiza con exactitud la peripecia argumental de la novela de Leguina. Dice. "Est¨¢ contada a trav¨¦s de tres personajes que van encajando las piezas de un puzzle. Para m¨ª hay dos protagonistas, dos ¨¦pocas, y posibilidades donde elegir el desarrollo de la trama... En definitiva, adaptar (al cine) una novela es hacer tuyo el punto de vista desde el que cuentas la historia. Hay cosas que eliminas, cosas que transformas y cosas que aportas".Desconozco la novela y no cuento con alguna raz¨®n aparente para poner en tela de juicio esta impresi¨®n de la directora acerca de su tarea de transformaci¨®n de literatura en imagen. Pero su idea sobre el "punto de vista" de? relato, sin duda v¨¢lida para ella, no hace falta leer la novela para deducir que no es exacta para el receptor. Esa indispensable precisi¨®n y claridad en el punto de vista de la cineasta no contagia al espectador, que se despista entre los recovecos argum¨¦ntales y no logra fijar un lugar en los desajustes entre los tiempos por donde transcurre el suceso desencadenador y la peripecia posterior de quienes lo perpetran y desentra?an.
La reconducci¨®n de la historia libresca hacia el soporte de una pantalla padece en Tu nombre envenena mis sue?os un exceso de argumento, de modo que ¨¦ste, al no caber materialmente en el metraje y en el encadenamiento visual, es contado y verbalizado entre los personajes, que en vez de representar tal suceso, lo dicen; y esto difumina el punto de vista del espectador, que -carente de un observatorio propio- est¨¢ a merced, y en ¨¦l se pierde, de un exceso de discurso verbal, de una reducci¨®n discursiva de los acontecimientos, a los que asiste m¨¢s como escuchador que como c¨®mplice y participante
Esta insuficiencia de guionizaci¨®n de la novela, la insuficiente conversi¨®n en escritura cinematogr¨¢fica de la escritura novelesca, hubiera conducido a una pel¨ªcula fallida de no contar ¨¦sta con dos alardes de oficio, que en buena parte pal¨ªan la grave carencia. Uno est¨¢ en la impecable, solvent¨ªsima mec¨¢nica de rodaje, que una vez m¨¢s reafirma a Pilar Mir¨® como una realizadora expert¨ªsima, que aqu¨ª da otro curso de buen oficio, de sutileza y firme pulso en la creaci¨®n de tiempos y de juegos combinatorios entre los tres que maneja. La pel¨ªcula, en este sentido, se ve sin respirar y promete buena andadura en las pantallas comerciales. Pero, en ocasiones, canta su exceso de deuda a lo literario y esto se percibe en algunos di¨¢logos que suenan campanudos y redichos en los filtros el¨¦ctricos de los altavoces de la pantalla, mientras (cerrando los ojos) se perciben perfectamente digeribles en las p¨¢ginas de la novela, que as¨ª se evidencia insuficientemente tranformada, pese a la insistencia de la directora en afirmar lo contrario.
El otro trabajo redentor le corresponde de pleno derecho a Emma Su¨¢rez, actriz superdotada, aut¨¦ntica salvapel¨ªculas -recu¨¦rdese por ejemplo el estremecim¨ªento y la tremenda verdad que aporta a la endeble La blanca paloma- que, pese a su juventud, es ya una int¨¦rprete curtida due?a de su poderos¨ªsima fotogenia y de las inflexiones de la expresividad de .¨¦sta. Todo lo que hace, todo lo que expulsa hacia la sala desde su esplendorosa capacidad para apoderarse de cualquier encuadre que se inunde de su magia, es, por decreto de su presencia, cine de verdad. Pilar Mir¨® le ha orientado con precisi¨®n y la actriz no desaprovecha este apuntalamiento y galvaniza las im¨¢genes por donde pasa, logrando hacer visualmente cre¨ªble lo que s¨®lo tiene existencia libresca. Desde hace ocho o diez anos, Emma Su¨¢rez, embarcada en un escalada hacia la plena pose si¨®n de s¨ª misma, vive una progresi¨®n que parece alcanzar aqu¨ª una precisi¨®n de traza gestual dif¨ªcilmente superable hacia la c¨²pula que alberga el pu?adito de rostros que dan incontestable autoridad (y autor¨ªa) a las pantallas caseras espa?olas, que pueden as¨ª, catapultadas por el talento y la hermosura de int¨¦rpretes como ¨¦sta, romper y atravesar cualquier frontera aldeana y entrar en liza en los carriles m¨¢s productivos del comercio internacional de cine.
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