"'No se asusten venimos de matar a su hijo Palmiro"
Tres miembros de la familia Labrador fueron asesinados durante la dictadura militar argentina y otro desapareci¨®
INMACULADA G. MARDONES La desgracia y el terror no han logrado borrar la brillante mirada parda de Esperanza P¨¦rez Labrador. Esta espa?ola nacida en Camag¨¹ey (Cuba) y recriada en San Esteban de la Sierra (Salamanca) cree que Dios le ha pueso una venda en los ojos para mantenerse viva. Con su jovial aspecto y 74 a?os a sus espaldas, pasar¨ªa inadvertida en un supermercado. Pero, a poco que cuenta su vida, deja de ser una mujer corriente. Fue una de las primeras en testificar ante el juzgado de Baltasar Garz¨®n en las diligencias que instruye contra el general Jorge Videla y otras 70 personas -la mayor¨ªa de ellas , militares argentinos-, por la desaparici¨®n, el secuestro y el asesinato de 297 espa?oles durante la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983.Su madre muri¨® al nacer ella en Camag¨¹ey. Y all¨ª dio sus primeros pasos al cuidado de una familia, hasta cumplir los siete a?os, cuando la devolvieron a San Esteban, de donde sus padres eran originarios. Se cas¨® en la posguerra con V¨ªctor Labrador Mart¨ªn. Con tres hijos nacidos y otro por venir, emigraron en 1950 a Rosario, la cuarta ciudad de Argentina, donde se hab¨ªan buscado la supervivencia unos primos hermanos tambi¨¦n de San Esteban.
Los Labrador-P¨¦rez se hincharon a trabajar en Rosario. Primero, en un bar; luego, en una f¨¢brica textil, aprovechando los conocimientos que V¨ªctor hab¨ªa adquirido de joven en los telares de B¨¦Jar. Con los ahorros montaron una peque?a f¨¢brica de calzado que daba trabajo a toda la familia y a media docena de operarios externos. Una historia de, lucha y sacrificio com¨²n a la de millones de espa?oles, forzados a buscarse el sustento lejos de su tierra natal. El 13 de septiembre de 1976, a los pocos meses de que la Junta Militar usurpara el Gobierno en Argentina, el horror sacudi¨® la casa de Esperanza P¨¦rez Labrador. No ser¨ªa la primera vez. Miguel ?ngel, el hijo peque?o, el que viaj¨® en su vientre en el crucero a trav¨¦s del Atl¨¢ntico, no llam¨® por tel¨¦fono. Adem¨¢s de peronista, profesor de alfabetizaci¨®n en, Villa Miseria (barrio de chabolas) y estudiante nocturno, Miguel Angel giraba visitas a los clientes de la f¨¢brica de calzado, pasaba recibos y apuntaba los pedidos. De todo ello informaba puntualmente a su padre por las noches, seg¨²n relata Esperanza. Aquel 13 de septiembre no son¨® su esperada llamada desde Santa Fe. Ni en los d¨ªas posteriores. Estaba y sigue "desaparecido".
Ten¨ªa 26 a?os. Tras extenuantes gestiones para averiguar su paradero, la familia supo que pod¨ªa haber sido secuestrado en Paran¨¢, provincia de Entre R¨ªos, y conducido preso hasta la Jefatura de Polic¨ªa de Rosario sin mediar acusaci¨®n. Su padre se person¨® en estas dependencias para proseguir las indagaciones y toda la informaci¨®n que obtuvo del comisario Antonio ?vila fue que hab¨ªa sido trasladado a otro lugar inc¨®gnito.En la madrugada del 10 de noviembre la casa de los Labrador sufri¨® un nuevo y cruel sobresalto. En una r¨¦plica de la noche de los cristales rotos (asalto de grupos armados nazis a viviendas de jud¨ªos), encapuchados paramilitares saquearon la f¨¢brica, irrumpieron en la vivienda, destrozaron el mobiliario y cubrieron a Esperanza y a su' marido, V¨ªctor, postrados en el suelo, con mantas.
"No. se asusten, les dijeron; sabemos que son gente decente Venimos de matar a su hijo Palmiro"
Esperanza salt¨® aterrorizada: "Asesinos, matarme a m¨ª tambi¨¦n!". Se desmay¨®. Le pegaron culatazos en la sien, en todo su cuerpo. Cortaron el tel¨¦fono. Se llevaron la llave de la camioneta y la cartera de V¨ªctor con documentaci¨®n de la f¨¢brica y talones firmados ("mucho dinero"). Cuando ella y su esposo, que hab¨ªa sido, amordazado, se sobrepusieron, el p¨¢nico, el horror por la suerte de Palmiro y su compa?era, Edith Graciela Koatz, les hizo volar hacia su casa. Acudi¨® V¨ªctor a ver si no era cierto el anuncio de los encapuchados.
Llamaron por tel¨¦fono. Nadie contest¨®. El esposo de Mar¨ªa Manuela y un cu?ado no se pudieron acercar. El Ej¨¦rcito rode¨® la casa. Un reportero del diario La Capital, de Rosario, reprodujo el comunicado del II Cuerpo del Ej¨¦rcito: "Fueron abatidos en nuestra ciudad a las 5.45 tres elementos extremistas pertenecientes a la organizaci¨®n declarada ilegal en 1975 [Montoneros]. Al procederse al allanamiento de la vivienda, desde el interior abrieron fuego con diversos tipos de armas
Los "extremistas" asesinados eran V¨ªctor (56 a?os), el esposo de Esperanza; su hijo Palmiro, ingeniero qu¨ªmico (29 a?os), y su nuera Edith.
A Esperanza y Mar¨ªa Manuela, su ¨²nica hija superviviente -un tercer varon muri¨® electrocutado en la f¨¢brica-, se les congel¨® la sangre. Pidieron socorro al c¨®nsul espa?ol en Rosario, Viceinte Ram¨ªrez Montesinos, quien acudi¨® a entrevistarse con el general Leopoldo Fortunato Galtieri -impulsor luego de la guerra de las Malvinas- a reclamar explicaciones. "Lo lamento, fue un error", le dijo al c¨®nsul mostr¨¢ndole, la cartera de V¨ªctor en su propio despacho.
Escapen, vayanse a Espa?a aconsej¨® Ram¨ªrez Montesinos, en una clara advertencia de que, si no lo hac¨ªan, la familia se arriesgaba a ser exterminada.
Los restos est¨¢n aqu¨ª, en Espa?a. Mar¨ªa Manuela, su esposo y sus hijas, que han logrado rehacer su vida. Esperanza no lo conseguir¨¢ hasta recuperar a Miguel Angel, vivo o muerto. Entre tanto, la venda que Dios le ha puesto en sus ojos pardos le permite sobrellevar el dolor. La f¨¢brica y las casas de Rosario est¨¢n all¨ª, abandonadas. No han tenido fuerzas para resolver su destino. Ni las tuvieron para reclamar judicialmente a los responsables del genocidio de su f¨¢milia. Pero, en los 20 a?os que han transcurrido desde que ocurri¨® la masacre, Esperanza no ha cejado un solo d¨ªa de recorrer las c¨¢rceles de Argentina buscando a su hijo desaparecido. Con las Madres de la Plaza de Mayo, enfrent¨¢ndose a los militares, yendo y viniendo entre Argentina y Espa?a, a sus a?os.
Este testimonio forma parte del sumario abierto por iniciativa de la Uni¨®n Progresista de Fiscales para esclarecer las responsabilidades por la desaparici¨®n y el asesinato de la familia Labrador y otros 293 espa?oles durante la dictadura militar argentina. Esperanza no espera nada de este proceso: "Ni con la vida de los acusados", dice, "pagar¨ªan lo que me han hecho sufrir a m¨ª y a la Rep¨²blica de Argentina".
El test¨ªmonio de Strassera
Para una mente democr¨¢tica y jur¨ªdica, la impunidad es un insulto.* As¨ª, Carlos Castresana, en representaci¨®n de la Uni¨®n Progresista de Fiscales,, plante¨® a principios de a?o una denuncia ante la Audiencia Nacional por delito de genocidio y terrorismo contra la Junta Militar argentina. A ella se sumaron IU y la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos.La mayor¨ªa de los juristas consultados no cree que prospere por cuanto Argentina liquid¨® su pasado con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Tambi¨¦n lo cree as¨ª Castresana. Pero el hecho de que una, autoridad espa?ola se haya, dado por aludida sienta un precedente, seg¨²n ¨¦l. Es una victoria. 'En casos como el de Ignacio
Ellacur¨ªa [rector de la Un¨ªversidad Centroamericana, asesinado en El Salvador]" dice, 'Espa?a no se deber¨ªa haber conformado con una nota diplom¨¢tica".
Para ¨¦l escritor uruguayo Mario Benedetti, lo importante es averiguar lo que pas¨® y recordarlo siempre.
Portavoces del Gobierno argentino califican la denuncia de episodio colonialista. Julio C¨¦sar Strassera, el fiscal en el juicio que conden¨® a la Junta Militar, declara que no obtendr¨¢ ning¨²n ¨¦xito, por la negativa de la judicatura argentina a cooperar, pero le parece "perfecta". De ah¨ª, su disposici¨®n a testificar ante la Audiencia Nacional. Lo har¨¢, si se lo solicitan, cuando vaya a Espa?a en octubre, o desde Argentina.
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