La astucia de Uribe hace que funcione el desaf¨ªo de 'Bwana'
C¨¢lida acogida a una comedia costumbrista
Bwana fue bien acogida. Obtuvo aplausos en abundancia y alguna exclamaci¨®n entusiasmada, aunque tampoco falt¨® el corrillo de indignados que echaba pestes de ella para disfrazar su ignorancia de resultona severidad. La pel¨ªcula tiene gracia y est¨¢ viva. Pero su pericia argumental se queda algo corta y su deuda de la obra teatral, de donde procede, es demasiado evidente. Aborda un asunto muy grave con ligereza, de modo que simplifica. algo de suma complejidad. La gracia de Mar¨ªa ' Barranco y Andr¨¦s Pajares llena huecos, y Uribe saca. con astucia buen partido de ella.
El punto de abordaje de la basura nazi emergente de la que Bwana hace su materia argumental es original y tiene capacidad de enganche para el p¨²blico com¨²n, que es el que importa. Este punto es el de una comedia de costumbres situada casi en la frontera del sainete, lo que es novedad en la obra de este excelente cineasta, que ya mostr¨® sus dotes para filmar con humor, pero desde otra angulaci¨®n, El rey pasmado. Lejos aqu¨ª de aquel estupendo brochazo esperp¨¦ntico, el director Imanol Uribe acepta (y confiesa que para ¨¦l esto "es un desaf¨ªo", pues no lo hab¨ªa experimentado antes) el tono y el juego saineteros, la epidermis de la comedia, para intentar atravesarla e ir poco a poco haciendo derivar un grave asunto de fondo hacia lo que, efectivamente, tiene de grave, de terrible incluso.Lo consigue en parte, porque Uribe es de los pocos directores que tienen elegancia para esconder su identidad y su estilo detr¨¢s de los int¨¦rpretes y, si ¨¦stos son competentes, logra extraer de ellos el oro negro cinematogr¨¢fico que derroch¨® en la pel¨ªcula antes citada y, sobre todo, en la recia D¨ªas contados, una de las pel¨ªculas m¨¢s arriesgada y mejor resuelta que hemos visto en nuestras pantallas en los ¨²ltimos a?os. Bwana no tiene la talla de sus dos inmediatas predecesoras, pues tiene una quiebra interior que reduce su alcance, pero posee algunos de los rasgos distintivos de la maestr¨ªa y el transparente vigor de Uribe. Sin la energ¨ªa de aqu¨¦llas, Bwana funciona, est¨¢ viva, es cine.Esquematismo
Pero cine menor, porque hay cierta angostura en su peripecia argumental, que se queda corta aunque el metraje del filme sea tan s¨®lo de 90 minutos. De ah¨ª proviene una sensaci¨®n de esquematismo que da?a el ritmo del relato. ?ste se apoya en exceso en la gracia, ciertamente induscutible, de Mar¨ªa Barranco (que vuelve a estar en la pantalla haci¨¦ndose due?a de ella) y de Andr¨¦s Pajares, que cuando quiere reduce su dominio de la sobreactuaci¨®n del bufo, y esta vez nuevamente lo consigue. El d¨²o es magn¨ªfico, pero no basta para sostener todo lo que el filme intenta decir, de modo que el permanente protagonismo de ambos obliga al espectador a depender en exceso de su presencia, y esto, al no ser ellos quienes ejecuten los dos sucesos duros del relato, encoge esa dureza y la ablanda.El poder de captura de la pantalla disminuye sensiblemente cuando Mar¨ªa Barranco y Andr¨¦s Pajares pasan a segundo plano y toman el mundo de la aventura, convirti¨¦ndola en desventura, los dos grupitos (contrabandistas y nazis cazaafricanos) que hacen contrapunto con ambos protagonistas.
Hay linealidad en estos comparsas endurecedores de la comedia, tal vez porque no son personajes de comedia y hay fricci¨®n entre su cometido argumental y el estilo distendido en que este cometido discurre. Una cosa es un relevo en la conducci¨®n de las im¨¢genes encadenadas y otra muy distinta el descenso de este relevo a bache, a arruga, en la tensa l¨ªnea de inter¨¦s. De ah¨ª proviene la quiebra a que alud¨ª: insuficiente entramado argumental, escasa densidad en el entretejido de los sucesos, que deja al bordado ralo, despoblado, con huecos que el oficio de Imanol Uribe rellena, pero no lo bastante como para poder crear un relato sin fisuras,- totalmente consistente.
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