Llegaron los yanquis
?Lo que son las cosas! Y las falacias. Eran las diez de la ma?ana del mi¨¦rcoles 25 de septiembre. Yo estaba leyendo el peri¨®dico (El Pa¨ªs Madrid, p¨¢gina 5: "Soy agente tributario") sin meterme con nadie. Comenzaba a digerir la informaci¨®n, para m¨ª in¨¦dita, de que los madrile?os contamos ahora con dos agencias, Eresa y EDS, para perseguirnos por nuestras presuntas deudas municipales, p¨²blica la primera y privada la segunda. Un prohombre del Ayuntamiento, el concejal Bujidos, afirmaba que ¨¦sta s¨®lo acosaba de dos a cuatro de la tarde y de siete a nueve de la noche, qu¨¦ gusto.Eran las diez de la ma?ana, recordemos. Son¨® vigoroso el timbre de la puerta de casa y a poco se abri¨® la del despacho, apareciendo la pobre pari (parienta) totalmente demudada. Dijo: "Joaqu¨ªn, que salgas, que hay aqu¨ª un se?or que quiere verte..." Deduje de su actitud que un peligro superior a cualquier riesgo conocido previamente acechaba all¨¢ fuera, a pesar de lo cual sal¨ª al vest¨ªbulo con paso viril, o lo m¨¢s viril posible habida cuenta de que se me estaban cayendo los pantalones del pijama, ahora ya puedo confesarlo.
Un hombre gigantesco y con cara de pocos amigos, pr¨¢cticamente ninguno, aguardaba en el descansillo. Empez¨® a decirme en tono ritual, mientras bland¨ªa unos papeles, aquello de que "ven¨ªa a notificarle...". Yo, que merezco ante la adversidad -aunque no lo bastante como para equipararme a los dos metros de mi interlocutor-, pens¨¦, muy templado, que aquel sujeto, a pesar de su desfase horario, ten¨ªa que pertenecer a la EDS ¨¦sa, primero porque no debo entre 500.000 y dos millones de pesetas al fisco municipal, ?menudo nivel hace falta para eso!, y segundo, porque jam¨¢s hab¨ªa tenido el honor de recibir en nuestra humilde morada a un atleta de tal calibre, sino, si acaso, a carteras de aspecto inofensivo y m¨¢s bien bajitas.
-?Ah!, usted es ya de los yanquis, ?no?
?l, serio como una patata, me contest¨® que era espa?ol y trabajaba para una empresa espa?ola. Yo, erre que erre.
El puso cara de "no comment" y debo reconocer que le sali¨® bordada, se ve que han recibido una formaci¨®n americana muy buena. Le dije que no ten¨ªa multa alguna pendiente y ¨¦l se empe?¨® en que s¨ª, me habl¨® del BO de la` provincia, respond¨ªle, educad¨ªsimamente, que "muy se?or m¨ªo" y fu¨¦se con sus papelones.
Y es que yo casi nunca incurro en multas municipales, etc¨¦tera, porque trato de ser un ciudadano ejemplar, aunque ustedes se cisquen de risa, me da igual. Hab¨ªa una peque?ita coleando hace tres a?os, por la cosa del ORA, y me la han descontado de la cuenta corriente en agosto. Como desde entonces tengo el coche escachifollado y no he conducido por Madrid, ni por parte alguna, resulta que soy inocente. A no ser que se trate de aquella moto que jam¨¢s fue m¨ªa, sino de mi hijo, y con la que nunca tuve que ver (por desgracia, no he sido ni soy uno de esos papa¨ªtos pudientes que les compran motos a sus reto?os), seg¨²n he explicado una y otra vez sin ¨¦xito alguno a los punidores que llaman a mi puerta. Me persiguen desde hace lustros por dicho veh¨ªculo y tengo por aqu¨ª, a cuenta de los impuestos de circulaci¨®n atrasados, una providencia de pago que no impugn¨¦, en espera de que me embarguen mi cuenta, como en otras ocasiones, aunque sea injusta y arbitrariamente. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de notific¨¢rmela otra vez? De modo que, con la conciencia tranquila y el coraz¨®n puro, puedo permitirme rechazar exterminators a la puerta de mi casa, ?est¨¢ claro? Y si alguien debe ser punido en este largo y lamentable contencioso no soy yo, sino quienes me asedian.
Pero lo que debe acojonarnos (otra vez perd¨®n, es que me he puesto nervioso a posterior?) a los madrile?os rasos es lo siguiente: si los yanquis han llegado hasta m¨ª, tan inocente en el contexto que nos ocupa como el "cordero de Dios, que quita los pecados del mundo", ?cu¨¢l no ser¨¢ el acoso al que se ver¨¢n sometidos los ciudadanos menos ejemplares que yo?
"Ciudadanos", por cierto, quiz¨¢ sea un t¨¦rmino demasiado triunfalista para definirnos a estas alturas del asedio municipal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.