Una bella versi¨®n de 'Madame Butterfly' eclipsa los desmanes de Danny de Vito
Dos pel¨ªculas fuera de competici¨®n, una inteligente y literal versi¨®n de Madame Butterfly, de Puccini, firmada por Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand y el destrozo, m¨¢s que ilustraci¨®n, de un libro de Roald Dahl, Matilda, una gentileza del menos sutil de los directores estadounidenses contempor¨¢neos, Danny de Vito, compusieron ayer lo principal de la oferta de un festival que ya camina con paso firme, con todas las retrospectivas en funcionamiento y algunas incomparecencias de ¨²ltima hora, como la del propio Mitterrand. Por la noche y fuera del alcance de esta edici¨®n se proyect¨® El dominio de los sentidos, firmada por cinco j¨®venes directoras catalanas: Teresa de Pelegr¨ª, Judith Colell, N¨²ria Oliv¨¦, Maria Ripoll e, Isabel Gardela.Incluida dentro de la secci¨®n Premi¨¦re, Madame Butterfly es una prolija, elusiva, elegante y a la postre estremecedora versi¨®n de la ¨®pera de Puccini, que el sobrino del anterior jefe del Estado franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, adapt¨® el pasado a?o para la pantalla grande. Coproducci¨®n m¨²ltiple, avalada por un al parecer cada vez m¨¢s com¨²n Martin Scorsese presenta, el filme es una versi¨®n con cantantes que encaman con todo rigor a sus personajes y de cuya direcci¨®n musical es responsable James Conlon y la Orquesta de Par¨ªs, con los coros de Radio France. La joven soprano de Shanghai Ying Huang, que no es precisamente Renata Tebaldi pero se defiende, da vida a una Cio-Cio San / Butterfly muy en su papel, mientras el tenor estadounidense Richard Troxell le da buena r¨¦plica como el pelele Pinkerton.
Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, cuya ¨®pera prima -Lettres d'amour de Somalie, una igualmente elegante tevisitaci¨®n, de la estancia de Rimbaud en Africa- se recuerda con respeto, no parece haberse preocupado por otra cosa que por hacer viable el desatado, tremendo drama de pasiones interraciales servido por Puccini y sus libretistas.
Ciertamente, toda versi¨®n de una obra cl¨¢sica no s¨®lo revisa, sino que actualiza su contenido, y no es Madame Butterfly ninguna excepci¨®n. Mujeres que se la juegan hasta el final por su pasi¨®n y hombres advenezidos e infantiles, presas s¨®lo de sus m¨¢s primarios deseos, suenan ciertamente a contemporaneidad. Mitterrand, por su parte, da una aut¨¦ntica lecci¨®n de sobriedad en la puesta en escena, po¨¦ticamente contenida pero siempre adecuada a las caracter¨ªsticas de la narraci¨®n cinematogr¨¢fica.
No cabe imaginar nada m¨¢s lejano de la est¨¦tica, intenciones y logros del filme de Mitterrand que Matilda, la ¨²ltima broma pesada de Danny de Vito a costa del pobre Roald Dahl y de la familia, uno de sus temas estrella. El filme narra la historia de una chica, la Matilda del t¨ªtulo, un ser sensible e inteligente que ha cometido el error de nacer en un hogar de aut¨¦nticos cafres, un vendedor de coches que se dedica a estafar al pr¨®jimo, una madre s¨®lo preocupada por su horrendo vestuario y por el bingo de cada d¨ªa, y un, m¨¢s que hermano, cerdito que se hincha a base de comer basura mientras contempla la televisi¨®n, el vicio general del resto de la familia.
El tono del filme se sit¨²a entre la sutileza de un tanque de guerra que ha perdido los frenos y la capacidad para el matiz de un pintor de brocha gorda que tuviera que pintar un estadio de f¨²tbol en cuatro horas, por poner ejemplos. Una tonter¨ªa que podr¨¢ gustar a ni?os sin pretensiones, pero dif¨ªcilmente a un adulto m¨ªnimamente inteligente.
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