El calendario de Europa
Todo es negociable, un viejo y divertido manual norteamericano para ejecutivos, recuerda al directivo comercial que viaja a Jap¨®n para cerrar un contrato el imperativo de ocultar a la empresa local hu¨¦sped el billete de avi¨®n de regreso. Si yerra y muestra su fecha, le pasear¨¢n el 90% del tiempo de estancia. S¨®lo negociar¨¢ el ¨²ltimo d¨ªa. Bajo la presi¨®n del calendario que se marchita y a la baja para sus intereses.La cumbre de la Uni¨®n Europea (UE) celebrada el s¨¢bado en Dubl¨ªn ilustra las, a veces incestuosas, relaciones entre agenda y contenido de lo que se negocia, en este caso la reforma del Tratado de la Uni¨®n. Es el paradigma del calendario, enunciable de esta guisa: en ausencia de una rotunda voluntad pol¨ªtica y de una profunda maduraci¨®n del debate, la fijaci¨®n del calendario final arriesga a rebajar el m¨¢ximo com¨²n m¨²ltiplo a la categor¨ªa de m¨ªnimo com¨²n denominador.
No siempre es obligadamente as¨ª, y menos en una comunidad pol¨ªtica como la UE, en la que todo proceso se desarrolla a trav¨¦s de mil meandros. Depende, en efecto, de la voluntad, de la maduraci¨®n y de la holgura del plazo. Y de factores ex¨®genos.
Pero en este caso se corre un enorme peligro de que el m¨ªnimo com¨²n denominador se quede realmente jibarizado, por efecto del paradigma citado, grandes ambiciones et¨¦reas, calendario muy concreto. Ambiciones: los quince l¨ªderes aplazaron la resoluci¨®n del dilema entre gran reforma de alcance pol¨ªtico y mera reformita limitada a poco m¨¢s que el ajuste institucional indispensable para acoger a los hermanos separados del Este. Vaso medio vac¨ªo. Pero ?tambi¨¦n medio lleno? Calendario: ?Qu¨¦ felices se les ve¨ªa por haber evitado lo peor, el retroceso! ?Qu¨¦ inmenso logro ratificar la fecha tope acordada ya el pasado junio, en Florencia! La cumbre, al menos, no ha producido destrozos.
La uni¨®n monetaria
El paradigma se ha aplicado tambi¨¦n a la uni¨®n monetaria, salvadas las enormes diferencias de grado, pues la voluntad pol¨ªtica de lograrla es m¨¢s rotunda y el proceso est¨¢ muy maduro. El dilema de los ¨²ltimos tiempos estribaba en que si se quer¨ªa alcanzar una masa cr¨ªtica de pa¨ªses que sustentase la credibilidad del euro, habr¨ªa que dotar de elasticidad o bien al calendario, o bien a las condiciones de convergencia (topes de deuda, d¨¦ficit, inflaci¨®n).Oficialmente se ha optado por la rigidez de ambas variables. Pero la fijeza del calendario establecido en la cumbre de Madrid ha ido arraigando. Tocarlo provocar¨ªa tormentas. Nadie osar¨ªa. No es ya una variable, sino una constante. Ahora, la menos boyante coyuntura econ¨®mica, sobre todo en los pa¨ªses clave como Alemania, llama a la puerta exigiendo la adecuaci¨®n de los principios, alg¨²n nivel de elasticidad futura. Impracticable en la agenda, s¨®lo podr¨¢ darse en los criterios.
Si eso se anunciara ahora, adi¨®s a las armas del rigor presupuestario, que perder¨ªan la aquiescencia resignada de las poblaciones. ?Tampoco los criterios se pueden tocar o reinterpretar antes de la criba de monedas que se har¨¢ en la primavera de 1998! Y menos fuera de la hiperestricta ortodoxia del Bundesbank. Pero el agua busca siempre un cauce al mar.
Surge as¨ª la necesidad de un complemento al paradigma del calendario, el sustitutivo de la ambici¨®n / condici¨®n, la trampa. Tiene tambi¨¦n sus reglas: que sea discreta, se utilice como ¨²ltimo recurso, y sea invocable por todos. A criterios intocables, maleabilidad en la forma de alcanzarlos. En eso consiste la nueva contabilidad creativa.
Universalmente empleada. Francia asume una enorme deuda social, las pensiones de France Telecom, contabilizando como ingreso el bill¨®n de pesetas que ¨¦sta abona como peaje del traspaso. Alemania inventa la obra p¨²blica llave en mano que, formalmente leasing y no inversi¨®n, no consta en la contabilidad. ?Y Espa?a? Desgl¨®sennos los 800.000 millones de variaciones de activos financieros, los avales a empresas...
Tambi¨¦n la reforma global de Maastricht legalizar¨¢ la trampa. Alg¨²n grado de flexibilidad que posibilite "cooperaciones reforzadas" de los m¨¢s integracionistas vendr¨¢ a cubrir el hueco de la asimetr¨ªa de voluntades y a constituirse en circunloquio de unanimidades imposibles y paralizantes. No es caf¨¦, sino achicoria. Pero a lo mejor entona.
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