La pol¨ªtica de la uni¨®n monetaria
Aparte una difusa impaciencia por decir adi¨®s a nuestra pobre peseta y un vehemente deseo de disolvemos en Europa, los espa?oles hemos renunciado hace tiempo a entender lo que significar¨¢ el euro en nuestras vidas. Toda nuestra atenci¨®n se centra en los sacrificios financieros que est¨¢n imponiendo las condiciones de Maastricht. No hay debate, a no ser que contemos como tal los exabruptos de don Julio Anguita, que no entiende ni siquiera los efectos de una ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s. El intr¨ªngulis o intenci¨®n solapada del invento es pol¨ªtico: Kohl busca repetir su golpe de mano cuando la uni¨®n de las dos Alemanias utilizando la bandera y horma de la moneda ¨²nica para uncir a Alemania definitivamente a Europa; Chirac quiere que Francia sea la otra potencia europea; y los pol¨ªticos de los pa¨ªses castigados por el llamado Estado de bienestar quieren tener un pretexto para reducir el gast¨® social sin necesidad de convencer¨¢ sus ciudadanos.La pol¨ªtica es como la guerra: fijado un objetivo, la disciplina ser¨¢ implacable, la batalla sin escr¨²pulo. Con tal de que en el 2001 Europa tenga una sola moneda, el cuartel general es capaz de difundir cualquier noticia ¨²til, aunque sea falsa. Se acu?an esl¨®ganes, como el de hablar de un tir¨®n de la "uni¨®n econ¨®mica y monetaria", como si hiciera falta una sola moneda para tener un mercado ¨²nico: no parece que la uni¨®n aduanera entre Canad¨¢ y EE UU exija la fusi¨®n de sus d¨®lares. Se minimizan los obst¨¢culos por venir, como el efecto de una moneda estable sobre econom¨ªas paralizadas por la protecci¨®n del empleado antiguo y el enraizamiento de los parados en sus autonom¨ªas: ¨¦l mismo Canad¨¢, con la permanencia de altas tasas de paro en las Provincias del Atl¨¢ntico y en Quebec, es muestra de lo que puede ocurrir cuando una moneda estable no induce una transformaci¨®n de la econom¨ªa real. Se ponen las esperanzas en los fondos de convergencia para paliar los dolores de las economias que no sepan reducir sus costes y aumentar su productividad al ritmo de la econom¨ªa global: no creo que los alemanes del Oeste est¨¦n dispuestos a repetir su generosidad hacia sus hermanos del Este.
Si la guerra estuviera ganada por los centralizadores, nos resignar¨ªamos. Peto los peligros de que la moneda ¨²nica naufrague no son balad¨ªes. No est¨¢ definido el "pacto de estabilidad" por el que los Estados miembros se comprometan a seguir vigilantes en materia de d¨¦ficit p¨²blico despu¨¦s de haber ingresado en el club. Hay una gran controversia sobre las multas que podr¨ªan recaer sobre los pa¨ªses irresponsables. Y, sobre todo, est¨¢n los peligros de especulaci¨®n durante los tres a?os (nada menos que tres a?os), durante los cuales no correr¨¢ el euro, pero las monedas de los pa¨ªses adheridos tendr¨¢n tipos de cambio irrevocablemente fijos... Ya vimos lo que el se?or Soros hizo la ¨²ltima vez que los tipos de cambio se medio fijaron.
Enti¨¦ndanme. No veo mal que se imponga una disciplina, aunque sea desde fuera, a los gobiernos gastones siempre he sido partidario de reglas constitucionales que limiten la creaci¨®n de dinero y el aumento del gasto p¨²blico,' reglas a los que los criterios de Maastricht se parecen. De lo que no estoy seguro es de que los europeos, sobre todo los del Sur, est¨¦n dispuestos a reformar profundamente la parte real de sus econom¨ªas. Sin flexibilidad ni productividad, la ortodoxia monetaria puede llevar a un crecimiento mortecino y a una perpetuaci¨®n del paro. Son tantas las cosas por hacer hasta convertir nuestras econom¨ªas, en especial la espa?ola, en econom¨ªas libres y abiertas. ?Por qu¨¦ no crear el mercado ¨²nico antes de imponer la moneda ¨²nica? La misma libertad de movimiento de mercanc¨ªas, servicios, personas y capitales llevar¨ªa insensiblemente al acercamiento de las monedas e incluso a la aceptaci¨®n de la mejor de ellas como moneda paralela de cuenta. Todo es mejor que seguir adelante con un plan que dividir¨ªa a Europa en los in y los out, y quiz¨¢ deje fuera al Reino Unido, ese pa¨ªs que tan escasamente ha contribuido a nuestras libertades. ?Y qu¨¦ tal si el Gobierno de Aznar pusiera en marcha las reformas de fondo?
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