El Atl¨¦tico sufre el 'efecto Sabas'
El Betis logra inmerecidamente un punto en el Calder¨®n con un gol del ex rojiblanco
El efecto Sabas anul¨® el ejercicio fundamentalista del Atl¨¦tico, que desbord¨® al Betis por todos los flancos. Como en sus mejores d¨ªas, los rojiblancos jugaron como iluminados, con una determinaci¨®n que intimid¨® al Betis, que pasa por equipo s¨®lido, con tablas, de los que no se arrugan. Pues se arrug¨®, hasta que Simeone, que hab¨ªa liderado el trepidante ataque del Atl¨¦tico, se retir¨® del partido. Se fue Simeone y apareci¨® Sabas, especialista en modificar partidos en diez minutos. Es un jugador que funciona mejor en los intervalos cortos, cuando viene del banquillo y alborota un poco. Esa capacidad se conoce como el efecto Sabas y el Atl¨¦tico sabe mucho de ello. Esta vez lo sinti¨® en su cuerpo, despu¨¦s de un partido que debi¨® ganar por decisi¨®n y ocasiones.El Betis no hizo negocio con su primer gol, que presuntamente iba a determinar el desarrollo del partido. A pesar de su fama de equipo defensivo y contragolpeador, se someti¨® al Atl¨¦tico y cedi¨® dos goles en diez minutos. Alguien se olvid¨® los v¨ªdeos en en su casa porque el Atl¨¦tico remont¨® a su manera. Dos tiros de c¨®rner y dos goles. As¨ª de sencillo, como tantas otra veces. Los defensores y el portero del Betis asistieron pasivos o hipnotizados a los lanzamientos de Pantic, que es una mina en el Atl¨¦tico. Y el encuentro, que parec¨ªa dispuesto para el Betis, vir¨® a rojiblanco.
M¨¢s que nunca, el m¨¦rito del Atl¨¦tico estuvo en su capacidad de sacrificio, en el esfuerzo colectivo, en su animosa forma de interpretar el f¨²tbol. Desarm¨® al Betis con una presi¨®n extenuante y bien dirigida que impidi¨® el tr¨¢fico de la pelota en el medio campo. Si la intenci¨®n del Betis era enfriar el partido, no lo consigui¨®. Se vio metido en un torbellino, incapaz de encontrar el tempo, abrumado por la tenacidad de su adversario, que le hizo capitular sin remedio.
Antes de que la maquinaria del Atl¨¦tico se pusiera en marcha -es decir, un f¨²tbol r¨¢pido, impetuoso, de vocaci¨®n atacante-, el Betis puso en guardia a la hinchada del Manzanares. Aproximadamente fueron cinco minutos, interpretados principalmente por Finidi, que amenaz¨® con laminar a Toni por su banda. Su primera escapada fue a toque de cornet¨ªn, reci¨¦n comenzado el encuentro. Progres¨® como un felino por la derecha, sac¨® dos cuerpos al lateral y meti¨® un centro que no alcanz¨® Alfonso. Luego se produjo el gol y otro par de, irrupciones de Finidi, que parec¨ªa incontrolable. Pero el Atl¨¦tico arregl¨® su tontera con el primer c¨®rner. En caso de duda, es un equipo que siempre guarda la carta de Pantic en estas cuestiones.
Resulta asombroso que un a?o de goles en tiros de falta y de c¨®rner no haya provocado las contramedidas de rigor. Debe ser que la magia no est¨¢ en la pizarra y los ensayos, sino en el pie de Pantic. Le sucede como a Koeman. Tiene algo especial para lanzar la pelota y no hay nadie que lo impida. En cualquier caso, los defensores del Betis hicieron muy poco por salvar el resultado. Y el portero tambi¨¦n. Prats se qued¨® en la raya en los dos lanzamientos y en otro m¨¢s que estuvo a punto de elevar la cuenta del Atl¨¦tico.
El segundo gol resumi¨® bastante bien el estado del encuentro. Un c¨®rner, un cabezazo y el gol. Pero un cabezazo de Simeone, o sea en plan Belauste, arrollando a todo el mundo. Todo coraje Simeone, como el juego de su equipo en aquellos minutos. Porque el Atl¨¦tico sab¨ªa que el Betis flotaba y no estaba en condiciones de detener la. ofensiva del equipo. Estaba a punto de caer. S¨®lo se necesitaba un noqueador, un tipo con pegada y poder¨ªo. Simeone, naturalmente.
Con los dos goles, el Atl¨¦tico volte¨® el resultado y el partido. Nada volvi¨® a ser como al principio, excepto los ¨²ltimos diez minutos del partido, cuando el Atl¨¦tico perdi¨® gas y al Betis le dio por asomarse al partido. Sucedi¨® que Simeone no estaba entonces en el partido, que Finidi se puso a jugar y que entr¨® Sabas. Pero antes de que el miedo invadiera a la hinchada y de que Sabas mar cara el empate, el Atl¨¦tico, llev¨® la direcci¨®n del encuentro con la m¨¢xima autoridad. Tuvo ocasiones -sobre todo en el juego alto, donde la estatura de R¨ªos y Vidakovic no result¨® determinante y pareci¨® a salvo de cualquier contratiempo. Le falt¨® punter¨ªa para resolver el encuentro. Es de cir, dej¨® vivo al Betis, que volv¨ª¨® a meterse en el partido, primero de forma discreta, de la mano de Finidi, que fue interceptado brutalmente en alguna ocasi¨®n, y despu¨¦s de forma colectiva. El ¨²ltimo trecho result¨® tan dividido que no import¨® la inferioridad del Betis, sin Vidakovic por expulsi¨®n. El resultado qued¨® pendiente de la moneda. Pod¨ªa caer para un lado o para otro. Cay¨® para el Betis, favorecido por el efecto Sabas y por la fortuna. No debi¨® empatar el partido, pero a veces el f¨²tbol se vuelve caprichoso.
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