Pujol y el resto
LA DEMOCRACIA no suprime el conflicto: s¨®lo aspira a encauzarlo por v¨ªas pac¨ªficas. La integraci¨®n de Catalu?a en el sistema de la Restauraci¨®n fue el principal problema pol¨ªtico de Espa?a a comienzos del siglo XX. Todav¨ªa sigue siendo una fuente potencial de inestabilidad, pero basta comparar su situaci¨®n con la del Pa¨ªs Vasco para concluir que el encaje de Catalu?a en Espa?a est¨¢ encauzado en lo fundamental; hay que relativizar, por ello, las inquietudes que suscitan algunas iniciativas del nacionalismo catal¨¢n. Pero precisamente por ello, esas iniciativas pueden ser criticadas con normalidad, sin temor a reacciones desaforadas.Pujol ha lanzado la iniciativa de modificar, a partir del 2001, el sistema de financiaci¨®n de Catalu?a en el sentido de equipararlo al vigente en Euskadi y Navarra. Catalu?a recaudar¨ªa todos los impuestos de su territorio, con los que contribuir¨ªa en una determinada proporci¨®n pactada a los gastos generales del Estado, incluyendo un fondo de solidaridad interterritorial; el resto quedar¨ªa a disposici¨®n de Catalu?a. Pujol plante¨® su iniciativa en el marco de una conferencia cuyo mensaje central fue el insuficiente reconocimiento de la singularidad de Catalu?a en el seno de un Estado plurinacional. De entrada, cabe una objeci¨®n: de la existencia de una acusada singularidad ling¨¹¨ªstica y cultural es dif¨ªcil deducir la exigencia de una nueva autonom¨ªa de concierto econ¨®mico, que adem¨¢s puede conducir a un sistema inviable o de dif¨ªcil aceptaci¨®n por el resto de las comunidades aut¨®nomas.
La cuesti¨®n es seguramente otra. Muchos catalanes, y no s¨®lo los nacionalistas, aspiran a un mayor equilibrio entre lo recaudado y lo recibido. Seg¨²n algunos estudios, Catalu?a contribuye con un 20% m¨¢s que la media y recibe un 17% menos. Otro estudio, ¨¦ste de la Generalitat, conclu¨ªa que los recursos p¨²blicos disponibles por habitante fueron en 1991 de 102.000 pesetas en Catalu?a, ligeramente por debajo de Andaluc¨ªa, por ejemplo, y muy inferior a las 190.000 pesetas del Pa¨ªs Vasco. El nacionalismo catal¨¢n no reivindic¨®, en el debate constitucional, un sistema como el vasco por considerar -eran a?os de fuerte crisis econ¨®mica- que responsabilizarse de la recaudaci¨®n implicar¨ªa un fuerte desgaste pol¨ªtico, y que lo importante era disponer de autonom¨ªa para establecer prioridades en el gasto. La nueva iniciativa de Pujol supone, por tanto, una rectificaci¨®n de fondo. Pero tambi¨¦n de actitud. Hasta ahora hab¨ªa tenido especial cuidado en plantear sus reivindicaciones -como la participaci¨®n en el IRPF- en t¨¦rminos aplicables a todas las comunidades.
La iniciativa surge en un momento en que la din¨¢mica de los agravios comparativos se ha disparado: Rodr¨ªguez Ibarra pide un refer¨¦ndum para impugnar la cesi¨®n del 30% del IRPF pactada por Aznar y Pujol, al mismo tiempo que este ¨²ltimo sugiere la equiparaci¨®n de Catalu?a con el Pa¨ªs Vasco y Navarra; pero esta ¨²ltima, presidida por el PP, pretende, a su vez, seguir a las diputaciones vascas en la rebaja del impuesto de sociedades. Y los vascos condicionan su pacto con el Gobierno del PP a que ¨¦ste les reconozca plena capacidad normativa sobre los impuestos directos, como la que disponen los navarros..
En su conferencia, Pujol volvi¨® a invocar a su favor la "renovada, leal y muy relevante" contribuci¨®n de Catalu?a a fa estabilidad pol¨ªtica. D¨ªas antes hab¨ªa pedido que PP y PSOE pactaran con los nacionalismos un sistema de financiaci¨®n auton¨®mica estable, que no quedara al albur de las mayor¨ªas pol¨ªticas y de las alianzas parlamentarias. Al proponer el sistema de cupo, aunque sea para dentro de cinco a?os, Pujol debiera explicar a qu¨¦ se debe el cambio de estrategia y a la vez por qu¨¦ caminos conseguir¨¢ el consenso pol¨ªtico que le permitir¨¢ estabilizar el sistema en el futuro. En caso contrario, deber¨¢ entenderse que su propuesta se debe a cuestiones coyunturales, como es el momento precongresual en que se halla su partido, y un cierto clima de debate estrat¨¦gico y de competencia en todo el campo nacionalista.
Tras marcar la trayectoria del nacionalismo en los ¨²ltimos 20 a?os, quiz¨¢s Pujol quiere evitar que sean otros quienes la definan para los pr¨®ximos, aun a costa de tensar fuertemente las relaciones con el PP y con las otras autonom¨ªas y de evidenciar la fragilidad del actual sistema de financiaci¨®n. Nadie deber¨ªa estar m¨¢s interesado en demostrar su viabilidad que los nacionalistas. ?sa es la contradicci¨®n de algunos planteamientos de Pujol. Pero no menor es la de un Rodr¨ªguez Ibarra proponiendo un refer¨¦ndum extreme?o: contraponer la legitimidad particular a la general es precisamente lo que quisieran los nacionalistas m¨¢s radicales.
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