Bosman despu¨¦s de Bosman
El futbolista belga apenas ha sacado provecho a su espectacular ¨¦xito en el Tribunal de Luxemburgo
Dec¨ªan del joven Bosman que era un muchacho prometedor, un jugador con futuro, seg¨²n los expertos, que le med¨ªan con Scifo, el espl¨¦ndido juvenil del Andelecht. Jugaba en el centro del campo, ten¨ªa olfato para el gol y no le faltaban ambiciones. Gerets y Arie Haan, los santones del Standard de Lieja, estaban encantados con el chico. Le velan tantas posibilidades que una tarde se presentaron en el despacho del presidente y le dijeron. "La pr¨®xima temporada, nuestro amigo juega todos los partidos". La cosa marchaba. Con 18 a?os, se hab¨ªa asegurado el puesto en la selecci¨®n juvenil belga y frecuentaba la titularidad en el Standard. Parec¨ªa el retrato de un futbolista dirigido hacia el ¨¦xito, hacia una fama muy diferente a la que ahora disfruta, hacia un dinero del que no dispone, porque Jean Marc Bosman encaden¨® una desafortunada carrera profesional, aunque conquist¨® una victoria gloriosa en los tribunales.Despu¨¦s de un largo, solitario y doloroso desaf¨ªo, Bosman dinamit¨® el b¨²nker de la UEFA, un organismo que se cre¨ªa ajeno y a salvo de las leyes. No lo estaba. Nada ser¨¢ igual desde la sentencia dictada el 15 de diciembre de 1995, la resoluci¨®n que concede a Bosman y a todos los jugadores de la Uni¨®n Europea la posibilidad de jugar sin trabas en cualquier pa¨ªs comunitario. Sin embargo, Bosman apenas ha sacado un duro de su espectacular haza?a.
Tras un proceso legal que se ha prolongado durante seis a?os y que todav¨ªa est¨¢ pendiente de la decisi¨®n que tome la Corte de Apelaci¨®n de Lieja sobre los da?os y perjuicios que ha sufrido el jugador, Bosman se siente orgulloso por la magnitud de su victoria, pero se pregunta por el futuro desde su modesto universo. Por el camino ha dejado los mejores a?os de su carrera como futbolista, ha pasado por los rigores del divorcio, ha superado algunos problemas con la bebida y se ha visto obligado a regresar a la casa de sus padres. No hay lujos all¨ª. Hijo de un minero que abandon¨® su profesi¨®n para conducir el taxi y de una emigrante yugoslava, Bosman sabe de la dureza de la vida, de la esperanza que ofrece el f¨²tbol para los muchachos de los barrios marginales, de las las dificultades para alcanzar los sue?os.
Incluso en su etapa m¨¢s prometedora, a Bosman le faltaba el punto de fiebre o de ego¨ªsmo para triunfar. Ten¨ªa ambici¨®n, pero no era obsesivo. Y la obsesi¨®n cada vez se hace m¨¢s necesaria para progresar en el inclemente mundo del f¨²tbol profesional. Tampoco andaba sobrado de suerte. Cuando comenzaba a entrar en las alineaciones del Standard, el equipo se vio envuelto en un esc¨¢ndalo que catorce a?os despu¨¦s todav¨ªa perturba al club belga. Tres d¨ªas antes de disputar la final de la Recopa en 1982, el Standard compr¨® el ¨²ltimo partido de Liga. Lo hizo fundamentalmente para preservar el buen estado f¨ªsico de todos sus futbolistas para la final. Se descubri¨® el soborno, se despidi¨® a la mayor parte de la plantilla y se arruin¨® la carrera de los j¨®venes. Bosman tuvo que encabezar un equipo formado por futbolistas de 17 y 18 a?os en aquel periodo negro. A pesar de las extraordinarias dificultades, el Standard consigui¨® clasificarse para la Copa de la UEFA. Pero nada fue igual que en los buenos tiempos. El Standard se resquebraj¨® y perdi¨® la perspectiva. Contrat¨® a varios veteranos y aniquil¨® la generaci¨®n de j¨®venes. Bosman se estanc¨® y perdi¨® la esperanza de progresar en el Standard. Abandon¨® el equipo despu¨¦s de hablar con su t¨ªo, Robert Waseige, actual entrenador del Sporting de Lisboa y por aquel entonces t¨¦cnico del Liege. No mejor¨® con el cambio, en gran parte por un conflicto familiar. Bosman era sobrino de Waseige, pero el hijo del entrenador tambi¨¦n jugaba en el equipo. En el duelo de intereses perdi¨® Bosman, que se enfrent¨® con el t¨¦cnico. "Eres un hijo de puta", le dijo un d¨ªa. No volvi¨® a jugar en seis meses y no tuvo otra salida que pedir su traspaso. Una carrera que se anunciaba s¨®lida qued¨® expuesta a las ofertas de los equipos con poco prestigio, como el Dunkerke, que militaba en la Segunda Divisi¨®n francesa. El d¨ªa que acept¨® el contrato del Dunkerke comenz¨® su tormentosa aventura por las cortes judiciales de B¨¦lgica y Luxemburgo, primero ante la indiferencla del mundo del f¨²tbol, despu¨¦s ante el inter¨¦s de unos pocos y finalmente ante la expectaci¨®n de la prensa, los pol¨ªticos y, muy especialmente, la UEFA.
El desencadenante fue sencillo y poco novedoso. Un jugador (Bosman) acaba su contrato y llega a un acuerdo con un club extranjero (Dunkerke), pero el club del futbolista (Liege) pide una compensaci¨®n econ¨®mica por los derechos del jugador. El asunto, que aparentemente era de poca monta, se dispar¨® por una cuesti¨®n de orgullo y dignidad. Bosman pens¨® que deb¨ªa ponerse en manos de un abogado. Por intuici¨®n o por lo que fuera, contact¨® con un joven letrado especializado en derecho europeo y libre circulaci¨®n de personas. Se llamaba Jean Louis Dupont y s¨®lo ten¨ªa 24 a?os. "Hablamos durante dos horas y le expliqu¨¦ que el caso pod¨ªa alargarse 18 meses. Le dije que era mejor negociar", se?ala Dupont. Bosman negoci¨® y no consigui¨® nada. Luego habl¨® de la posibilidad de acudir a los tribunales. Los dirigentes del Liege se rieron. Bosman se sinti¨® humillado. "Al juez", le dijo a su abogado. Aquella decisi¨®n deriv¨® en un combate solitario de cinco a?os, frente a la omnipotente UEFA, que primero despreci¨® a su an¨®nimo adversario y luego, cuando la posibilidad de una derrota hist¨®rica se hizo inminente, intent¨® satisfacer al futbolista que se hab¨ªa atrevido a amenazar su imperio. Se dice que a ¨²ltima hora la UEFA ofreci¨® 200 millones de pesetas a Jean Marc Bosman por retirar su demanda. La cantidad era colosal. Bosman andaba escaso de dinero, fatigado por un proceso que se hab¨ªa llevado por delante su matrimonio y le hab¨ªa complicado severamente su vida. Era una cantidad que le arreglaba su futuro. "Es verdad", le dijo su abogado. "T¨² eres el primer hombre que llega a 25 metros de la cima del Everest y de repente llega la Asociaci¨®n de Defensa del Everest y te ofrece una fortuna si no alcanzas la cima. Tienes derecho a coger el dinero, porque t¨² has llegado solo hasta all¨ª. Es un asunto entre t¨² y el Everest. Lo ¨²nico que puedo decirte es que quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa tengas pesadillas". Bosman sigui¨® adelante. Para entonces, hab¨ªa encontrado la ayuda de las Asociaciones de Futbolistas de Espa?a, Francia, Portugal y Dinamarca, que le entregaron al rededor de seis millones para todo el procedimiento judicial. Poco antes de la sentencia, la FIFPRO (Federaci¨®n Internacional de Futbolistas Profesionales) le concedi¨® 20 millones de pesetas como reconocimiento a su formidable batalla. El resto es historia. Bosman gan¨® para los futbolistas el derecho a la libre circulaci¨®n en los pa¨ªses comunitarios, con las derivaciones econ¨®micas que ello significa. Abri¨® la caja fuerte, pero apenas ha tenido recompensa. En Lieja, Bosman vive con sus padres, en condiciones modest¨ªsimas, confiado en la solidaridad y la gratitud de los futbolistas, en la manera de recibir la ayuda econ¨®mica que aclare el futuro de un hombre que so?¨® con hacerse figura y se convirti¨® de forma inopinada en el hombre que derrib¨® la Bastilla del f¨²tbol.
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