La fortuna siempre es alemana
Un gol de Reuter acab¨® con el esfuerzo del Atl¨¦tico de Madrid
En caso de duda, un equipo alem¨¢n. El Borussia se llev¨® un partido que no debi¨® ganar, un encuentro de choque que le vino de perilla a su estilo. Se defendi¨® con firmeza, aguant¨® la carga del Atl¨¦tico y sac¨® petr¨®leo de una jugada que parec¨ªa perdida. Pero cuando el protagonista es alem¨¢n la cosa cambia. Entr¨® Reuter, atropell¨® a unos cuantos y marc¨® el gol de la victoria. As¨ª de sencillo, como tantas otras veces. Todo el gasto del Atl¨¦tico no le sirvi¨® para nada. Jug¨® con su caracter¨ªstica energ¨ªa, se prendi¨® en la batalla, muri¨® de pie, con todo el equipo en el ¨¢rea de Klos, pero fue insuficiente. El Borussia, con las virtudes estrictamente alemanas, se fue de Madrid con una victoria que le coloca en una posici¨®n excelente para liderar el grupo.Dos trenes chocaron. El At-l¨¦tico, porque va como un caballo al ataque; el Borussia, porque es alem¨¢n, y esta gente prefiere la pierna fuerte, el con tacto, el juego f¨ªsico, donde los alemanes se sienten en su h¨¢bitat. El Atl¨¦tico propuso un partido bravo, tan en¨¦rgico que en los primeros minutos pareci¨® sorprender al Borussia. Hubo unos instantes de ataque virulento, donde los rojiblancos iban con todo hacia la porter¨ªa de Klos. El blitz de los locales se contagi¨® a la grada, donde la gente se aprest¨® a vivir otra no che vibrante. Un elegante movimiento de Kiko, cerrado con un tiro junto al palo, provoc¨® el entusiasmo de la hinchada, que no repar¨® en el f¨¦rreo car¨¢cter del equipo alem¨¢n. Lejos de empeque?ecerse, el Borussia acept¨® el guante y fue a la guerra.
Como hab¨ªa un esp¨ªritu de combate en todos los jugadores, el partido se puso dif¨ªcil para pensar. No hab¨ªa espacio ni tiempo para los futbolistas que dominan la pausa,. como Kiko y Pantic, que se asomaron pocas veces al partido. Naturalmente, cada aparici¨®n de Kiko mejoraba la jugada y provocaba unas expectativas enormes entre el p¨²blico. Pero el encuentro no estaba dise?ado para Kiko. Se vio muy pronto que el centro del campo era una zona in¨²til para el juego. Era un sitio para la presi¨®n y el choque. Nadie se anim¨® a bajar las revoluciones y a proponer una historia diferente. Tampoco era extra?o. El Atl¨¦tico es un equi-po que funciona cuando va a toda m¨¢quina, con el viento en las velas y el pu?al en la boca. Cuando baja el pist¨®n, acostumbra a tener dificultades, como si la p¨¦rdida de intensidad le afectara a la concentraci¨®n y al orden. As¨ª que tir¨® adelante con su energ¨ªa habitual y esper¨® la cosecha. El problema es que el Borussia no se arrug¨®. Generalmente, los equipos alemanes no se achican. Lo dice la historia y probablemente se ha incorporado a la gen¨¦tica de sus futbolistas.
El Borussia se recuper¨® del primer empuj¨®n y entr¨® a batallar. Tambi¨¦n se olvid¨® del juego en el medio campo y se busc¨® la vida con pelotazos que s¨®lo produc¨ªan alguna alarma cuando Tretschok entraba por la izquierda. En t¨¦rminos generales, el partido estaba dividido, con un inter¨¦s mayor del Atl¨¦tico por llevar la bandera. Pero su juego ten¨ªa un aire confuso, demasiado voluntarista. Esn¨¢ider parec¨ªa el m¨¢s puesto. En aquel clima tenso, Esn¨¢ider se sent¨ªa encantado. Se movi¨® con agilidad, busc¨® el ¨¢rea y meti¨® en problemas a los defensores del Borussia. Claro que se encontr¨® con Julio C¨¦sar, un brasile?o de ley. Grandote, excesivo de kilos, lent¨®n, Julio C¨¦sar fue el ¨²nico que no se dej¨® llevar por la aceleraci¨®n del partido. Actu¨® con la clase de los grandes para tapar las jugadas, para no irse al suelo, para decir que all¨ª hab¨ªa- un gran defensa, uno de los que prefieren adivinar a atropellar.Se discuti¨® con tanta vehemencia en. el campo que apenas se produjeron oportunidades. Lambert remat¨® contra el palo y Klos sac¨® en la raya un cabezazo de Esn¨¢ider. Despu¨¦s de un c¨®rner, por supuesto. Cuando los partidos se vuelven esforzados, lo normal es encontrarse con un gol alem¨¢n. As¨ª se ha escrito la historia desde que el f¨²tbol es f¨²tbol. En el fragor de la batalla, arranca un. alem¨¢n como un medio mel¨¦, se lleva dos rivales por delante, abre un boquete en la defensa, se aprovecha de un rechace porque tiene m¨¢s fe que nadie y lanza un tiro irreflexivo, pero a la porter¨ªa: gol de Reuter. El encuentro se puso en la peor situaci¨®n posible. Los alemanes no se desarman casi nunca, y menos cuando agarran un gol de ventaja. Sin embargo, el Atl¨¦tico busc¨® el empate con una voluntad admirable. Apret¨® al Borussia con decisi¨®n y le puso en graves dificultades. Le faltaron cosas, como la mezcla en el uso de las bandas. El juego se volc¨® irremediablemente hacia la derecha mientras la izquierda permanec¨ªa casi inactiva. Pero al menos el Atl¨¦tico encontr¨® un flanco para hacer da?o. Y adem¨¢s estaba el esp¨ªritu indesmayable del equipo. No le faltaron oportunidades, como la media vuelta de Esn¨¢ider que sac¨® Klos con el pie y desde el suelo, o un tiro de Pantic y varias llegadas que parec¨ªan anunciar el gol que no lleg¨® porque el Borussia achic¨® agua con firmeza y porque, en caso de duda, la fortuna siempre es alemana.
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