Una cierta decadencia

No agrada decir que La Fura, tan admirada y tan perfecta, tan inventiva como fue, parece haber entrado en decadencia. Ya antes de este espect¨¢culo, que parece confirmarlo. La descripci¨®n de mundos absurdos y misteriosos ha ido quedando en un sadomasoquismo que se va limitando entre los int¨¦rpretes y no pasa al p¨²blico; actores de una generaci¨®n m¨¢s joven que la de los fundadores e inventores, pero no por eso menos perfectos en su preparaci¨®n f¨ªsica. Sobre el p¨²blico cae, sobre todo, el mazazo del decibelio, quiz¨¢ alg¨²n chapuz¨®n, o algunas gotas sueltas de las espurriadas por los acr¨®batas: unos contra otros. El valor que se le dio en otros tiempos al asco ya no est¨¢: y el sentido de participaci¨®n del p¨²blico que corr¨ªa para no ser aplastado, o machacado por bombonas de butano, ha desaparecido. Las carreras son, al principio, para poder ver lo que sucede al nivel del suelo: s¨®lo unos cuantos lo consiguen. Luego, estos estupendos atletas se izar¨¢n por unos postes y se gana algo de la visi¨®n.Tambi¨¦n el resultado es de un entusiasmo menor. Hubo hasta alguna protesta. Un se?or airado, que se quejaba de que aquello estuviera protegido: no tuvo seguidores, y m¨¢s bien provoc¨® aplausos para la compa?¨ªa. Pero ?d¨®nde est¨¢ el entusiasmo de anta?o?