?Asia lejana?
Cultural y geogr¨¢ficamente, Asia es y est¨¢ lejana de nosotros, eurocentristas. Nosotros, que cuando, circunstancialmente, nos hallamos f¨ªsica o mentalmente en aquellas tierras nos referimos entra?ablemente a Europa como el viejo continente, en lapsus que desde?a la antig¨¹edad y solera de China, India o Jap¨®n, de los que Europa hered¨® conceptos y fundamentos. Nosotros, occidentales desconocedores de la existencia de otros calendarios m¨¢s se?eros, que saludamos entre alborozados y perplejos la llegada del a?o 2000. Nosotros, navegantes osados, pendientes de longitud y latitudes, que con frecuencia necesitamos -como Vasco de Gama- un lbn Majid, el piloto ¨¢rabe (el "le¨®n del mar enfurecido"), gu¨ªa insustituible, conocedor de los misterios del ¨ªndico, que en el siglo XV condujo al capit¨¢n luso hasta las costas de la India. Nosotros, que durante siglos hemos impuesto de modo absoluto la relatividad de los conceptos (?qu¨¦ es Oriente y qu¨¦ Occidente para un chino?), estamos, al fin, interesados en Asia.Cierto que el inter¨¦s supremo es econ¨®mico: no quedarse al margen de lo que, en torno al 2010 o 2020, ser¨¢ la principal regi¨®n econ¨®mica del planeta. Pero no importa. De ello acabar¨¢ deriv¨¢ndose el inter¨¦s por conocerse mejor. Razones para lo primero, no escasean. Seg¨²n The Economist Intelligence Unit, en el 2010 las diez mayores econom¨ªas ser¨¢n, por este orden, China, Estados Unidos, Jap¨®n, India, Indonesia, Alemania, Corea del Sur, Tailandia, Francia y Taiwan. El Banco Mundial hace una previsi¨®n muy similar para el a?o 2020 con ligeras variaciones: Alemania figura en el puesto n¨²mero siete, por detr¨¢s de Corea del Sur, y Brasil en el diez, de donde desplaza a Taiwan. De cualquier manera, seis o siete pa¨ªses asi¨¢ticos estar¨ªan entre los diez primeros. Tan imponente resultado (que en 1996 ya es bastante espectacular) se habr¨¢ logrado gracias a unos valores culturales propios que configuran una identidad sui g¨¦neris y a una estrategia pol¨ªtica de gran trascendencia: la considerable atenci¨®n presupuestaria al sistema educativo. Los denominados valores asi¨¢ticos priman la armon¨ªa y la disciplina social y familiar, resaltando que la comunidad debe preceder al individuo, al tiempo que insisten en que todos los ciudadanos pueden y deben triunfar en la vida. La opci¨®n pol¨ªtica estriba en potenciar el nivel educativo de toda la poblaci¨®n en lugar del de una ¨¦lite, con lo que se da prioridad a la ense?anza primaria y secundaria por encima de la universitaria. Entre otras cosas, ello hace que la mano de obra sea m¨¢s formada y cualificada, al tiempo que los maestros, relativamente bien pagados, gocen de prestigio y respeto sociales. Todo ello incide en el muy aventajado nivel de competitividad logrado por diversos Estados del sureste de Asia, y que ha permitido el sorprendente crecimiento econ¨®mico de que disfrutan. Como ejemplo, el siguiente: en 1960, Corea del Sur y Pakist¨¢n ten¨ªan aproximadamente la misma renta per c¨¢pita, pero s¨®lo el 30% de los ni?os paquistan¨ªes estaba escolarizado, mientras que los coreanos llegaban al 94%. A finales de los a?os ochenta, la renta coreana triplicaba la paquistan¨ª.
No es, pues, osado sostener que el pr¨®ximo siglo -nuestro siglo XXI- ser¨¢ el de ellos. Y al crecimiento econ¨®mico se unir¨¢ el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, la seguridad de la regi¨®n no depender¨¢ de las potencias occidentales sino de las asi¨¢ticas (China y Jap¨®n). En los a?os inmediatos dos escenarios son posibles: un Asia en paz que inteligentemente profundice la interdependencia econ¨®mica y logre un equilibrio de intereses entre Jap¨®n y China, o un Asia inestable e impredecible en que la competencia estrat¨¦gica y la preeminencia de los intereses nacionales se imponga en detrimento de los Estados medianos y peque?os. Dada la fuerza econ¨®mica de aquella gran ¨¢rea, y que all¨ª se concentra casi la mitad de la poblaci¨®n mundial, nada de esto nos debe resultar ajeno ni lejano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.