El Atl¨¦tico se extrav¨ªa en el desierto
El Rayo se aprovecha de los errores colegiales del bicampe¨®n para golearlo
Corren malos' tiempos por el Calder¨®n: el Atl¨¦tico anda perturbado y la hinchada del bicampe¨®n se ha esfumado. Un fen¨®meno sociol¨®gico inexplicable en un club que siempre ha palpitado desde las tribunas, hoy m¨¢s esquel¨¦ticas que casi nunca. En los buenos y en los malos tiempos, el Atl¨¦tico ha vivido un idilio extraordinario con su grada, pero esa fermentaci¨®n cong¨¦nita se ha diluido misteriosamente. Quiz¨¢ porque el f¨²tbol se ha extraviado en el Calder¨®n.A los de Antic no les funciona el sistema nervioso sobre el que han gravitado sus recientes ¨¦xitos. De aquel equipo que asfixiaba uno a uno a sus rivales se ha pasado a un conjunto triste y cabizbajo, que ayer pag¨® su palidez ante el Rayo, un conjunto con. mucho empe?o. Tan sudoroso como corto de f¨²tbol. Suficiente para voltear al Atl¨¦tico, que nunca se enganch¨® al partido y se escurri¨® en el marcador por dos errores colegiales, impropios en un conjunto tan mecanicista.
Los dos primeros goles del Rayo diagnosticaron a la perfecci¨®n el estado del Atl¨¦tico. En ¨¦l primero, un fallo calamitoso en el achique defensivo fabric¨® una autov¨ªa para Cota y Guilherme.El segundo fue a¨²n m¨¢s estrepitoso. De un patad¨®n en el saque que abri¨® el segundo tiempo, Andrijasevic se plant¨® en los morros de Molina, que ni siquiera hab¨ªa tenido tiempo de aparcarse en la media luna de su ¨¢rea, su cueva natural. En definitiva, dos faltas de concentraci¨®n bien rentabilizadas por el Rayo en sus escasas escapaditas a campo contrario.
Entre un despiste y otro los de Antic encajonaron a su vecino. Desde el principio inclinaron el campo y jugaron cuesta abajo. Pero sin apenas animosidad en su juego, el partido transcurri¨® al antojo del Rayo: con una cadencia insoportable. Y es que el Atl¨¦tico no sabe jugar al ralent¨ª. Precisa batallar como un cuerpo de infanter¨ªa. S¨®lo a un ritmo desaforado encuentra la chispa que le aliment¨® la pasada temporada. Sin el zumbido de Simeone, es un equipo muy rebajado. Y sin la chistera de Kiko se evapora sin remedio.
Fatigado, quiz¨¢, el Atl¨¦tico hoy parece que ha perdido las se?as de identidad que le envolvieron de ¨¦xitos hace s¨®lo unos meses. Cuesta discernir si su fatiga es ps¨ªquica o f¨ªsica. 0 quiz¨¢ ambas al mismo tiempo. Pero su presencia en la Liga Europea es sospechosa. Su temporada se ha vuelto m¨¢s exigente y su plantilla es escueta. Antic tendr¨¢ que trastocar su interesante laboratorio. Su apego a las plantillas cortas, exprimidas al m¨¢ximo en tomo a poco m¨¢s de media docena de jugadores, no es la f¨®rmula id¨®nea para estos tiempos. Son tiempos para la dosificaci¨®n.
Y frente al Rayo se evidenciaron algunas cicatrices. Como que las dos p¨¢jaras en los goles se produjeron por el lado izquierdo de su defensa. Por ese carril tambi¨¦n lleg¨® el tercer azote vallecano, el que entroniz¨® a Cota como el mejor de la noche.El equipo tambi¨¦n est¨¢ un tanto decapitado en la sala de m¨¢quinas, el puesto de Bejbl, sobre el que gravitaron las iras del Calder¨®n. El checo no ha conectado con el equipo. Parece m¨¢s un invitado desconocido que un elemento decisivo. Su posici¨®n le obliga a engrasar el equipo, pero su timidez es alarmante. No se deja ver. Y nadie le busca. Se ha convertido en la gran v¨ªctima del bacheado caminar del atl¨¦tico. Es joven y novato, y la adaptaci¨®n requiere sosiego.Pantic,perdido
Atascado Bejbl y perdido Pantic, el Atl¨¦tico vir¨® siempre hacia Kiko, que puso todo el empe?o del mundo, pero abrochado por los tres centrales rayistas acab¨® la noche en el limbo. Y eso que lo mejor del Atl¨¦tico fueron dos acciones suyas. La ¨²nica luz que aportaron los rojiblancos: una preciosa combinaci¨®n con Esn¨¢ider que desvi¨® Contreras y otra magn¨ªfica jugada con Gel? que desemboc¨® en el penalti. Contreras adivin¨® la intenci¨®n de Esn¨¢ider y el Atl¨¦tico, Kiko incluido, firm¨® la rendici¨®n. Porque hoy por hoy necesita tomarse muchos respiros. Lo adivin¨® el Rayo, que le dio la puntilla y le sac¨® a empujones del Calder¨®n, con Cota y compa?¨ªa haciendo. una travesura tras otra a Molina.
Ya para entonces, en las des¨¦rticas gradas del bicampe¨®n, todo era verbena: unos se fueron antes de tiempo, otros susurraron aquello de "penalti y expulsi¨®n" a cada tropez¨®n de los suyos y el coro del Frente Atl¨¦tico la emprendi¨® con el otro vecino de la capital. Por aquello de la suerte arbitral. Hac¨ªa un trecho sideral que el f¨²tbol se hab¨ªa despedido del Calder¨®n, el mismo escenario que no hace mucho se apretujaba de cualquier modo para paladear aquellos,espectaculares arreones de los suyos. Hoy son otros tiempos: en el estadio hay m¨¢s ox¨ªgeno y al Atl¨¦tico le falta.
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