'Calimocho on the rocks'
Cientos de menores consumen alcohol libremente durante los fines de semana en las aceras de las zonas de ocio
Cae la tarde del viernes sobre los ni?os que juegan en la plaza de Barcel¨®. Algunas madres charlan en un banco. A pocos metros de sus espaldas una pandilla de j¨®venes se afanan en el vaciado de varias botellas de whisky y vodka que mezclan con refrescos en una barra improvisada sobre las piedras que delimitan los parterres de los jardines del Arquitecto Rivera. Todo un banquete al coh¨®lico. Y ello pese a que en los supermercados y tiendas de la zona no venden a los menores de 18 a?os. Todas las cajeras del D¨ªa de la calle de Barcel¨® exigen el documento nacional de identidad a los j¨®venes, como se pudo comprobar el viernes 18. Tambi¨¦n Feicheng, el due?o chino de una peque?a tienda en la calle de San Mateo, y el Seven Eleven de la calle de Mej¨ªa Lequerica aplican la ley seca a los menores de edad.Un grupo de quincea?eras explica c¨®mo se buscan la vida para comprar litronas de cerveza y los briks de vinazo y refrescos para el calimocho que constituye su men¨² para la noche del viernes. Burlaron a las cajeras del D¨ªa con el carn¨¦ de la hermana mayor de una de ellas. "El s¨¢bado pasado un se?or nos dijo que nos busc¨¢semos un t¨ªo con barba que nos sacase las bebidas, pero que a nosotras no nos vend¨ªa", relata Mar¨ªa. Es un nombre supuesto porque nadie quiere arriesgarse a que les identifiquen sus padres y les llueva la bronca del siglo. "Les da igual la pinta de ni?a que tengas; lo ¨²nico que quieren es que no les caiga un puro", a?ade M¨®nica.Las chiquillas se despiden con prisa. Tienen que estar a las once en casa y todav¨ªa tienen que despellejar a la guapa y p¨¦rfida Cristina, actual novia del ex de Mar¨ªa. Querr¨ªa matarla, pero resulta que es prima lejana de M¨®nica. Barcel¨® es un pa?uelo empapado en alcohol barato."Acaban de echar a unos ni?os de una de las mesas; llegan, se sientan y los chavalillos les tienen que dejar el sitio", comenta Mar¨ªa Dolores P¨¦rez, una vecina que no ha abandonado el barrio en sus 50 a?os. "Hace un mes desapareci¨® el ni?o de la estatua de la plaza [una de las figuras de bronce del grupo dedicado a Ram¨®n Mesonero Romanos]". Mar¨ªa Dolores advierte, sin embargo, que el ambiente en Barcel¨® es mejor que en la plaza de San Ildefonso, otra de las paradas en la geograf¨ªa litronera del centro de Madrid: "All¨ª hay peor calidad de gente".Mar¨ªa Dolores entiende la calidad como la inc¨®gnita de una extra?a ecuaci¨®n de la que s¨®lo conoce el estilo en el vestir que refleja una difusa ideolog¨ªa. Van de alternativos; se ven trencitas rastas, pelos m¨¢s largos y aproximadamente tanto alcohol como en Barcel¨®. "Si no tienes 18 a?os, no te venden ni un vaso de pl¨¢stico", explica Fernando, un guapo melenudo rubio que acaba de ganar la mayor¨ªa de edad. Dos de sus colegas se tapan la cara con pa?uelos para no salir en la foto. "Joder, qu¨¦ parec¨¦is abertzales", increpa otro, chico.
En los bajos de Moncloa, en cambio, los bares dejan entrar a "los mayores de 16 a?os. All¨ª los minis (litros) de cerveza, calimochos o cubatas se ofertan invariablemente con el aliciente del "compra tres" y ahorra dinero. Triple raci¨®n de calimocho, 1.300 pesetas. De cerveza, 1.200. Tambi¨¦n las hamburguesas: tres normales, 400. Con queso, 500 pesetas. Nadie bebe en la calle y a Marta y sus amigas, quincea?eras alumnas del Instituto Ramiro de Maeztu, se les pasa el s¨¢bado en la barandilla del primer piso del laberinto de Aurrer¨¢.
Les vetan la entrada en todos los locales y se aburren como ostras en pescader¨ªa. Armando, de 22 a?os, portero del discobar Trainera, explica que piden carn¨¦ a todos. Tanto hablar del alcoholismo juvenil y el problema de los due?os de estos bares reside, parad¨®jicamente, en que pocos consumen. "Si hay 100 personas dentro del local, s¨®lo consumen 30", explica Armando. Es que disponen de unas exiguas 1.000 pesetas para los gastos del fin de semana. Las quincea?eras est¨¢n que trinan. El novio de Marta tiene 18 a?os y una excusa para salir el s¨¢bado con sus amigotes: "Como hay muchos sitios en los que no me dejan entrar..." dice ella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.