?Ciudadanos europeos?
Si el "coraje moral es el ¨²nico que no necesita v¨ªctimas" (Stefan Zweig), la cobard¨ªa pol¨ªtica no es considerada en general ni traici¨®n ni deshonor ni incompetencia. Sin embargo no s¨®lo es habitual en nuestros d¨ªas sino que produce efectos nefastos. La construcci¨®n europea es un ejemplo de ello.En las elecciones parciales recientemente celebradas. en Francia (para cubrir la vacante del ex ministro Tapi¨¦) se han enfrentado en la segunda vuelta un comunista contra un representante del Frente Nacional. Ambos con un discurso anti Maastricht, aunque Mei, del PCF (que gan¨® con el 60% de los votos), reconoci¨® que la Uni¨®n Europea no era la cuesti¨®n principal y que ser cr¨ªtico con el Tratado y la gesti¨®n que se hace del mismo no significa necesariamente estar contra Europa. E s decir, o se est¨¢ contra la UE o se manifiesta indiferencia. ?ste parece ser el estado de ¨¢nimo dominante entre las gentes llamadas a ser "ciudadanos europeos". En cambio, los l¨ªderes que se suceden en los Gobiernos, desde la derecha liberal a la social-democracia, expresan una singular unanimidad y una poco justificada autosatisfacci¨®n sobre la construcci¨®n europea. Y, parece ser, que nunca los sacrificios, por muchos que sean, ser¨¢n vanos si es en cumplimiento de este objetivo hist¨®rico.
Las llamadas a la "ciudadan¨ªa europea?' se han vuelto una licencia ret¨®rica indispensable en cualquier discurso pol¨ªtico de gobernantes (o que aspiren a serlo). En general no se sabe muy bien si se nos dice que ya somos "ciudadanos europeos", si estamos en v¨ªas de alcanzar este status o si lo seremos, s¨ª hacemos bien nuestros (dolorosos) deberes. En todo caso, la ciudadan¨ªa europea se entiende que es una superciudadan¨ªa multiplicadora de derechos y de bienestar.
Si es as¨ª, ?por qu¨¦ las gentes no lo entienden? ?Por qu¨¦ ganan adeptos los discursos, minoritarios y demag¨®gicos muchas veces de l¨ªderes anti-Maastricht? ?Por qu¨¦ incluso en Espa?a, uno de los pa¨ªses con m¨¢s vocaci¨®n de integrarse en la UE y que obtiene m¨¢s ventajas, Europa inspira m¨¢s temor que entusiasmos? Respuesta: es dif¨ªcil creerse que somos o estamos en camino de ser ciudadanos europeos.
En Europa, a trancas y barrancas, con luchas sociales, guerras y dictaduras por en me dio, se han construido sistemas pol¨ªticos democr¨¢ticos (de ¨¢mbito estatal) y sus gentes han adquirido el estatuto de ciudadanos. Es decir, sujetos con importantes derechos civiles, pol¨ªticos y sociales que les garantizan libertades y bienestar. El es tatuto ciudadano es efectivo por medio de instituciones y procedimientos que deben asegurar la universalidad en el ejercicio de estos derechos. Democracia y ciudadan¨ªa tienen adem¨¢s su imagen ideal en un pro yecto colectivo ("La naci¨®n" de la Revoluci¨®n Francesa es el paradigma) formalizado en una Declaraci¨®n solemne de derechos.
Todo esto falta en la construcci¨®n europea. Falta el coraje pol¨ªtico, adem¨¢s, para planearlo y luchar por ello. No hay ni Declaraci¨®n de los derechos ciudadanos ni Constituci¨®n Europea. El Parlamento europeo no es una C¨¢mara legislativa y con capacidad de controlar al Ejecutivo. Y es elegido seg¨²n un sistema (circunscripciones nacionales) que impide tanto la relaci¨®n directa elector-elegido (lo cual se conseguir¨ªa si los parlamentarios correspondieran a territorios locales o regionales) como la fortifaci¨®n de voluntades pol¨ªticas, europeas expl¨ªcitas (mediante listas supraestatales).
El Consejo Europeo y la Comisi¨®n act¨²an seg¨²n los principiosde opacidad, distancia, e irresponsabilidad (con independencia del valor, muy desigual de sus componentes). Elitismo tecnocr¨¢tico.
La Corte de Justicia tiene un ¨¢mbito competencial reducido y es poco accesible. Y, curiosamente, en el Tratado no se incluy¨® finalmente "Ia protecci¨®n de los derechos de los ciudadanos".
El Congreso Econ¨®mico y Social es inoperante y de escaso prestigio y el Comit¨¦ de Regiones (y Ciudades) de nacimiento reciente y con f¨®rceps es una promesa que las instituciones comunitarias no parecen muy dispuestas a convertir en realidad operativa.Falta un espacio comunicacional y participativo europeo, es decir, un ¨¢mbito pol¨ªtico que vaya m¨¢s all¨¢ de lo institucional. Por ahora, las redes y los movimientos europeos (de ciudades y regiones, sindicales y sociales, profesionales y culturales, etc¨¦tera) son casi siempre superestructuras con escasa capacidad de movilizaci¨®n y de presi¨®n.Y por ¨²ltimo, pero no es lo ¨²ltimo en importancia, la Uni¨®n Europea se desarrolla seg¨²n un esquema economicista hipercompetitivo en tanto que se dejan las pol¨ªticas p¨²blicas sociales al albur de los objetivos cambiantes y de los recursos limitados de los Gobiernos nacionales. Precisamente la gran conquista de la ciudadan¨ªa en Europa, a lo largo del siglo XX, ha sido su dimensi¨®n social. ?C¨®mo los europeos pueden considerarse ciudadanos de la UE cuando se les dice, por ejemplo, que "la pol¨ªtica de empleo no es un asunto comunitario"? ?Qu¨¦ es lo que falla entonces? ?Por qu¨¦ asistimos, a un proceso constructivo desprovisto de "sentido" para la mayor¨ªa de, las . gentes. implicadas en el, mismo?Con el permiso de ustedes, perm¨ªtanme la arrogancia de la respuesta: falta el conflicto. La construcci¨®n de los Estados democr¨¢ticos y de la ciudadan¨ªa ha sido a lo largo de los siglos una, resultante de m¨²ltiples conflictos: sociales, de valores, Institucionales. Europa hoy se Construye seg¨²n un consenso blando, una participaci¨®n pasiva y un funcionamiento tecnocr¨¢tico que impide su progreso c¨ªvico y social. Necesitamos construir un espacio conflictivo europeo. Hay que generar oportunidades de confrontaci¨®n, campa?as movilizadoras con objetivos sociales, culturales y territoriales. Los principales adversarios de Europa no son los anti-Maastricht, sino las ¨¦lites del poder europeo. Por ello, a pesar de ambig¨¹edades y demagogias, los referendos son momentos europe¨ªstas fuertes. Quiz¨¢s los m¨¢s cr¨ªticos son los m¨¢s europeos. Incluso a pesar suyo.
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