El nuevo Jacques de Arabia
JEAN DANIELEl viaje del presidente franc¨¦s a Oriente Pr¨®ximo sirvi¨® m¨¢s a sus propios intereses y a los de Par¨ªs que a la paz
Una semana despu¨¦s del periplo de Jacques Chirac por Oriente Pr¨®ximo, se comienzan a matizar los juicios sobre su significado. Las ¨²ltimas declaraciones realizadas al finalizar el viaje as¨ª como las reacciones suscitadas en todo el mundo permiten hacer un balance m¨¢s ajustado y afinado. ?ste es el m¨ªo: el viaje de Jacques Chirac ha sido excelente para ¨¦l; m¨¢s bien bueno para Francia; dudoso para nulo para la paz.I. Excelente para ¨¦l: porque, dada la situaci¨®n en que se encuentra su Gobierno actualmente, cualquier cosa habr¨ªa servido. Porque Chirac no tiene igual en las situaciones en las que hay que demostrar que uno sabe llamar al pan, pan ante un polic¨ªa con celo excesivo, provocador. No rehuye los enfrentamientos. Y en este sentido no recuerda a De Gaulle, ni a Cyrano, sino m¨¢s bien al estudiante turbulento que sabe pegar un pu?etazo y dejar de lado toda preocupaci¨®n por la dignidad diplom¨¢tica. Adem¨¢s, Jacques Chirac nunca ha ocultado que se encontraba a gusto en una situaci¨®n internacional que favorec¨ªa la intimidad franco-¨¢rabe, y que sab¨ªa de maravilla sacar partido de esa intimidad. Era casi perverso comenzar un viaje de ese tipo elogiando a los sirios y terminarlo con una alusi¨®n a Irak. Pero el nuevo Jacques de Arabia adora estos ejercicios arriesgados.
II. El viaje ha sido m¨¢s bien bueno para Francia: porque le proporciona cierta presencia y capacidad de intervenci¨®n en una regi¨®n en la que desde la implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, EE UU es el ¨²nico pa¨ªs cuya opini¨®n cuenta. Si existe un mundo unipolar, es all¨ª. La dificultad, que obstaculizaba la intervenci¨®n de otras naciones, era que, desde hace alg¨²n tiempo, la preocupaci¨®n de EE UU por sus intereses econ¨®micos se acompa?aba de una preocupaci¨®n incesante por lograr una soluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos. A pesar de todo y al fin y al cabo, gracias a Washington se ha recorrido un arduo y considerable camino. En estos momentos, se habla mucho de De Gaulle y de un determinado discurso con el que yo, por mi parte, estaba de acuerdo en lo fundamental. Pero en la prolongaci¨®n de este discurso, De Gaulle preve¨ªa que un conquistador no devolver¨ªa jam¨¢s sus conquistas. Previsi¨®n, afortunadamente, desmentida. El Sina¨ª, pese a su excepcional importancia simb¨®lica, ha sido devuelto. Y del Sina¨ª a la cesi¨®n de Gaza y de gran parte de Cisjordania (territorios en los que vive el 77% de la poblaci¨®n palestina) el camino a tomar no carece de importancia.
He dicho "cesi¨®n", citando a Isaac Rabin, porque esos territorios no se han devuelto al rey de Jordania sino a la Autoridad Palestina, embri¨®n del futuro Estado. En este caso, cuando los poderosos son tan ¨²tiles para lograr la paz, es muy dif¨ªcil discutir su poder. Si la pax americana prodiga paz y prosperidad, no hay raz¨®n para criticarla. Al contrario, cuando Francia tiene -iba a decir la suerte- la ocasi¨®n de contar con un Netanyahu que bloquea el proceso de paz sin que EE UU, paralizado por las elecciones a la Casa Blanca, pueda hacer nada, puede esperarse que se presente como una soluci¨®n. Chirac ha comprendido que no por ser mal recibido en Israel deb¨ªa renunciar a su viaje, sino que debido a ello pod¨ªa lograr que en todos los pa¨ªses ¨¢rabes se gritara "Viva Francia". Lo ha conseguido, y esto puede hacer que aumenten considerablemente los intercambios econ¨®micos. De todos modos, era oportuno que Francia invitara al mundo a inquietarse y que los musulmanes ¨¢rabes, no s¨®lo de Oriente Pr¨®ximo, sino en particular los de Francia y del Magreb, se sintieran acompa?ados en su solidaridad.
III. El viaje es dudoso para Europa: por varias razones evidentes. Cuando se es un poco chovinista, y qui¨¦n no lo es, se piensa que los vecinos siempre est¨¢n celosos de la audacia y la impetuosidad francesas. Fran?ois Mitterrand as¨ª lo comprendi¨® cuando decidi¨® ir solo a Sarajevo. Sin duda, Jacques Chirac ha informado a la Uni¨®n Europea de cu¨¢les eran sus intenciones, que les parecieron ser simplemente de sentido com¨²n: los europeos son quienes proporcionan a los palestinos la mayor parte de la ayuda financiera, no hay raz¨®n para excluirlos del proceso de paz. Salvo, evidentemente, que el presidente franc¨¦s se ha guardado muy mucho de decirles hasta qu¨¦ punto su estrategia personal del viaje, su concepci¨®n del protocolo y la forma de aprovechar las ocasiones que se le presentaban all¨ª le llevar¨ªan a demostrar tanto entusiasmo hacia la causa ¨¢rabe, y ser tan parco cuando se trataba de las compensaciones relativas a la seguridad que reclamaban Rabin y Peres. De hecho, con Chirac no ha podido hablarse de plan de paz europeo. Como consecuencia, los alemanes se han mostrado reservados porque se auto imponen ser discretos cuando se trata de la suerte de los supervivientes de la Shoah. Los brit¨¢nicos, cr¨ªticos por un lado porque aborrecen el espect¨¢culo, y por otro, porque les parece que el blanco de Chirac es EE UU de forma demasiado evidente y exclusiva. S¨®lo los italianos han visto en el John Wayne franc¨¦s un arranque digno de quitarse el sombrero. En todo caso, este viaje, tan mal (?o tan bien?) preparado, no pod¨ªa constituir el primer paso de una pol¨ªtica exterior com¨²n europea.IV. ?Por lo tanto, nulo para la paz? Por mi parte, he aprendido a juzgar estas cosas bajo un ¨²nico criterio: ?qu¨¦ piensan, sobre el terreno, las fuerzas de paz? Nada pod¨ªa servir mejor a la causa de Arafat que un apoyo tan patente por parte de Francia. Los pueblos viven en el presente, y por lo tanto, en la impaciencia. Los palestinos no pueden decirse todos los d¨ªas que han sobrevivido de milagro, que han estado a punto de irse a pique como pueblo, como naci¨®n, como Estado potencial, porque hasta la Intifada hab¨ªan dejado su suerte en manos de unos Estados ¨¢rabes que no quer¨ªan a ning¨²n precio un Estado palestino. Es una verdad dura de admitir. A¨²n hoy, ?qu¨¦ pa¨ªs ¨¢rabe quiere sinceramente que exista un Estado palestino que escape a su control? Siria, desde luego, no. Ni siquiera Jordania. Los palestinos no pueden decirse todos los d¨ªas que gracias a la Intifada primero y a los Acuerdos de Oslo m¨¢s tarde, han terminado por nacer como naci¨®n y que el resto no son m¨¢s que convulsiones, a veces tr¨¢gicas. Por ¨²ltimo, los palestinos no pueden decirse todos los d¨ªas que por haberse negado durante mucho tiempo, tanto tiempo, a reconocer la existencia y 1 a seguridad de Israel, han provocado en sus vecinos israel¨ªes una, desconfianza incre¨ªble y tremendamente arraigada. Y que hace falta tiempo, paciencia, y valor en los dos bandos para superar esta desconfianza mutua. ?Habr¨ªa sido bueno escuchar unas palabras de este tipo en boca de Chirac? En todo caso, volviendo al presidente franc¨¦s, no ha hecho gran cosa, si juzgamos por los resultados, para que los partidarios de la paz en Isirael (que hoy son la mayor¨ªa de la poblaci¨®n) se movilicen para rechazar a Netanyahu. Los israel¨ªes partidarios de Rabin y de Peres afirman haberse topado con un presidente franc¨¦s que considera que todo lo que se hab¨ªa constru¨ªdo en a?os podr¨ªa haberse logrado en un d¨ªa. En resumen, en Israel el bando progresista se encuentra hoy m¨¢s desmotivado: les embarga una sensaci¨®n de abandono.Los representantes de la Autoridad Palestina en Par¨ªs han Comprendido muy bien esta sensaci¨®n. En sus intervenciones en los debates organizados por algunos compa?eros parisinos fascinados por la proeza de Chirac (uno de ellos ha dicho: "Ha demostrado que los ten¨ªa bien puestos"), la embajadora de la OLP ha intentado de forma sutil corregir el tiro. ?No hab¨ªa enviado el presidente Weizman un mensaje afectuoso a Chirac? ?No hab¨ªa hecho gala el propio Netanyahu de cierta flexibilidad al final de la rueda de prensa conjunta con el presidente franc¨¦s? ?A qu¨¦ se deb¨ªa, en su opini¨®n? Sencillamente a que hab¨ªa un misterio (una sorpresa agradable) en la propuestas tra¨ªdas de Damasco. Dicho de otra forma, Leila Shaid reconoc¨ªa de forma impl¨ªcita que Chirac no hab¨ªa tratado a los israel¨ªes (le la misma forma que a los ¨¢rabes. Lo que resultaba normal porque, seg¨²n ella, los ¨¢rabes tienen raz¨®n. Pero era peligroso, siempre seg¨²n ella, ya que los partidarios de la paz se sent¨ªan abandonados.
A decir verdad, yo s¨¦ muy bien por qu¨¦ este viaje ha provocado malestar, cuando nuestro presidente ha expresado unas verdades defendidas desde hace tiempo por m¨ª. Yo hubiera deseado que a su regreso a Francia, Jacques Chirac hubiera aparecido en todos los peri¨®dicos del mundo con el siguiente titular: "Francia propone un plan y una v¨ªa para salir del atolladero en Oriente Pr¨®ximo", con el subt¨ªtulo, en letras m¨¢s peque?as: "Tanto en Tel Aviv como en Gaza, en El Cairo como en Amm¨¢n, se considera la postura francesa muy positiva". Me habr¨ªa sentido orgulloso de mi pa¨ªs y de mi presidente y me habr¨ªa dicho que, en definitiva, la grandeza ya no consiste en querer a toda costa desempe?ar un papel, sea cual sea, sino en tener la capacidad de concebir los caminos que conducen a la paz e implicar a todos los beligerantes.Jean Daniel es director del semanario franc¨¦s Le Nouvel Observateur.
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