La ¨²nica dama de hierro
La francesa Jeannie Longo se acerc¨® al r¨¦cord de la hora de Eddy Merckx
CARLOS ARRIBASJeannie Longo no deja de ser ¨²nica e irrepetible, como lo son todas las personas que marcan por s¨ª solas una ¨¦poca. Pero si a alguna otra figura femenina se la pudiera comparar, ¨¦sa ser¨ªa, casi sin dudas, Martina Navratilova. Dura, tenaz, independiente y orgullosa. Y longeva. Con una diferencia. Mientras la legendaria tenista checo-norteamericana se involucr¨® hasta la m¨¦dula en la tarea de hacer salir al tenis femenino del rinc¨®n secundario que ocupaba hasta su llegada a las pistas, la legendaria ciclista francesa s¨®lo se ha ocupado en su larga carrera de una sola persona, de ella misma. Cuando N¨¢vratilova se retir¨®, dej¨® al tenis femenino en el lugar m¨¢s alto de consideraci¨®n social que nunca ha ocupado; cuando Longo se retire si es que lo hace alguna vez: tiene 38 a?os y no da muestras de querer dejarlo, el ciclismo femenino seguir¨¢ siendo un agujero ex¨®tico.
Mientras la tenista cre¨® escuela a trav¨¦s de sus hist¨®ricos enfrentamientos con su contempor¨¢nea Chris Evert y las jovencitas Steffi. Graf o Monica Seles,, que acabaron destron¨¢ndola y ahora mismo siguen viviendo del sistema, la ciclista se ha dedicado en cuerpo y alma a machacar sistem¨¢tica y deportivamente a cualquier figura que la pudiera hacer sombra, desde Maria Canins o Rebecca Twig a sus compatriotas m¨¢s j¨®venes, Marion Clignet o Cathy Marsal, aun cediendo un m¨ªnimo hueco al interregno de la holandesa Leontien van Morseel o actualmente a la italiana Fabiana Luperini. Se ha convertido en un modelo inalcanzable; nadie intenta seguir su senda porque es imposible.
Lo suyo ha sido siempre una, solitaria guerra sin cuartel contra el resto del mundo, federaciones, rivales y normas establecidas. Ella y su marido-entrenador, Patrice Ciprelli, t¨¦cnico de esqu¨ª, han viajado siempre por libre, imponiendo su estilo -all¨ª donde se les reclama porque se sienten necesarios, son neces¨¢rios. Una postura que no deja de ser l¨®gica, m¨¢s bien pura consecuencia, en un deporte pr¨¢cticamente inexistente como tal, en el que la competencia de alto nivel se reduce a cuatro nombres, en el que el nivel en la mayor¨ªa de los pa¨ªses es m¨ªnimo. Pero con todo y eso, Longo no se ha convertido en un monstruo a su pesar. Ha sido su voluntad. Ella ha tenido que inventarse su figura en un medio sin referencias. Y quiz¨¢s la ¨²nica que le valga venga. dellado masculino de su deporte, es decir, del can¨ªbal Eddy Merckx.
Larga relaci¨®n
Valga como ejemplo su larga. relaci¨®n eg¨®latra con el r¨¦cord de la hora, una marca que ha batido en siete ocasiones en 10 a?os y que hace una semana dej¨® en 48,159 kil¨®metros. Vale m¨¢s ese enamoramiento para describirla que el que ha tenido, tambi¨¦n extraordinario, con los Juegos Ol¨ªmpicos (una medalla de oro y dos de plata), los Mundiales (11 t¨ªtulos entre pista y carretera) o el Tour (tres victorias consecutivas entre 1987 y 1989). El primado de la hora es el s¨ªmbolo perfecto de la lucha individual.
Retrocedamos un a?o. Oye Longo que Indur¨¢in planea batir
el r¨¦cord de la hora en Bogot¨¢, y all¨ª se planta sola con su marido y la bicicleta desmontada en una bolsa. Alquila un mec¨¢nico colombiano y se aloja en el mismo hotel que Indur¨¢in y todo el equipo que le acompa?a. Al lado del despliegue del navarro, su montaje es insignificante. Pero, no, lo ¨²nico- que hace es aprovecharse de ¨¦l. De su trabajo para cerrar el vel¨®dromo, limpiar la pista de humedad, controlar el tiempo, el viento y la misma humedad. Hasta de sus referencias
en los entrenamientos y de los jueces internacionales y sistemas de cronometraje que llevaron los del Banesto. Va por libre, pero menos. Y, como Indur¨¢in, fracasa ante un imposible. Pero, mientras el navarro prefiere olvidarse de la hora, el fracaso en Longo alienta simplemente el deseo de revancha. Para Indur¨¢in el r¨¦cord no es m¨¢s que el reflejo de su valor, para Longo, en cambio, es una historia de amor posesivo: mientras ella est¨¦ en activo s¨®lo puede ser suyo. 10 a?os en que
ha evolucionado con la evoluci¨®n de los materiales y dem¨¢s. Desde el cuerno de cabra, el manillar de triatleta y la posici¨®n de superm¨¢n (o superwornan).
Empez¨® a poseerlo el 20 de septiembre de 1986, dos a?os y medio despu¨¦s de que Francesco Moser dejara el r¨¦cord masculino en 51,151 kil¨®metros. Pero sus 44,770 kil¨®metros en la altura de Colorado Springs no la dejaron satisfecha. Adem¨¢s, por entonces hab¨ªa clasificaciones diferentes para los r¨¦cords logradosdos en altitud y a nivel del mar, y 10 d¨ªas despu¨¦s bati¨® en Milan (43,587 kil¨®metros) la marca a nivel del mar. Insatisfecha porque quer¨ªa demostrar que val¨ªa lo mismo en toda condici¨®n, el 7 de noviembre se encierra en su Grenoble natal y se queda en 44,718 kil¨®metros. Un a?o despu¨¦s y sin que nadie pusiera en peligro su marca -era ella contra ella- volvi¨® a Colorado intentando pasar la barrera de los 45 por hora. Se qued¨® frustrada y a 67 metros. Estuvo dos a?os sin intentarlo hasta que a finales de 1989, en M¨¦xico logr¨® la marca que la colm¨®, 46,352 kil¨®metros. A menos de cinco kil¨®metros (4.799 metros) de Moser. Nunca la mujer hab¨ªa estado tan cerca del hombre: a la altura de la marca que hab¨ªa logrado Anquetil 33 a?os antes. Longo fue indiscutible y dej¨® dormir su marca hasta que en 1995, una francesa, Cathy Marsal (47,112 kil¨®metros) y una brit¨¢nica, Yvonne McGregor (47,411 kil¨®metros) la desposeyeron.
Sin apenas preparaci¨®n, s¨®lo picada en su orgullo, Longo imita a Indur¨¢in y se queda en Colombia despu¨¦s de haber ganado los dos t¨ªtulos mundiales (fondo y contrarreloj). El fracaso la enrabieta. Un a?o despu¨¦s, en septiembre de 1996, hace apenas un mes, vuelve a fracasar en Stuttgart, donde se siente humillada. Hasta que otra vez vuela a M¨¦xico, s¨®lo con su marido, y por Fin lo logra. La primera mujer en superar los 48 por hora (48,159 kil¨®metros exactamente). Una marca que le permite quedarse a 29 a?os de los hombres (los 48,093 logrados por Bracke en 1967), pero que le aleja 3.417 metros del r¨¦cord masculino (de los 4.799 metros a que se qued¨® de Moser en 1989 a los 8.216 a que se encuentra ahora de Boardman). No es extra?o, entre los hombres ha habido una verdadera competencia a la que han entrado muchos ciclistas (Boardman, Obree, Indur¨¢in, Rominger). Entre las mujeres, s¨®lo ha sido Longo. Ella contra el ciclismo a golpes de orgullo. Porque s¨®lo ella es la dama de hierro.
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