Clinton II
El reelegido presidente est¨¢ llamado a ser ¨¢rbitro centrista entre liberales y ultraconservadores
JAVIER VALENZUELAEstados Unidos entra en el ¨²ltimo tramo del siglo XX con un presidente dem¨®crata, el primero que logra la reelecci¨®n desde Franklin D. Roosevelt, y un Congreso republicano. Bill Clinton, siempre atento a los mensajes enviados por el pueblo norteamericano, comprendi¨® el del 5 de noviembre. Eran las 23 horas en Little Rock -siete m¨¢s en Espa?a- cuando, en el p¨®rtico neocl¨¢sico de la Vieja Casa del Estado de Arkansas, el Comeback Kid anunci¨® c¨®mo ser¨¢ su segundo y ¨²ltimo mandato. "El pueblo norteamericano", dijo, "nos ha dicho a todos, dem¨®cratas, republicanos e independientes, alto y fuerte, que es el momento de poner de lado las pol¨ªticas de divisi¨®n y trabajar juntos".
Clinton II estar¨¢, pues, m¨¢s pr¨®ximo al segundo bienio de su primer mandato que al primero. Tener que cohabitar con un Congreso republicano le permitir¨¢ desempe?ar ese papel de ¨¢rbitro centrista entre los liberales, miembros del ala izquierda del Partido Dem¨®crata, y los ultraconservadores republicanos de Newt Gingrich que tan buenos resultados le ha dado en los dos ¨²ltimos a?os y que, finalmente, le ha permitido conquistar la reelecci¨®n.
El papel arbitral moderado que la nueva cohabitaci¨®n impone a la asa Blanca es tambi¨¦n pan bendito para el futuro pol¨ªtico de Al Gore, al que Clinton presentaba en noche de triunfo como "el mejor vicepresidente que jam¨¢s haya tenido este pa¨ªs". Y es que Clinton va a hacer todo lo posible para que Gore, su leal, trabajador e inteligente vicepresidente, le sustituya dentro de cuatro a?os en la Casa Blanca. Se lo debe. Gore, por su parte, tiene mucho de esa combinaci¨®n de valores tradicionales y visi¨®n de futuro que los norteamericanos refrendaron en las urnas: hombre de ejemplar vida familiar y firme defensor de la ley y el orden, tambi¨¦n es m¨¢s que consciente de que la revoluci¨®n inform¨¢tica y la preservaci¨®n del medio ambiente son dos de los grandes desaf¨ªos que el siglo XXI plantea a las sociedades avanzadas.
Clinton, de pie en el p¨®rtico de la Vieja Casa del Estado, flanqueado por su esposa, Hillary, su hija, Chelsea, y la familia Gore al completo, encontraba las palabras adecuadas para expresar el renacer del optimismo norteamericano: "Los mejores d¨ªas de Am¨¦rica est¨¢n por venir"; "Am¨¦rica siempre gana"; "Am¨¦rica va a ganar en los pr¨®ximos cuatro a?os". Las urnas acababan de corroborar que la mayor¨ªa de sus compatriotas optaban por su visi¨®n del ma?ana frente a la nostalgia del Estados Unidos de la II Guerra Mundial de Bob Dole. Las clases medias, los Estados m¨¢s pr¨®speros, las grandes y medianas ciudades, las mujeres en su conjunto y principalmente las trabajadoras, los negros y los hispanos, los m¨¢s j¨®venes y los m¨¢s ancianos, los sectores econ¨®micos de punta, en una palabra, la m¨¢s importante coalici¨®n electoral reunida en tomo a un presidente dem¨®crata desde hac¨ªa lustros le hab¨ªa perdonado sus pecadillos personales y pol¨ªticos y otorgado el mandato de que los liderara con eficacia, flexibilidad y moderaci¨®n en la transici¨®n hacia los nuevos tiempos, "tiempos", en palabras de Clinton, "de grandes desaf¨ªos y grandes posibilidades".
Frente a la Vieja Casa del Estado, iluminada por potentes focos, se arracimaba la muchedumbre que escuchaba el denominado "discurso de aceptaci¨®n" del presidente. Eran miles de personas, en su mayor¨ªa j¨®venes de ambos sexos, los m¨¢s blancos, aunque no faltaban los negros, que se cubr¨ªan con gorras de b¨¦isbol y sombreros del T¨ªo Sam, ondeaban montones de banderitas de pl¨¢stico con las barras y estrellas y pisoteaban una alfombra de latas vac¨ªas y vasos de pl¨¢stico, que la juerga popular era de campeonato. Anunciada su llegada por el tema musical Fanfarria para el hombre com¨²n, de Aaron Coplands, Clinton hab¨ªa sido presentado por Gore con, entre otras cosas, una cita b¨ªblica: "Por sus obras los conocer¨¦is".
Clinton cultivaba la sensibler¨ªa norteamericana al rendir sucesivos y acaramelados homenajes a su esposa, su hija, su madre, su padrastro, el matrimonio Gore, su equipo de campana, la gente de la Casa Blanca, los funcionarios p¨²blicos, el servicio secreto y su pastor baptista, con el que, seg¨²n contaba, hab¨ªa estado rezando poco antes de comparecer ante sus paisanos. Y daba masajes al incombustible patriotismo estadounidense con frases del tipo "Agradezco a Dios haber nacido en Am¨¦rica".
Estados Unidos acababa de darle una segunda oportunidad, y el presidente explicaba en qu¨¦ iba a utilizarla. Tras el reajuste del Gobierno en las pr¨®ximas semanas, Clinton se aplicar¨¢ en la realizaci¨®n de sus promesas, la primera de ellas, la promoci¨®n de la ense?anza. Ese ser¨¢ el pilar central del "puente hacia el siglo XXI". Con dos frentes: facilitar el acceso a la ense?anza universitaria mediante cr¨¦ditos a los estudiantes y deducciones fiscales a sus familias, e introducir en todas las escuelas primarias y secundarias ordenadores conectados con Internet.
Otro pilar, el que le permite convertirse en campe¨®n de ciertos niveles m¨ªnimos de protecci¨®n social amenazados por los republicanos, ser¨¢ el mantenimiento de la asistencia m¨¦dica a los ancianos y los pobres, los llamados programas Medicare y Medicaid. Un tercero se levantar¨¢ a partir del reforzamiento de la protecci¨®n del medio ambiente. Y todo ello con esa pol¨ªtica de reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario que tan saludable le est¨¢ resultando a la econom¨ªa norteamericana.
Pero Clinton arrastra muchas cacerolas que, con un mayor¨ªa republicana en el Congreso, pueden darle quebraderos de cabeza durante los pr¨®ximos a?os: el confuso asunto Whitewater, el caso de las fichas del FBI manejadas por un alto funcionario de la Casa Blanca, la controvertida contribuci¨®n de hombres de negocios asi¨¢ticos a la financiaci¨®n de la campa?a presidencial dem¨®crata... De hecho, la nota discordante en la fiesta de Little Rock era un reciente editorial del diario de la localidad, Arkansas Democrat Gazette, en el que se negaba a apoyar a Clinton por sus "promesas rotas" y sus "numerosos esc¨¢ndalos", y adelantaba que, "como le ocurri¨® a Nixon", puede despilfarrar las energ¨ªas en su segundo mandato defendi¨¦ndose de las acusaciones.
Clinton no desea que EE UU sea el gendarme del mundo, pero cree que s¨ª puede y debe desempe?ar el papel de pacificador del mundo. Y cita como ejemplos su mediaci¨®n en el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo y su decisiva participaci¨®n en el fin de la guerra en Bosnia. Respecto a Oriente Pr¨®ximo, una Casa Blanca desembarazada de los apuros de la reelecci¨®n estar¨¢ en mejor situaci¨®n para presionar al intransigente Benjam¨ªn Netanyahu.
El pr¨®ximo viaje al extranjero de Clinton ser¨¢ a Filipinas y otros pa¨ªses asi¨¢ticos, pero el primer frente conflictivo ser¨¢ la reelecci¨®n de Butros Butros-Gali como secretario general de la ONU. Forzado en buena medida por la virulenta campa?a contra Butros-Gali de los republicanos, Clinton est¨¢ en contra de la continuidad en el puesto del diplom¨¢tico egipcio, lo que le enfrenta a varios aliados europeos y a numerosos pa¨ªses ¨¢rabes, latinoamericanos y africanos.
Mientras el cielo se iluminaba sobre la Vieja Casa del Estado con fuegos artificiales y la banda tocaba marchas, Clinton saludaba a sus paisanos abrazado a su esposa y su hija. A los 50 a?os, hab¨ªa demostrado que es el pol¨ªtico que mejor saber escuchar el mensaje de sus compatriotas. El tal¨®n de Aquiles de su volubilidad es el pozo de su fuerza. En fin, el hermano mayor de cabellos grises, con todos los defectos de la familia.
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