El planeta americano
El resultado de las elecciones americanas de 5 de noviembre ha dado p¨¢bulo a los sentimientos de superioridad de todos nuestros anti-yankies. La confirmaci¨®n como presidente de un centrista que ha vuelto la espalda al Estado de bienestar, la baja tasa de participaci¨®n popular en la elecci¨®n presidencial, la mayor¨ªa republicana mantenida en el Congreso, la escasa importancia prestada a los asuntos internacionales durante la campa?a electoral: todo ello se ha concitado para que muchos izquierdistas a la violeta vuelvan a entonar sus salmodias contra el "imperio", como ellos llaman a la gran rep¨²blica amiga.El antiamericanismo de tantos lectores de EL PA?S viene superiormente representado por el galardonado ensayo de Vicente Verd¨² sobre la naci¨®n que le dio acogida durante tres a?os. Para ¨¦l, "los norteamericanos, que son recatados en las cuestiones de sexo, son obscenos en todo lo dem¨¢s"; aman el miedo, el dinero y a Dios; odian a los intelectuales. "La id¨ªlica revoluci¨®n americana se encuentra a estas alturas tan humanamente fracasada como la de la URSS ( ... ) el dinero es soberano en la elecci¨®n de un presidente".
Curiosamente, este presidente ha sido reelegido con el apoyo financiero de los sindicatos obreros, no del gran capital, que es republicano. El "obsceno" votante americano en su mayor¨ªa ha sabido dividir su voto, revalidando a un presidente que parece haberles devuelto su prosperidad, pero poniendo freno a su poder con un Senado y una C¨¢mara de mayor¨ªa contraria. -
Durante los cuatro a?os de presidencia de Clinton se han creado en los EE TIU diez millones y medio de nuevos puestos de trabajo, mientras la Uni¨®n Europea, de extensi¨®n y poblaci¨®n comparable, s¨®lo ha a?adido uno y medio, la mayor parte en la Administraci¨®n p¨²blica. Con el apoyo del presiden ' te de la Reserva Federal, Alan Greenspan, la sociedad americana ha promediado un crecimiento del 3%, con una inflaci¨®n por debajo de esa cifra. La vigilancia del secretario del Tesoro, Robert Rubin, ha ayudado a reducir el d¨¦ficit de 290.000 millones de d¨®lares a 107.000 millones de d¨®lares durante los cuatro a?os de Clinton.
El propio Clinton debe de estar agradecido por la obstrucci¨®n republicana en las C¨¢maras: ellas- le libraron del plan m¨¦dico de su primera dama, que le tiene atrapado como cualquier mujer poco agraciada a un marido pillado infraganti. El Congreso ech¨® a pique tambi¨¦n el paquete de gasto de 60.000 millones de d¨®lares que Clinton quiso "votar" reci¨¦n elegido. Le empuj¨® tambi¨¦n a su denostada reforma del Estado de bienestar, uno de los m¨¢s dispendiosos del mundo, que servir¨¢ para encauzar a muchos parados, capaces de trabajar, pero instalados en la mendicidad (como los beneficiaros del PER en Espa?a).
No me atrevo a decir cu¨¢l fue mi reacci¨®n al leer las galardonadas p¨¢ginas del ensayo de Verd¨², a quien no le gusta la risa: para ese avezado periodista, la prueba del tiintelectualismo americano es que ning¨²n pensador americano (ni siquiera los muchos premios Nobel) se atreve a hablar en serio. "En las conferencias universitarias ( ... ) en los juicios, en los discursos pol¨ªticos (...) existe, al menos un momento en que la concurrencia se r¨ªe".
En cambio, con el libro de Verd¨² nadie se r¨ªe.
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